Diego Secaira/ Colaboración/

Batallar en un frente sin aliados es estratégicamente desfavorable. Las probabilidades de lograr los objetivos cometidos son bajas y los recursos serán insuficientes todo el tiempo. Los actores cometen el error de atacar a sus aliados, abriendo frentes innecesarios y desperdiciando oportunidades de cooperación valiosas. Lastimosamente, la miopía que genera la discriminación y la falta de experiencia política evita que actores con intereses similares o alineados cooperen en un mismo frente. La izquierda en Guatemala es mínimamente criticada por no lograr una coalición eficaz y optar por una estrategia no partidista, lo que causa que la derecha tome los puestos estratégicos de toma de decisión, moldeando el Estado según sus intereses.

En un sentido similar a la izquierda, diferentes grupos sociales se atacan entre sí, socavando las posibilidades de mayores logros para ellos. Recientemente la polémica sobre la bandera de la diversidad sexual ha desatado múltiples rechazos. Muchas de las posiciones en contra se leen de mujeres, indígenas e incluso homosexuales. En Guatemala la equidad de mujeres, la inclusión indígena y la igualdad de la diversidad sexual son temas pendientes. No existe un frente común entre los actores que luchan por estas causas y las bajas son incalculables.

Estos tres grupos tienen tanto en común que la coordinación para accionar en conjunto debería ser punto principal en su agenda.

Es necesario reconocer el origen en común, el feminismo. Los hijos teóricos del femenino son el movimiento LGBTI y el movimiento indígena. El feminismo es “toda teoría, pensamiento y práctica social, política y jurídica que tiene por objetivo hacer evidente y terminar con la situación de opresión que soportan las mujeres y lograr así una sociedad más justa que reconozca y garantice la igualdad plena y efectiva de todos los seres humanos.”  (De las Heras, S., 2008). El feminismo reivindica los derechos universales de los hombres reclamados en la ilustración que deja fuera a las mujeres y a hombres de diferentes etnias, preferencias sexuales, religiones, etc. Podemos asegurar que la naturaleza de los movimientos indígena y gay buscan lo mismo, llevar el pleno ejercicio de los derechos a los otros segmentos de la población, los cuales el movimiento feminista no excluyó al reconocer como centro de su base teórica al ser humano y no únicamente a la mujer.

El feminismo no solo plantea la base normativa de los otros movimientos sociales mencionados, sino también la necesidad de llevar la lucha al plano político y jurídico, tanto de las ideas como de la práctica.  De las Heras plantea que “fue necesario que las nociones de libertad, de igualdad, de individuo y de sujeto de derecho se impusieran como nociones centrales del pensamiento político y jurídico”. (De las Heras, S., 2008) Fue el movimiento feminista el cual plantea que estas ideas deben tener como consecuencia cambios en el ámbito político y jurídico. No es casual que en el ámbito político los indígenas requieran cuotas de representación, esta acción era utilizada ya por el movimiento feminista para asegurar su representación en el Estado. De igual manera el movimiento gay, el cual engloba a la comunidad LGTBI, requiere legislación especial para el tratamiento en materia de salud pública de las personas transexuales. Recordemos que a las mujeres antes se les aplicó una legislación especial, con el fin de cuidar de mejor manera su salud, en especial con los elementos relacionados con la maternidad.

Es importante repasar la estrategia que siguieron las feministas en Estados Unidos vs las feministas europeas, lo cual refuerza el primer punto y nos da la pauta para un mejor accionar político de los nuevos movimientos. Las mujeres norteamericanas se unieron a otros grupos de movimientos sociales como el movimiento abolicionista y el de la reforma moral. Mencionaba que refuerza el primer punto ya que las mujeres reconocieron que la aplicación de su teoría era realmente universal. El movimiento feminista proclamaba que “la apelación a un universalismo ético que proclamaba la universalidad de los atributos morales de todas las personas”. (De las Heras, S., 2008) En contraste con el movimiento feminista europeo que no tenía tantas alianzas, o eran menos vinculantes, con otros movimientos sociales de la época. A este factor se le puede atribuir que el movimiento feminista en EE.UU “alcanzaran algunos derechos, como el de la educación o el del trabajo, antes que las europeas.” (De las Heras, S., 2008) El punto de hacer mención a la estrategia de las feministas en EE.UU. es para señalar que la necesidad de encontrar las raíces feministas es para reconocer los elementos que unen a los movimientos sociales de hoy en día y explorar, partiendo de ahí, la necesidad de unificar esfuerzos para el alcance de nuestros objetivos.

En conclusión, el movimiento indígena y el movimiento gay son feministas en tanto que su base teórica normativa proviene del feminismo.

Es necesario reconocer dichas raíces feministas para reconocer e incluir a todos los sectores excluidos y evitar cometer de nuevo el error de proclamar derechos universales sin aplicación universal. Por último, reconocer al feminismo como madre de estos movimientos nos obliga a estudiarlo y por ende aprender ese terreno en común que nos permita accionar de manera conjunta y acelerar la llegada del ejercicio pleno de los derechos a todos los seres humanos.

Imagen: José Pablo Anleu

Compartir