Dicen que la vida son momentos. Experiencias. Y que de ellas debemos aprender.
Ese amor adolescente que no funcionó pero que dejó tanta huella. La mala jugada de aquel amigo que ahora es simplemente un conocido. Las experiencias no agradables del primer trabajo. La victoria de aquel torneo de fútbol del colegio. Los encuentros y las despedidas con otros.
Con el café en la mano, la amiga nos invita a no intentar olvidar a ese novio, amigo o jefe con el que las cosas no resultaron como planeado. No olvidarlos porque forman parte de las experiencias personales de las que aprendemos y con las cuales crecemos. Y por las cuales hoy somos quienes somos.
Es interesante analizar la forma en que el ser humano observa e interpreta situaciones.
Entender el pasado y aprender de el es un consejo totalmente recomendable cuando de experiencias personales se trata. Pero cuando damos un paso más en la distancia e intentamos hacer el mismo ejercicio con comunidades más grandes, la mente no funciona igual.
Nos es imposible aprender del pasado y resolver los problemas familiares que vienen del tiempo de la abuela Cristina.
Lo mejor es cerrar los ojos, creer que nada ha pasado y sonreír para la foto familiar. La mamá no le habla a la tía, se evaden en los pasillos del supermercado y se critican mutuamente siempre que pueden. Y en el fondo, creen que sin resolver los problemas del pasado lograrán construir un presente y un futuro familiar armonioso. Nada más alejado de la realidad.
Y si eso sucede en los ámbitos familiares, imaginemos qué sucede cuando damos un paso más en la distancia y nos vemos como país. ¿Aprender del pasado? ¿Para qué? Ahora debemos concentrarnos en el futuro. Una frase tan gastada cuando las personas empiezan a hablar o tocar temas del pasado del país, como lo es el conflicto armado interno. Ya se terminó, no vale la pena hablar de eso.
Curioso, porque los mismos que dicen esas frases con tanta firmeza y precisión son quienes convencen al amigo que acaba de terminar con la novia, que del pasado se aprende para poder continuar.
Este 28 de enero los tribunales de justicia del país, específicamente el juez Miguel Ángel Gálvez, decidirán si el exgeneral Efraín Ríos Montt será llevado a juicio por los delitos de genocidio y deberes contra la humanidad, algo que nunca ha sucedido hacia un ex jefe de Estado en este país. Si se decide juzgarlo, el militar retirado de 86 años de edad deberá responder por sus actos como gobernante cuando tenía 57 años, entre 1982 y 1983.
En esos años se registran 15 masacres, más de 1,000 indígenas ixiles asesinados y alrededor de 30,000 personas desplazadas. Muertes inocentes.
Hechos del pasado que se cruzan en el presente.
Si es necesario entender y analizar el pasado como una premisa personal será algo que cada persona debe decidir. Hacer lo mismo como país es algo necesario y hoy 28 de enero de 2013, debemos estar atentos a lo que suceda en esa torre de Tribunales.
Fotografía: www.warrior-soul-ministries.blogspot.com