Nora Pinto/
Hoy me levanté apenas sonó el despertador, cepillé mis dientes y me metí a la ducha; agua calientita con este clima de enero; preparé mi café colocando agua en la cafetera y la cantidad de café necesaria para una taza bien cargada que me tendrá activa toda la mañana.
Apenas llevo la primer hora del día y he usado agua en más de tres de mis actividades sin pensar si hay suficiente o no.
En cambio, para aquellas personas que se encuentran sin este líquido vital, es importante no solo para esas actividades que realizamos todos los días, sino para vivir.
El cuerpo humano necesita de 6 a 10 vasos de agua en el día para trabajar de forma correcta, ya que este líquido constituye alrededor del 60% del peso corporal, además es fundamental para el funcionamiento celular. Por esta razón en importante mantener una cantidad de agua corporal constante, sin ella no sería posible vivir.
Si tomamos en cuenta que, según el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en nuestro país más del 90% de las fuentes de agua tienen contaminación bacteriológica y residuos fecales estamos expuestos a contraer enfermedades intestinales.
Hasta hace poco solo conocía números de muertes por este tipo de enfermedades provocadas por la contaminación, pero verlo a dos metros de distancia cambia nuestra perspectiva y el nivel de preocupación.
Hace algunos meses conocí a Isabel Menchú, en Macalajau en el municipio de Uspantán, Quiché, de donde es originaria. Así como muchas personas en la ciudad madrugamos para luchar contra el tránsito vehicular, ella junto a otras personas del lugar lo hacen por ser los primeros en llegar a los riachuelos para llevar a casa la porción más limpia de agua.
Doña Isabel tenía más de 10 años de levantarse temprano junto a sus hijos para acarrear agua en cantaros, caminaba kilómetros hacia una laguna, aunque llevaban varios recipientes no eran suficientes, así que realizaban durante el día, 2 viajes en la mañana y 3 en la tarde después que los niños regresaban de la escuela.
El agua que recolectaban de la laguna es la que usaban para cocinar y beber y debido a la contaminación sufrían enfermedades gastrointestinales. Por esta razón surgió la iniciativa del proyecto cosechadores de agua lluvia, un proyecto que aprovecha de forma creativa los recursos naturales. Se realizó un estudio hidrológico para obtener el cálculo de los galones de agua captados por los cosechadores y necesarios para cada familia.
Por parte de Hábitat se les entregó un tinaco con capacidad de 2,700 litros de agua, el tinaco rinde de 20 a 24 días sin lluvia, lo que es una ventaja en tiempo de sequía. Esto permite que el 80% del tiempo las familias cuenten con tan importante líquido.
Doña Isabela cuenta como ella y su familia se han favorecido del proyecto desde la instalación; ya no tiene que caminar tan lejos por unos cantaros de agua, tiene agua segura, limpia para beber, para bañarse y para realizar todas las tareas del hogar.
“Ahora ya no tengo que ir tan lejos a traer mi agua, ya no me canso, tengo tiempo para regar mi huerto y dedicarme al negocio de mis animalitos”. Doña Isabel Menchú de Sajbin.
Para la comunidad el proyecto es valioso, ya que ha beneficiado a 70 familias desde su ejecución, las cuales ahora disfrutan de agua limpia, a su vez se han reducido las enfermedades y padecimientos físicos como el dolor de cintura por el acarreo del agua.




