Hace algunos años, mi papá me regaló un libro que tenía guardado en su biblioteca.

– “Léelo” – me dijo.

El libro se titula “El hombre mediocre”, escrito por el sociólogo y médico argentino José Ingenieros.

A priori, no me parecía nada más que una obra motivacional, pero conforme fui avanzando en su lectura, caí en la cuenta que el libro contenía una fuerte carga filosófica y un profundo espíritu reflexivo.

En términos generales, la obra trata sobre la naturaleza del ser humano – Ingenieros utiliza el término “hombre”, en un sentido general – resaltando tres tipos de personalidades: i) el hombre inferior; ii) el hombre mediocre; y iii) el hombre idealista, analizando las características morales de cada uno y el papel que estos tipos de hombres han adoptado en la historia, la sociedad y la cultura, constituyendo así una verdadera obra de arte de crítica sobre la moral.

José Ingenieros es enfático al afirmar que “no hay hombres iguales”, exaltando de una forma muy particular al hombre idealista.

A continuación algunos criterios que según la lectura, nos permitirán distinguir las distintas personalidades del ser humano:

El Hombre Inferior

  • Es salvaje y poco reflexivo.
  • No es nada más que un animal humano.
  • Inepto para adaptarse al medio social en que vive.
  • Su personalidad no se desarrolla.
  • Vive por debajo de la moral o de la cultura dominante, y en muchos casos, fuera de la legalidad.
  • Incapaz de pensar como los demás y compartir las rutinas comunes.

El Hombre Mediocre

  • Incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro por el cual luchar.
  • Se vuelve sumiso a la rutina y a los prejuicios.
  • No cuestiona a la colectividad, sino que sigue ciegamente a la masa.
  • Es dócil, maleable e ignorante.
  • Un ser carente de personalidad, contrario a la perfección del idealista.
  • Vive según le convenga.
  • Esquiva el amor como si fuera un abismo; no logra aprender a amar.
  • Es vil, escéptico y cobarde.
  • No son genios, ni héroes ni santos.
  • No acepta ideas distintas.
  • Rechaza el idealismo por envidia e intenta opacar desesperadamente toda acción noble.

El Hombre Idealista

  • Concibe ideales legitimados sólo por la experiencia.
  • Se propone seguir ideales de perfección muy altos, en los cuales pone su fe, para cambiar el pasado en favor del porvenir.
  • Está en continuo proceso de transformación, que se ajusta a las variaciones de la realidad.
  • El idealista contribuye con sus ideales a la evolución social, por ser original y único.
  • Se perfila como un ser  individualista, que no se somete a los dogmas morales ni sociales; consiguientemente, los mediocres se le oponen.
  • El idealista es soñador, entusiasta, culto, de personalidad diferente, generoso, indisciplinado contra los dogmáticos.
  • Puede distinguir entre lo mejor y lo peor; no entre el más y el menos, como lo haría el mediocre.

A su vez, el autor hace una distinción entre dos tipos de personas idealistas: i) el idealista romántico (con el cual confieso me siento plenamente identificado); y ii) el idealista experimental.

El Idealista Romántico

Un poco más inocente que el segundo, Ingenieros hace una descripción casi poética de este tipo de personas:

  • El idealista romántico comprende que todos los ideales contienen una partícula de utopía.
  • Busca el ideal que su imaginación señala: su gloria está en marchar hacia él.
  • Son cultos, iluminados por el saber y la cultura.
  • Quiere amar, incesantemente, ofreciendo su vida por una caricia y su genio por un beso.
  • Cuando debe tomar decisiones, se inclina por el latir más intenso de su corazón.
  • Construyen sus ideales sin conceder nada a la realidad, rehusándose al contralor de la experiencia.
  • Son ingenuos y sensibles, fáciles de conmoverse, accesibles al entusiasmo y a la ternura.
  • Un minuto les basta para decidir de toda una vida.
  • Todo romántico idealista está por Don Quijote contra Sancho; por cualquier ideal contra toda mediocridad.
  • Su elocuencia está en su corazón.

El Idealista Experimental 

Mucho más asentado en la realidad que el idealista romántico, Ingenieros describe al idealista experimental como un idealista “más educado” que el anterior.

  • Sabe acoger las experiencias de la vida, menos romántico e sentimentalista.
  • Los golpes de la realidad no lo matan, sino que lo educan.
  • Su afán de perfección, busca los caminos propicios.
  • La experiencia regula su imaginación, haciéndola más cuidadosa y reflexiva.
  • Este es el idealista que transforma nuestro mundo y el tipo de hombre al que todo ser humano debería aspirar.

La lectura de este libro ha sido, sin temor a equivocarme, una de las más enriquecedoras de mi vida.

La gran mayoría de nosotros, en algún momento de nuestras vidas, hemos transitado por el sendero del “hombre mediocre” luego de la decepción y frustración que podrían dejar las decisiones equivocadas, derrotas y malas experiencias. No obstante, esta apasionante lectura me hizo recordar que los ideales son esos anhelos profundos del corazón, aquellos que guían nuestro caminar y orientan nuestras decisiones, de tal manera que los sinsabores de la vida jamás podrían servir de justificación para convertirnos en “animales humanos”, sin sueños, sin metas y sin un proyecto de vida definido.

Así pues, me parece que el tránsito de “hombre mediocre” a “hombre idealista” es menos complicado de lo que podría parecer: i) requiere de una profunda reflexión, en introspectiva, sobre nosotros mismos y sobre nuestro futuro; ii) no conformarse con lo menos, sino soñar con lo mucho. Así como Don Quijote, en contra de Sancho, por cualquier ideal contra toda mediocridad; iii) como el idealista experimental, poner “los pies en la tierra, pero con la mirada en el cielo”. Reconocer a la realidad como limitante, sin que eso minimice nuestro deseo de trascender, de soñar y de transformar el mundo.

Es por ello que se hace necesario “re descubrir” la importancia de aquellos ideales más nobles – hoy más que nunca – en este mundo lleno de desesperanza, donde pareciera que la injusticia, la pobreza, la miseria y la muerte son quienes conducen nuestro camino.

Por un mundo con más idealistas y menos mediocres. ¡Salud!

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