Alexander López / Opinión /
En Viernes Santo revivimos el sueño de poder irnos a un mundial de futbol. Sin embargo, no toda la semana nos trajo buenas noticias, ya que las estadísticas nos mostraban (y continúan haciéndolo) escenarios atroces de personas fallecidas por diversos motivos, especialmente por accidentes vehiculares. Este lunes amanecimos con la noticia de varias muertes por un accidente de bus, el cual tuvo que habernos acongojado más que un simple twit deportivo. Por qué no ver el lado humano de las situaciones que acontecen en nuestro país como el hecho de los familiares de las víctimas mortales en ese accidente, o de las historias de vida detrás de cada uno de ellos. Pudo más un twit demostrar que nuestro pueblo “lucha por el orgullo chapín” que las decenas de muertos más que se suman a las gráficas de este año.
Pero ¿qué de malo hay en poder defender nuestra patria?
Lo malo está que nuestra patria no es un equipo de fútbol, es cierto que es quizás una de las pocas cosas que nos pueden alegrar y que nos hacen resaltar ante el mundo, no obstante nuestra patria está conformada aún más por hospitales sin insumos y medicamentos, jóvenes que manejan buses sin experiencia y sin conciencia colectiva para resguardar la vida de otros, extorciones y bombas caseras, altas tasas de corrupción, entre un sinfín de problemáticas nacionales.
Me gustan los partidos de futbol y más aún cuando vamos ganando, pero considero que podríamos aventajar en temas más importantes que estar pendientes en cómo incrementar la furia en una masa colectiva hacia un comentarista (¡que eso es! Un simple comentarista). Tal como lo hizo usted señor presidente que, en vez de mandar una carta dirigida a la cadena televisiva para arrebatar una disculpa, la pudo haber enviado a sus ministros para exigir transparencia y un obrar justo (como por ejemplo a su ministro de gobernación) en el desempeño laboral. Creo que el progreso y la satisfacción no está en que un comentarista cambie de opinión (cuando su salario depende de eso) sino en el cambio que se pueda generar dentro de nuestro país, especialmente en su sistema.
Apruebo y desapruebo los comentarios de Faitelson. No apruebo el hecho de haberse referido negativamente a la selección (que bien es cierto ha tenido mala racha como muchos, incluso el propio equipo de México en partidos anteriores) pero si apruebo la respuesta que le envía a usted señor presidente en cuanto a que habría que ver la situación del país antes de ponerse a defender (egocéntricamente) el orgullo de ser chapín, porque eso del orgullo radicaría en demostrar que tenemos un buen sistema educativo, de salud, de seguridad, entre otras muchas cosas ¡que no hay!
Lo que también me enfurece es que habiendo salido la respuesta del comentarista, buena parte de los usuarios en las redes sociales se agolparon a criticar y a usar pocos argumentos en cuanto a la postura que teníamos muchos sobre la verdadera realidad que nos afecta, y no la importancia de los comentarios deportivos de este tipo… insultos, palabras intimidatorias, amenazas y un orgullo irracional (como el que se está levantando en contra de los refugiados en Europa, ahora especialmente en Bélgica) se observan en cada comentario que dejan a los que defendemos el punto real y crítico por el que atraviesa el país.
Lo que hace usted señor presidente no es unir al pueblo, más bien lo divide y crea un clima hostil y de repudio hacia aquellos que hacen críticas.
Eso es no saber ser tolerante y demuestra el nivel de amenaza que siente al actuar arrebatadamente de esa forma. Espero que así como usted ha podido exigir disculpas, también nos las de por no actuar a cabalidad y mejorar el sistema del país como prometió.