“¿Sera posible preservar al amante y al poeta, sin preservar al lunático?”

 

Me parece curioso que muchas de las publicaciones que hablan sobre corazones rotos, amor, relaciones, rupturas, miedos o dudas estén enfocados (casi por completo) a las mujeres, y lo digo porque pareciera un estereotipo más que llenar, como si los hombres lo único que supiéramos del amor fuera andar rompiendo corazones y esconder todas las emociones que podamos experimentar. Resulta un poco cínico pensar que solo las mujeres lloran por amor, que solo a ellas les duele o que solo los hombres podemos romper corazones. La realidad es más grande que el estereotipo: los hombres también podemos amar y llorar por un corazón roto, las mujeres también pueden ilusionar o romper un corazón. Por eso, aunque odiemos los clichés y podamos sentir el amor de nuestra familia, amigos o nuestra mascota, es muy probable que a más de alguno de nosotros no le caería mal estar con alguien para compartir el caos y hacernos la vida imposible.

He hablado antes del amor y su diversidad de formas, de hacerse tangible y propio: un padre en pijama esperando el bus junto a sus hijos, los amigos que se apoyan uno a otro o las personas que no se cansan de luchar por un presente mejor. Porque allí donde los corazones laten y hacen eco por un ideal, un sueño o una causa, donde dos amantes se ven a los ojos y encuentran los secretos del cosmos, el sentido a la búsqueda, paz, silencio y complicidad… allí está el amor.

En algún punto nuestra generación pasó del sueño romántico sobre el amor, a la frialdad del mecanismo neuronal dopaminérgico de un sentimiento; de fuego en el corazón y las mariposas en el estómago a la monotonía del WhatsApp y los emojis. El cortejo, la amistad, el enamoramiento, las relaciones y hasta las rupturas han cambiado tanto entre las generaciones pero aún siguen atadas a los mismos estereotipos entre hombre y mujer. De allí que ver a dos hombres en público tomados de la mano resulte tan “extraño” o que las mujeres no tengan porque “tomar la iniciativa” … son dos cosas que no cuadran en esa, tan antigua, concepción del amor que nos han enseñado; y, sin embargo, parece que tuviéramos miedo a las relaciones, a las etiquetas o los compromisos, ninguno de nosotros quiere escuchar, sino ser escuchado o dar pero no recibir.

Sin importar cuantos estereotipos, máscaras o preceptos le demos al amor, este se encargara de romper todos y cada uno de ellos a través del amor propio y el amor por el otro; con esos sobrenombres absurdos que decimos con tanto cariño, los momentos donde el secreto del cosmos se concentra en la sonrisa del amado, a través de los abrazos que son un bálsamo para el corazón, con esas canciones absurdamente cursis que dedicamos o esa extraña codependencia de querer contarle al otro todo lo que ha sucedido en nuestro día y sentirnos escuchados, comprendidos, aceptados.

Esa forma legal de locura, donde el cosmos y el mundo se reduce al espacio y tiempo en esos momentos de pasión, arte, romance y complicidad.

Es extraño hablar de amor en tiempos de Instagram, Facebook, Tinder y WhatsApp, hemos crecido mostrando lo buenos que somos poniendo filtros y hashtags a lo que vivimos; aun me pregunto cuando fue que pasamos de vivir momentos de agonía decidiendo si llamábamos a la otra persona (y rogar porque no contestara su papá) a un simple movimiento a la derecha o a la izquierda para decirle a alguien que nos atrae. En definitiva, el amor no cambia, pero su concepción se transforma de acuerdo a las generaciones de turno. Pero no podemos negar que aún hay algo en nosotros, quizá producto de las canciones y la literatura, que vive en búsqueda de ese viejo arquetipo de amor, el mismo que inspiró Romeo y Julieta o The Notebook. Ese mismo arquetipo de tomarse las manos, de sentirse apoyado por el otro y retado positivamente, que nos impulsa a ser una paradoja de sentimientos y pensamientos… capaz de llevarnos a vivir una vida al borde del éxtasis y la tristeza.

Todos caeremos víctimas del amor al menos una vez en nuestra vida; y por instantes seremos los amos del universo, extremamente felices y todo el mundo tendrá sentido, todo mientras nos dure porque luego vendrán las lágrimas, los miedos y el dolor que genera el vacío en nuestras rutinas la ausencia de ese amor. Sin importar el tiempo que te tome, sanarás y terminarás por darte cuenta que las relaciones y el amor no tienen una aplicación que nos pueda falicitar las cosas, ambos son procesos lentos, confusos, incomodos y hasta complicados a través de los cuales vamos moldeando nuestro corazón.

Así que vete deshaciendo de los estereotipos, porque el amor no es solo tomarse de las manos, besarse, escribirse y tomarse todas las selfies que puedan, va mas allá de eso… es sostener el corazón de la persona que amas, es llevar su bebida favorita sin que ella/él te lo pida, los momentos de intimidad física e intelectual, es saber escuchar como estuvo su día y que le aqueja, saber darse y saber recibir lo que la otra persona pueda darnos, es amar quien eres y amarla/amarlo por quien es. No es a quien extrañas a las 3 am cuando no puedes dormir, sino a quien quiere contarle ese evento fantástico del cual fuiste testigo a las 2 de la tarde.

Tienes dos opciones cada día de tu vida: amor o miedo, escoge el amor y arriésgate… enamórate o vive en el intento.

“El amor es la respuesta a la existencia humana, pero no la solucion” – Jason Silva

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