Laysa Palomo/Brújula
“Me fui cuando tenía 14 años con mi papá. Vivimos un tiempo en México, ahorramos dinero y un coyote nos ayudó a pasar el desierto. Viví en Estados Unidos por ocho años, estudié y trabajé en una empresa constructora hasta que migración me detuvo mientras manejaba porque alguien que creía que yo ayudaba a ilegales a ingresar al país, me denunció con la policía. Esto fue el 8 de agosto del 2011”. (Beto Cruz)
De acuerdo a la Dirección General de Migración (DGM), las deportaciones de inmigrantes guatemaltecos desde Estados Unidos alcanzan hasta agosto de 2014, un número de 39 mil 29 personas, tanto hombres como mujeres. Todos ellos regresan a Guatemala con una condición incierta. Algunos regresan a las áreas rurales de donde salieron y muchos otros deciden establecer su nueva vida en la ciudad capital; sin embargo, se enfrentan a una tasa de desempleo a nivel urbano metropolitano del 6.2% (INE 2013). Por ello, ante esta situación, es válido preguntarse a qué tipo de trabajo aplican los migrantes deportados a su retorno y cómo logran su reinserción dentro la sociedad guatemalteca. Al parecer, muchos encuentran en los famosos call centers una respuesta a su condición.
“Regresé a Guatemala cuando tenía 21 años. No hablaba español y apenas tenía a mi media hermana en Santa Rosa. Había llegado a los Estados Unidos a los cuatro años y aunque era muy patriótico, porque hasta tengo un tatuaje de Guatemala en mi espalda, el regreso no fue algo placentero. Quería vivir en la ciudad, por lo que tenía que conseguir un trabajo. Me recomendaron un Call Center y apliqué.” (Alex Argueta)
La Asociación Guatemalteca de Exportadores (AGEXPORT) indica que los call centers tienen poco más de una década de estar funcionando en el país y en los últimos años, se ha visto un aumento en las empresas transnacionales que instalan sus operaciones en Guatemala. En el 2013 los call centers tenían proyectado generar 19,000 empleos, probablemente esto responde a que Guatemala es un país que ofrece mano de obra barata y es considerado unos de los mejores países en prestar el servicio de atención al cliente. Sin embargo, para muchos guatemaltecos la idea de trabajar en un call center no suena prometedora: salarios base con el sueldo mínimo, bonos difíciles de obtener según el rendimiento, ajustados horarios de trabajo, un ambiente lleno de estrés y actividades rutinarias y mecanizadas que dejan poco a la creación e invención propia, siendo esto lo que el imaginario social posee acerca de lo que ofrecen estas empresas.
Pero algo tienen que las está diferenciando del resto: son de las pocas compañías que acogen deportados dentro de sus planillas laborales.
“Es lógico que ciertos call centers acepten deportados. Tiene cuentas de clientes masivos por cubrir que necesitan un buen nivel de inglés y mucha familiarización con la cultura americana. Para ellos resulta fácil contratar este tipo de personas pues hablarán fácilmente con los clientes” afirma Danilo Calvillo, trainer de un call center guatemalteco. En Guatemala, de los aproximadamente 14 call centers que operan (AGEXPORT 2014), son pocos los que actualmente se encuentran ofreciendo oportunidades a migrantes retornados. La justificación para muchos de no hacerlo, tal y como afirma Danilo, es porque una gran cantidad de estas personas tienen antecedentes legales y penales. Sin embargo, para estas empresas trae cuenta tener reclutados a migrantes pues de esta forma no tendrán que invertir gran cantidad de tiempo en mejorar su inglés y acento. Quizá no sea una labor social que se hayan impuesto, pero siguen siendo los únicos que realmente les están brindando oportunidades de empleo.
“Acepté el trabajo en el call center porque prefiero esto en lugar de estar trabajando en el campo. Mi familia es de Escuintla y el trabajo allá es difícil. No me gusta porque no es lo que estudié en U.S.A., pero aquí puedo ser yo. No me juzgan por mis tatuajes y conozco a personas que tienen la misma condición. Tomé la decisión de acostumbrarme a la vida de Guatemala.” (Beto)
Por políticas que manejan este tipo de empresas, una de las ventajas al trabajar para estas es que la presentación personal de sus empleados no es algo primordial para la contratación, a diferencia de muchas de las compañías guatemaltecas regidas por normas conservadoras que son parte de nuestra cultura. Esto beneficia a los migrantes deportados que muchas veces regresan con conocimientos de maquinaria y procesos más innovadores, formas de comercio, etc.
