Playa

Claudia Calderón/ Opinión/

Los calurosos días de verano siempre serán la excusa perfecta para ir al mar y contemplar el paisaje que lo rodea. Muchas personas han planificado viajes familiares, otros alistaron sus tablas de surf y madrugaron para alcanzar olas asombrosas. Los trabajadores y propietarios de comercios cercanos a la costa no eran la excepción y sabían que ese fin de semana sería de grandes ganancias: asueto del 1° de mayo en día viernes.

Reporte del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) de El Salvador desde el 1° al 10 de mayo sobre las playas salvadoreñas del Pacífico:

– Una persona fallecida
– Evacuación de más de 500 personas
– Fuertes daños a la infraestructura del Puerto de La Libertad
– Pérdidas y daños materiales a viviendas
– Cuantiosas pérdidas en comercios y hoteles

Durante horas de la tarde del día jueves 31 de abril y viernes 1 de mayo, la gran mayoría de trabajadores y dueños de comercios cercanos al Pacífico en El Salvador fueron avisados de un fuerte oleaje que afectaría la costa. Las advertencias eran claras y no había titubeo en ello: las olas alcanzarían entre más de 2 metros sobre el nivel del mar.  Aun así, todos continuaron con la idea de su curso normal de atención a los consumidores ese día.

¿Cómo es posible que ante una alerta todo pueda continuar como si nada? La vida de las personas se expone y lo que es peor, que todo parece ser un show. En varios videos difundidos  por redes sociales las personas están haciendo bromas con las olas, se empujan unos con otros, atrayendo más la atención de las personas que observan, lejos de alejarlos.

Pareciera que la llegada de un fuerte oleaje era sinónimo de broma y no de algo que puede llevar pérdidas mortales.

Ahora me pregunto: ¿qué necesitan las personas para atender una advertencia? O necesita acaso ser un fenómeno tan fuerte que acabe con la vida de decenas de personas para que la gente crea y prevenga. No se puede tildar de ignorancia porque actualmente es el top en los medios ni tampoco hay que usar lentes para ver lo que tengo ante mis ojos. Todo es parte de una decadencia cultural y humana en donde las personas no atienden consejo hasta que no son parte de la desgracia del mismo.

El turista que fue a almorzar o bañarse en las playas le sorprende el evento y lejos de retirarse, se acerca con la intención de captar el momento. Mientras el propietario del restaurante o el negocio se lamenta de no haber acatado las indicaciones y recoge lo poco que le queda. Espero que dentro de todo ese grupo haya habido personas que hagan retractarme de haber escrito esta columna.

Mientras tanto, Martin Luther King perfectamente comenta que:

“Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”.

Imagen

Compartir