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“La independencia no es una palabra que deba exorcizarse, sino una condición indispensable para la existencia de hombres y mujeres realmente liberados, es decir dueños de todos los medios materiales que hacen posible la transformación radical de la sociedad.”  Frantz Fanon

Legado histórico:

Guatemala, se define con un largo recorrido histórico establecido por bases culturales e ideológicas que se han convertido en modelos de reproducción de generación en generación o por conductas impuestas. Gran parte de nuestra herencia cultural ha sido resultado de una interculturalidad de grupos humanos que fungieron como actores principales en la construcción social simbólica.

No se puede dejar de lado que la formación social ha pasado por diferentes etapas caracterizadas por figuras influyentes, búsqueda de intereses y pactos selectivos. En gran medida el factor principal ha sido el ansia de poder y defensa de beneficios personales o grupales. La historia ha evidenciado que diferentes sectores han jugado de lado de Dios y el diablo o incluso con ambos al mismo tiempo.

Gran parte de la línea independentista ha seguido una lógica perfectamente inclinada a la defensa del status quo, en donde, sobresalen las pasiones políticas guiadas por decisiones selectivas que generan cambios de forma, pero no de fondo. La democracia representativa en Guatemala casi siempre ha sido puesta a prueba, aquella democracia no tiene cabida junto a la pluralidad: “la lógica de los conceptos puede decir que la democracia y pluralismo no tiene la misma extensión, no toda sociedad pluralista debe ser democrática y no toda sociedad democrática debe ser pluralista” (Bobbio, 1986, p. 45).

Guatemala cumple con el requisito de ser un país pluralista, para muestra de ello habría que revisar nuestra descendencia étnica; sin embargo, esto no es sinónimo de aceptación o inclusión social. Como resultado ha surgido una división o exclusividad que se enmarca en medio de desigualdades y exclusiones en cualquier forma, ante esta realidad, vale la pena preguntarnos ¿Guatemala es democrática o pluralista?

Siguiendo esta línea, nuestro legado histórico se ha formado por elementos aislados y la manipulación de factores sociales, culturales y políticos que han sido puestos en escena para lograr el desarrollo de una identidad colectiva que ha sido aceptada por muchos. En medio de buscar una definición entre sociedad democrática o pluralista, el gran vencedor ha sido la sociedad parcial, es decir, en nuestra era existen muchos centros de poder que influyen en la conformación de sociedades complejas y fragmentadas.

No podemos responsabilizar a los centros de poder de esta segmentación, pero si se debe prestar atención a ellos desde la óptica de la formación social, debido a que a medida que toman posesión en la arena del poder pueden llegar a tener una incidencia fuerte.

Significado de la independencia:

La independencia es un momento histórico que marca el rumbo de un país para su formación, sin embargo, también puede usarse como un elemento inherente a la persecución de una transformación técnica. Es decir: disfrazar con sentido popular o mayoritario una acción que tiene la intención de buscar cuotas o ventajas particularizadas.

Después de 202 años de historia para Guatemala se puede afirmar que trajo consigo cambios estructurales que conllevan a una aceptación de carácter político y económico. En la actualidad, el término independencia significa un discurso dividido, debido a que el surgimiento de fragmentaciones sociales ha abierto el escenario para la apreciación de diferentes puntos de vista.

Más allá de clasificarlo como una fiesta cívica, se debe apreciar como una oportunidad para reflexionar o entender cómo hemos llegado hasta esta parte de la historia y superar el obstáculo del ciudadano no educado: “Socialmente se distingue a los ciudadanos en activos y pasivos, en general los gobernantes prefieren a los segundos porque es más fácil tener controlados a súbditos dóciles e indiferentes, pero la verdadera democracia necesita de los primeros” (Bobbio, 1986 p. 25).

No se trata de estar a favor o en contra de la independencia, sino más bien de partir sobre bases analíticas que fomenten el fortalecimiento de la cultura política, entrelazado con la educación del ciudadano. Es fundamental que el sentido de independencia contribuya a superar diferencias raciales y étnicas para lograr esa paridad y aceptación de pluralidad y democracia a manera de formar un verdadero país democrático pluralista. No es solamente dejarse llevar por sentimentalismos patrióticos o nacionalistas, se trata de superar la pigmentación de colores y la segmentación social y racial.          

Referencia:

Bobbio Norberto, El futuro de la democracia, 1986, Mèxico, Fondo de cultura Economica.

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