Juan Pablo Escobar Galo
“Nadie educa a nadie
-nadie se educa a sí mismo-,
los hombres se educan entre sí
con la mediación del mundo”.
Paulo Freire.
Hablar del ser humano es hablar del hecho educativo y sus diferentes facetas, momentos, corrientes y etapas; a lo largo de la historia se han creado diferentes métodos, teorías, corrientes filosóficas en torno al proceso educativo, en vías de responder a la naturaleza de la sociedad en la cual se desarrolla la vida humana. Es por ello que es preciso reflexionar en torno a si la educación ha sido y es un medio para replicar los sistemas imperantes o un proceso de liberación y realización de la vida humana.
La educación nace cuando surge el deseo de luchar, trasformar y aprovechar la naturaleza en busca de recursos y satisfacción de necesidades; cuando aparece la duda sobre el mañana o el deseo de modificar o facilitar algunas situaciones de la vida cotidiana, planteando alternativas y soluciones en busca de un “buen vivir”, no al modelo del “confort”, sino bajo la búsqueda de la realización individual y social.
El proceso educativo en sus inicios se basaba en la tradición oral de generación en generación, de manera informal y asistemática, con carencia de métodos “especializados” y con las dificultades que implicaba la ausencia de la escritura. A pesar de ser una educación empírica, ésta resultaba ser efectiva y útil para la realidad de los seres humanos; ¿qué es lo que ha provocado la complejidad educativa? ¿A qué modelo le debemos apostar? ¿Debe la educación estar al servicio del sistema social?
Debemos apostar a un modelo educativo que favorezca la liberación del ser humano como tal y no a un sistema o modelo pedagógico que replique y esclavice la vida humana al servicio únicamente de la productividad o la generación de riqueza, o en busca del anhelado “desarrollo” o “progreso” fijado por algunos grupos de poder que determinan lo “bueno” y lo “malo”.
En muchos modelos educativos de Latinoamérica y me permito afirmar con toda claridad que Guatemala no es la excepción; durante el siglo pasado y en especial en la etapa de las dictaduras militares a cargo del poder político, en lugar de fortalecer la “educación básica integral”, se fomentó el modelo de “educación bancaria”, en donde el saber es un depósito, carente de una visión crítica y al servicio del sistema que dominan los grupos de poder.
Ya Paulo Freire (2005, p.80) en los años setenta en el texto Pedagogía del oprimido, denuncia la imposición de la “educación bancaria” y establece los estilos de relación que dicho modelo educativo establece:
“El educador es siempre quien educa; el educando el que es educado. El educador es quien sabe; los educandos quienes no saben. El educador es quien piensa, el sujeto del proceso; los educandos son los objetos pensados. El educador es quien habla; los educandos quienes escuchan dócilmente. El educador es quien disciplina; los educandos los disciplinados. El educador es quien opta y prescribe su opción; los educandos quienes siguen la prescripción. El educador es quien actúa; los educandos son aquellos que tienen la ilusión de que actúan, en la actuación del educador. El educador es quien escoge el contenido programático; los educandos a quienes jamás se escucha, se acomodan a él. El educador es sujeto del proceso; los educandos, meros objetos.”
No es posible pensar en una educación que no libere o que no favorezca procesos de integralidad educativa para cada ser humano, debemos apostar por un modelo educativo que favorezca la vida humana a nivel individual y colectiva; tanto de pequeños como de grandes grupos sociales; favoreciendo una vida digna para todos, en donde las oportunidades y el acceso al conocimiento se base en la equidad y responsabilidad social.
La educación debe contemplar las realidades de todos los sujetos, respetar y valorar la historia, cultura y contextos de cada uno; además de favorecer el pasamiento crítico en contra de la consciencia mecánica; en resumidas cuentas educar para la libertad, es decir, formar desde la realidad y necesidad de cada ser humano y su comunidad e iniciar un proceso de trasformación permanente de la misma a nivel individual y comunitarios, de modo que se genere el cambio social en pro de la vida de toda persona; creando esperanza en quienes la han perdido a través de los modelos educativos opresores.
No se está en contra del desarrollo, el progreso o en contra de la generación de riqueza, siempre y cuando la misma sea repartida en forma equitativa y dando a cada uno lo que necesita, propiciando la igualdad de oportunidades a través de la educación. Es más, utilizando las propias palabras de Freire (2008, P. 53) en el texto El grito manso, el cual menciona: “No rechazo las cosas burguesas, sino la concepción burguesa de la vida”.
Por tanto, no rechazamos los modelos educativos “modernos” o metodologías “innovadoras”; rechazamos los estereotipos y estilos de vida que los mismos generan, rechazamos los sistemas de poder a los cuales sirven y rechazamos la búsqueda de la anulación de los sujetos a través de la educación. Abogamos por una educación liberadora, crítica, responsable e incluyente que facilite procesos de realización de la vida humana individual y colectiva.
Todo educador tiene un compromiso con sí mismo, con los otros y con su realidad; por tanto debe aportar a la liberación y olvidar la replicación; ya Paulo Freire nos ha marcado algunos pasos, es tarea nuestra continuar con el sendero.
Referencias bibliográficas:
Freire, Paulo (2008). El grito manso. Editorial Siglo XXI. Argentina.
Freire, Paulo (2009). La educación como práctica de la libertad. Editorial Siglo XXI. España.
Freire, Paulo (2008). Pedagogía del oprimido. Editorial Siglo XXI. México.
Fromm, Erich (2009) Del Tener al ser. Editorial Paidós. España.
Morales, Alfredo (1985). El desafío de ser educador. Editorial Amigos del hogar. República Dominicana.
Savater, Fernando (2001). El valor de educar. Editorial Ariel. España.