Me daba asco ese sentimiento de agonía que poco a poco se volvió un sentimiento permanente, me daba asco la humanidad con sus falsas vidas y sus comportamientos autómatas. Me daban asco los árboles y hasta los libros estaban perdiendo sentido en mi vida.

Al principio, me asustó darme cuenta que en mi casa no era la única que lo padecía. Hasta cierto punto, parecía una competencia de quién era el más inestable, todos estábamos pasando por la misma situación.

Evitaba toda clase de relación con las personas, incluso con mi propia familia porque mi inestabilidad emocional había llegado a un punto en el que me impedía poder relacionarme mejor con mi alrededor.  Mi bipolaridad junto con esa depresión que según yo era de un par de días, me hacía odiar y sentirme incómoda con todo lo que me rodeaba.

Y me negaba, supongo que por ignorancia a entender lo que me pasaba o quizá solo era miedo de que nunca me habían hablado ni comentado, que eso es una enfermedad mental que al día siguiente no se me iba a quitar.  Y que sino encontraba una manera de salir, podría pasar ahí por años.

Cuando me di cuenta de lo que me pasaba, yo no tenía recursos, información y mucho menos ayuda al respecto, pero fui conociendo seres lindos que también estaban formalmente diagnosticados y que sus trastornos del estado de ánimo tenían aún un grado mayor al mío. 

Ellos me enseñaron que el desarrollo del trastorno involucra y va de la mano muchas veces con otras enfermedades similares a él.

No siempre se puede escapar o refugiar de la misma manera y la expresión artística en ese estado puede ser algo peligroso porque se llega a un punto de la inestabilidad en el cual el arte es puramente natural y espontáneo y deja de ser terapéutico.  Entonces al ver la realización tan pura de las obras artísticas o el desenvolvimiento en el área, no se quiere salir de ese estado para no perder esa explosión que se crea por medio de los sentimientos y el arte.

Las drogas son un factor muy conveniente. No lo digo por experiencia personal pero lo sé, el tener la posibilidad de encontrar maneras en donde los trastornos pueden ser pausados temporalmente es una manera muy fácil de sentirse mejor pero luego, después de cierto tiempo, alteran los síntomas y provocan daños que van directamente al cerebro.

El peor error es tomarlo a la ligera, suponer que es una tristeza, una rabieta o que son actitudes temporales que no necesitan atención o un tratamiento y no apoyarlo ni contemplarlo, sobre todo, cuando es una persona cercana la que no ayuda al avance de la persona.  Es curioso que nos concentremos tanto en estar “fit” pero nunca nos detenemos a pensar si nuestra salud mental está igual de bien que la física.

No entiendo la falta de atención que le ponemos a ciertos temas y peor aún no entiendo cómo es que pude crecer y nunca tener conocimiento sobre la importancia de mi salud mental.

Escribo esto en referencia al pasado 10 de octubre en donde se celebró el Día de la Salud Mental, día del que muy pocos teníamos conocimiento. También lo escribo porque yo sufrí de uno de los trastornos pero la historia no se queda ahí. Hay muchísimas más enfermedades que afectan nuestra estabilidad emocional.

En este país se exige y se pelea por todo, pero a este nivel, en donde este país en general cae lentamente a un abismo profundo, el principal problema viene siendo ese, la falta de autoconocimiento. Entonces, ¿por qué no nos dedicamos a conocernos?

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