Roset Román/ Organización de Estudiantes de Nutrición/

Amor propio. Creo que es un tema complicado, más cuando le intentamos dedicar tiempo a todo nuestro alrededor y muchas veces nos olvidamos de darnos tiempo a nosotros. Estamos interesados en conocer, hablar con otros, interactuar, hasta cierto punto, ser socialmente aceptados.

¿Nos preocupamos por conocernos más a nosotros mismos? ¿Cuidamos nuestra salud física y mental? ¿Nos damos tiempo para amarnos? ¿Damos gusto a algunos de nuestros deseos?

¿Realmente nos aceptamos tal como somos? ¿Hemos descubierto que nuestras experiencias cotidianas nos cambian?

Nuestra sociedad nos ha llenado de mensajes sobre la forma en la que debería ser nuestro cuerpo, como deberíamos vestir, qué cosas comer y qué cosas tener. Todo esto para ser “socialmente aceptados”. Muchas veces hasta nosotros nos clasificamos en cierto tipo de persona, olvidando quién realmente somos.

Desde que entramos a la adolescencia empezamos a encontrar cosas de nuestro cuerpo con lo que no estamos conformes, y creo que es porque nunca nadie nos enseñó sobre aceptación propia. Muchas veces vemos y criticamos cosas de los demás, pero no sabemos la lucha interna que lleva cada persona.

El mayor problema muchas veces llega a ser nuestro cuerpo, nos han puesto tantos modelos de un cuerpo aparentemente saludable y perfecto que muchas veces intentamos hacer lo que sea para ajustarnos a ese modelo. Todos los días recibimos un mensaje de familiares, amigos o en los medios, sobre nutrición, salud y ejercicio. Planificamos rutinas de ejercicio, dietas que nunca llegamos a cumplir y lo sentimos como un castigo y una gran lucha solo para intentar sentirnos mejor.  Nos da ansiedad comer lo que aparentemente no es saludable y comenzamos una lucha con los alimentos. Empezamos a restringirlos para sentirnos bien o nos encontramos en el otro extremo. Mientras más comemos mejor nos sentimos porque nos ven como una persona de gran apetito que se las puede todas.

Lo anterior nos lleva a malas conductas alimenticias y nunca nos damos cuenta, se hace parte de nuestro día a día y con el tiempo nos consume.

El cambio empieza en nuestra actitud, en tenernos autocompasión. Se debe aceptar tal cual uno es y saber que somos capaces de cambiar. Estar conscientes que si es necesario el cambio es porque este nos hará sentirnos mejor, ser más felices. La única persona que puede hacerte feliz eres tú mismo. Estar conscientes que somos más que un número en la balanza, más que un título universitario, más que un trabajo. Somos humanos, tenemos defectos, pero también muchas cualidades que nos hacen únicos.

Por último, es importante reconocer que nunca está mal un poco de ayuda ya sea de un psicólogo, una nutricionista o de un profesional especializado en el tema.

¿Amor para siempre? Sí, el propio.

Compartir