Gabriela Sosa / Colaboración /
¿Quieren saber un secreto? Nadie sabe en realidad qué hacer con su vida, y los que encuentran algo, puede emocionarlos por un tiempo pero luego se vuelve rutinario, algo de todos los días y regresan al mismo punto de no saber qué rayos hacer con su vida y no encontrarle la alegría a lo que están haciendo. En pocas palabras: se aburren.
Pero la sensación de saber qué es lo que se quiere hacer y luchar por eso, aunque dure poco, es increíble.
Por eso se debe seguir adelante, aunque a veces parezca tedioso e imposible; porque la verdad es que nos encanta. Es nuestra naturaleza humana querer lo que no tenemos, soñar lo imposible, quejarnos por lo que nos falta y pensar que si tuviéramos lo que “en verdad” queremos, seríamos felices. Y ese es el verdadero sentido de la vida: la eterna búsqueda de sentido; la constante lucha por lograr los imposibles, los planes, los sueños, las lágrimas, los fracasos y errores, los gritos y desesperaciones, las tristezas y desilusiones. Para eso es para lo que vivimos: para la experiencia.
Todos se enfocan siempre en el “happy ending”, el “final feliz”; pero lo verdaderamente importante, lo que recordamos y más apreciamos es la historia que vivimos en el camino hacia ese final. Por eso decía mi abuela que lo único que no tiene solución es la muerte porque solamente al llegar a la muerte es que es el verdadero fin; de hecho, los que hemos leído una respetable cantidad de libros del género fantástico podríamos argumentar que incluso la muerte no es impedimento o final.
El punto es que el no saber qué hacer con nuestras vidas, no es estar haciendo las cosas mal, no es estar perdidos, no nos hace personas fracasadas; el no siempre alegrarse por lo que tenemos tampoco está mal.
Al contrario, conformarnos y pensar que esto es todo lo que hay y podemos hacer aunque sintamos que podría haber algo más: eso sí es preocupante.
No digo que no hay que agradecer y apreciar lo que tenemos. Por supuesto que hay que disfrutarlo; pero quedarnos varados en ese punto de nuestras vidas, sería en verdad una lástima, ya que limita demasiado el crecimiento personal, cierra puertas y ventanas a aprender cosas nuevas y continuar desarrollándonos. El mundo es muy grande como para limitarnos únicamente a lo que tenemos enfrente.
El creer que ya hemos cumplido, visto, aprendido y hecho todo lo que tendríamos, ese es el verdadero y único fracaso que puede tener un ser humano.
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