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Gabriel Reyes/ Opinión/

La gente como Cerati tiene un pacto con algún ente melancólico superior, no sé si dios o el diablo medicaron el suplicio de un atormentado. El artista inminentemente explosivo fue un fenómeno volcánico de un frondoso arte de alquitrán, fue un monólogo de displicente talento constante, un rey Midas del Rock and Roll y su virtud fue monopolizar una vertiente indefinible del Rock en español y sobre todo del Rock latinoamericano y su corriente huracanada de los 80´s y 90´s.

La Argentina de Cerati era la Argentina de los 70´s, la época de “Proceso de Reorganización Nacional”, las dictaduras militares y el terrorismo de Estado inundaban las calles de Buenos Aires; las desapariciones forzadas, las continuas violaciones a los Derechos Humanos y el fenómeno del anticomunismo, recurrente en la América Latina, abanderaron a una generación perdida, recluida en el miedo a la expresión, a la verdad y a la revelación de inquietudes artísticas. Detrás de bambalinas evolucionaba Gustavo, el caricaturista, el “Supercerebro”, que para finales de los 70´s despertaba de su inmaculada juventud a recibir la llamada de las cuerdas y las bandas. Formó muchas, congregando infinidad de músicos en bandas como Savage, Vozarrón y Triciclo, donde la fusión de géneros en la confusión de principios de los 80´s se confabuló con su afición por The Police y sus contratiempos, Queen y el apadrinamiento del maestro Spinetta.

Cerati  rodeó su inocencia de gente como Andrés Calamaro, Sandra Baylac y Zeta Bosio, quien lo acompañara en el viaje estelar de lo que después fuera Soda Stereo.

El fenómeno New Wave, el MTV y la Guerra de las Malvinas fueron el coctel perfecto para el despegue sublime del trío, ya entonces formado por Gustavo Cerati (voz y guitarra), Zeta Bosio (bajo y coros) y Charly Alberti (batería). Se llamó Soda Stereo, quien sabe porqué; un periodista de la revista Imagen Animal afirmaba: “Ellos dicen que hacen música con burbujas. Pero en lugar de tratarse de lujosas burbujas de champagne, afirman hacer asumido la representatividad cotidiana y popular del sifón.”

Soda Stereo emerge del vientre de la tierra un 19 de diciembre de 1982, lo que pasó después es un cuento tradicional del rock latinoamericano, un dominó de consecuencias de la selva. Cerati se convierte en monstruo, en profeta, y de su biblia se desprenden versículos maravillosos: Soda Stereo (1984), donde Cerati aborda el hedonismo dionisiaco de la cultura de la época en giros de sonido new wave, sintetizadores y mucho spray para el pelo, “Un misil en mi placard” y “Tratame suavente” entre otros gritos ahogados empiezan a navegar por el horizonte de la historia.

Nada personal (1985), Signos (1986), Doble vida (1988), Canción animal (1990), el epítome de su ya exponencial carrera, de donde se desprende el mítico, repetitivo, violado y abusado por todas las bandas de covers en la historia de Latinoamérica: “De Música Ligera”. Dynamo (1992) y Sueño Stereo (1995), para no entrar en detalles, vaya usted a su discoteca, cómprelos y fúmeselos, como es propio, más que una historia, es un viaje macabro por el tormento de la vida. Podría, rola por rola, describir mis sentimientos muy privados, pero son los suyos los que importan.

Paralelo a Soda, Gustavo empezó a navegar por las aguas del egoísmo y a individualizar su creación que partir de ese principio, sería la bandera de una gran nación rocanrolera, así el “Amor Amarillo” y el “Plan V” hacían sombra a la inmensidad de Soda.

Soda Stereo muere temporalmente un día del trabajo de 1997, a lo que Gustavo pone epitafio en una carta que termina así: “Cortar por lo sano es, valga la red, hacer valer nuestra salud mental por sobre todo y también el respeto hacia todos nuestros fans que nos siguieron por tanto tiempo. Un fuerte abrazo”. Cayó Roma pero vivió el emperador, Cerati emprendió un viaje romántico, alucinógeno y mortal; nació Bocanada por allá de 1999, el álbum que para mi dulzura personal lo eleva a un carácter genial de la pura evidencia de la superdotación de su talento y su contacto con los sentidos, el puente, el Río Babel, son tentáculos de un pulpo fantástico, óigalo usted y viaje.

Lo siguieron los 11 Episodios Sinfónicos y el esfuerzo de Cerati por tocar las más puras entrañas de la música, “Siempre es Hoy” y la curiosidad electrónica y un último y paranormal regalo en “Ahí Vamos”, antes de publicar Fuerza Natural…

En 2007, como un latido ahogado, Soda regresa, dichosos aquellos que se ahogaron en esos mares de gente y alcanzaron el orgasmo musical, dichosos… los vieron volver.  El 15 de mayo del año 2010 se apagaron las luces, aquel cerebro de conexiones eléctricas, maravillosas, de retazos de profunda espiritualidad, de una irrompible comunicación con las manos de uno de los guitarristas más grandes que he tenido el honor de percibir, se desconectó de un golpe fugaz, y durmió, durmió hasta ya no despertar.

El 4 de septiembre del 2014 trascendió a ser leyenda, renunció.

Aquellos que volamos con tus séptimas mayores y tus letras precisas, tememos no conocer otro vestigio de tus niveles de grandeza, perdón si te sobredimensioné, pero mi corazón se siente delator, delator del más grande músico de rock latinoamericano, sin miedo a equivocarme.

Hay un soplido de vacío por tu muerte, adelante Gustavo, ahí te ves. Gracias totales…

Foto portada

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