/Por: Keitleen Bran

 

Y volví,

a pintar las paredes de amarillo

para que combinaran con la luz que entra por la ventana.

Limpié las esquinas, desempolvé cajas, jarrones.

Moví de lugar los sillones,

colgué cuadros, tomé fotos

y sentí,

el terremoto dentro

de cuando parece que todo va a salir bien.

 

No hay margen de error. No hay preguntas en blanco,

como si nada fuera en vano.

Como si el tiempo finalmente premiara por aguantar sus juegos.

Como si el tiempo, tuviera piedad.

E instalé la alfombra frente a la puerta

“Bienvenida a casa”

y dejé las puertas entreabiertas,

para que entraras

y las puertas, se quedaron entreabiertas.

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