“Al regresar a Guatemala, decidí marcharme a Europa. Estando allá tuve que tomar una decisión, ¿Me quedaba en Holanda limpiando baños o regresaba a mi país, me ponía a estudiar y trabajaba? Amo a mi país, así que después de un año regresé. Sabía que no quería estar en un call center pero era la solución más fácil porque no tenía educación que valiera en Guatemala. Tuve la suerte de encontrar un puesto en uno que no recibe llamadas sino que hacemos un trabajo de back office.” (Alex)
Capacitaciones versus oportunidades de empleo
CONAMIGUA es la institución gubernamental responsable del migrante fuera y dentro del país, por lo que su apoyo a aquellos deportados se supone debe ser clave en su reinserción a la sociedad. Posee varias alianzas con diferentes instituciones como el Comité Nacional de Alfabetización (CONALFA) o el Instituto Técnico de Capacitación y Productividad (INTECAP) para brindar capacitación a todos aquellos que la necesiten para aplicar a algún puesto laboral. El problema con esto es que no existe una buena comunicación por lo que solamente un 0.2% de los retornados son quienes aplican a dichas capacitaciones. ¿Será la educación entonces la solución para estas personas? Se supone que a su regreso les notifican sobre estos programas, pero si nadie aplica, quizá lo que están buscando sea un trabajo, porque tienen que cubrir sus necesidades básicas antes de buscar capacitarse. Tal y como lo explica Maslow en su pirámide, primero tendrán que cubrir todo aquello fisiológico que necesiten como la comida y un lugar para vivir para luego buscar una superación personal.
Programas como el de “Bienvenido a Casa” brinda ofertas laborales para quienes deseen aplicar, pero la mayoría son puestos a nivel técnico que podrían no ser bien remunerados y es justo aquí donde entra el papel protagónico de los call centers. Si bien es cierto que no todos los retornados pueden aplicar porque muchas veces su nivel de inglés solamente es bueno en el acento y pronunciación al momento de entablar conversaciones, se convierte en una solución para aquellos que demuestren destrezas de fluidez, gramática y conocimientos de computación.
“No me gustaría trabajar en una empresa guatemalteca porque tienen culturas organizacionales muy cerradas, estás allí porque tenés un título y cuello, no porque valoren tus habilidades. En los call centers en inglés al menos reconocen lo que hacemos y tenemos oportunidad de crecer además de recibir un buen salario. No me voy a matar trabajando para recibir solamente Q2,500 al mes”. (Alex)
El problema entonces se encuentra en cómo se maneja el tema laboral como país para los retornados. Soluciones más viables como un proceso de entrega de papelería del RENAP más rápido o validar los estudios que recibieron en Estados Unidos en Guatemala, podría ayudarlos a aplicar no solo a empresas tipo call center, sino a otro tipo de empleos en donde esa educación pueda formar parte de mejoras y cambios en las mismas empresas que los acogen. Un ejemplo en pequeña escala lo demuestra Café R.E.D. en Xela, donde cada trabajador es un deportado encargado de un área específica (cocina, atención a clientes, etc.) donde es libre de implementar lo que crea necesario para brindar un mejor servicio.
“Me quiero regresar, tengo a mi hijo y a mi familia allá. No tengo fecha aún y hasta que eso suceda seguiré trabajando para tener la mejor vida que pueda aquí. Me di cuenta que me gusta enseñar y sería una bonita experiencia trabajar dando clases de inglés, pero mientras tanto seguiré en el call center porque no solo mi salario es bueno, sino que me aceptan por lo que soy.” (Beto)
“Este puesto me ha abierto las puertas para muchas buenas experiencias en mi vida. A cualquiera que no le guste trabajar y que no entienda que es el esfuerzo no le va a gustar el ambiente de un call center. Sí, es mucha disciplina, pero te siguen remunerando justamente. Estoy estudiando en la Galileo, logré subir de puesto y estoy seguro que eso es algo que no habría alcanzado en empresa guatemalteca. Esto es lo más cercano que tengo a algo que yo conozco, a mi vida de antes.” (Alex)
En definitiva estas empresas no son las únicas que se encuentran contratando a migrantes, pero su proceso de selección rápido y basado en habilidades es justamente lo que ellos necesitan, pues la mayoría debe comenzar de cero. Implementar programas en empresas nacionales que atiendan a su llamado de urgencia por un puesto laboral podría abrir las puertas hacia una cultura de hospitalidad. No olvidemos que los migrantes son una de las principales fuerzas laborales de los Estados Unidos y poder aprovechar sus capacidades y habilidades aprendidas es un potencial que se debe considerar para el desarrollo de nuestro país.