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Martín Berganza/ Opinión/ 

“Hemos llegado a este espacio santificado para recordarles… la feroz urgencia del AHORA. Este no es el momento para emplearnos en el lujo del enfriamiento o tomar la droga tranquilizante del gradualismo. Ahora es el tiempo de hacer verdad las promesas de la democracia”.- Martin Luther King, Jr.

Esta cita, proclamada hace casi 52 años en el famoso discurso “I Have a Dream” por el reverendo Martin Luther King Jr. (en adelante, MLK) nos viene como anillo al dedo a nosotros, los estudiantes y jóvenes de Guatemala. Dentro de su contexto original, el discurso de MLK se refería al Movimiento de Derechos Civiles que cobró fuerza a finales de los años ’50 y principios de los ’60, que buscaba terminar tajantemente con la segregación y discriminación legal e institucionalizada que sufría la población afrodescendiente en esa época histórica. King se refería a que la población que apoyaba dicho movimiento no debía conformarse con reformas graduales al sistema, sino que tenían que manifestar constantemente para que se erradicaran las barreras que los habían mantenido oprimidos desde el fin de la Guerra de Secesión, 98 años antes.

¿Por qué cité a MLK y su momento histórico? Porque me parece que vivimos un momento similar en Guatemala. El 31 de mayo cumple 30 años nuestra Constitución Política y a partir del 29 de diciembre habrán transcurrido ya 19 años desde la firma de los Acuerdos de Paz. Desde entonces, se suponía que viviríamos en un sistema democrático moderno, inclusivo y que tendería al bien común. Se nos prometió esto a la población para finalizar el Conflicto Armado. ¿Y qué pasó desde entonces? Resultó que terminamos viviendo en un sistema político diseñado exclusivamente para el enriquecimiento de unos pocos, legitimado cada cuatro años por elecciones de mero trámite, donde se premia al partido más persistente y acaudalado, al que ha gastado más en publicidad electoral y que acarreó a más votantes aprovechándose de su necesidad. Este gasto se ve como una inversión por parte de sus financistas, inversión que es devuelta con creces mediante privilegios y corruptelas.

¿Es esto lo que se nos fue prometido al promoverse la Constitución y los Acuerdos de Paz?

El 25 de abril, la ciudadanía respondió con un tajante “no”. El destape del escándalo de “La Línea” fue el colmo para la ciudadanía. El 1 de mayo, los estudiantes de la Universidad Rafael Landívar y los de la Universidad de San Carlos nos organizamos en una marcha fraterna, pidiendo la renuncia de Roxana Baldetti y manifestándonos en contra de la corrupción que ha engendrado este sistema político. Ese día, renació el movimiento estudiantil organizado en Guatemala. Ese día, renació la esperanza. Desde la renuncia de Baldetti, los Landivarianos y San Carlistas han estado en proceso de organizarse con las demás universidades privadas para exigirle al Congreso de la República una serie de reformas políticas que han estado rezagadas desde hace años, así como manifestar nuestro descontento ante la ineptitud y corrupción del sistema político.

Regresando a la reflexión de MLK, el Movimiento de Derechos Civiles liderado por estudiantes y líderes religiosos en EEUU resultó en el Civil Rights Act de 1964. Terminó con la segregación racial en espacios públicos y negocios, así como la eliminación de barreras para el voto afroamericano. El Movimiento de Derechos Civiles fue perseverante y constante, y no desfalleció hasta conseguir un objetivo concreto. Esto se pudo en los Estados Unidos de los sesentas. No sé por qué, como estudiantes, no podemos dar el ejemplo para la sociedad para lograr estos cambios en la Guatemala del 2015.

Lo peor que puede pasar es que desfallezcamos, que sintamos que no podemos cambiar las cosas ni lograr objetivos y metas concretas. Este no es el momento para desfallecer, para la complacencia o para la cobardía. Este es el momento donde tenemos que reconocer nuestra propia importancia, así como el poder que tenemos para lograr estos cambios. Ustedes vieron cuán rápido reaccionaron los políticos ante la presión combinada de nosotros, junto con la Embajada estadounidense, la sociedad civil e, incluso, el CACIF cuando se pidió la prórroga del mandato de la CICIG. Incluso, una política tan poderosa y prepotente como Roxana Baldetti sintió la presión y renunció. Ahora, tenemos que seguir con estas manifestaciones, con esta presión para lograr la reforma política. Vimos que pudimos.

Los invito a unirse a la marcha del 16 de mayo a las 13:30 frente a la Corte Suprema de Justicia, que terminará en la Plaza de la Constitución, para manifestar nuestro repudio a la corrupción y exigir cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. No podemos quedarnos callados ni pasivos. Queremos cambios. Este es el momento para exigirlos.

Los veré allí.

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