Mari/

Hace algunos años, vivía en una burbuja, vivía encerrada en mi casa, vivía una vida ¨perfecta¨ siendo una mamá perfecta, esposa totalmente entregada, deje mi carrera de lado para cuidar a mis hijos y ser ama de casa. Lo di todo por mi familia y esto no era suficiente.

Mi esposo empezó a beber con mucha frecuencia, ya no era algo social o de vez en cuando, así que  sufría porque mi ser amado no dejaba de beber y salir con sus amigos. Nada lo hacía cambiar o quedarse en casa. Así que yo lo esperaba despierta por si le pasaba algo, lo llamaba mil veces para ver  si lo convencía de regresar pronto a casa.

Pero nada estaba funcionando.

Un día en un programa de radio escuché por primera vez de Al-Anon, no entendía esa palabra pero las cosas que allí se dijeron me hicieron pensar que yo podía cambiar mi vida.  ¡Ahí me dirían que tenía qué hacer para que mi alcohólico dejara de beber!  Libreta en mano me dirigí  un grupo. No me dieron la receta, hablaron de Doce Pasos, de un programa y de seguir viniendo.  No entendía nada de lo que escuché así que, ¡seguí llegando!

Poco a poco y con dificultad entendí que el alcoholismo es una enfermedad, me costó mucho entender esto, pues yo acostumbraba a beber socialmente y de vez en cuando. Bebía en fiestas y reuniones, todos mis amigos lo hacían, ¡mi esposo lo hacía! Cuando me di cuenta que esperaba a mi primer hijo me cuestioné: ¿Cómo voy a decirle a mi hijo no hagas eso, si yo lo hago? Así que tomé la decisión  de que eso no era para mí, dejé de hacerlo. Mientras tanto mi alcohólico seguía bebiendo.

El alcoholismo es una enfermedad mental, física y espiritual que requiere un programa espiritual y una desintoxicación física, no se cura pero se controla.

Eso me costó mucho trabajo entenderlo. Leí mucho y fui a muchas reuniones y poco a poco iba cambiando.    El desprenderse de esa persona amada y entender que sufrir las consecuencias de sus actos es el único camino para su recuperación no es nada fácil.

Al-Anon me ha dado una perspectiva diferente, me dio un espejo y me hizo concentrarme en mi misma, tenía tantas cosas qué resolver que no me quedaba mucho tiempo para corregir a mi amado alcohólico, tampoco para salvarlo de las situaciones en las que terminaba por la bebida. Fueron circunstancias muy dolorosas, después de todo no es nada fácil ver como un familiar se ahoga en alcohol y en situaciones complicadas: accidentes, peleas, cárcel, situaciones difíciles y de consecuencias graves.

El programa de Doce Pasos me hizo entender que yo, no causaba esas situaciones, no tenía el control y tampoco podía curar esa terrible enfermedad. Sin embargo, había muchas actitudes y muchas cosas que hice pensando que era lo mejor para todos. Dañé a varias personas  con o sin intención, entre ellas estaba yo, tenía que pedir perdón y perdonarme  por haberme equivocado muchas veces, entendí que no era perfecta y que la perfección no es lo que debo buscar, porque a pesar de todo lo que haga las personas, parientes, amigos y vecinos se han dado cuenta en el problema que vivimos.

He aprendido a vivir sólo por hoy, sólo tengo este día, debo aprovecharlo y vivir lo mejor que pueda. De ser auténtica, detallista y cariñosa, de ser la mejor versión de mi misma.

Mi familiar alcohólico no entendía porque yo necesitaba ir a ese grupo y conforme el tiempo pasaba advirtió un cambio positivo en mí, le compartí lo que había aprendido y lo terrible de su enfermedad, así que poco a poco fue buscando recuperación hasta que tomó la decisión de ir a un grupo de AA. Mis hijos encontraron un nuevo sentido en Alateen y yo continúo con mi recuperación en Al-Anon.

Sé que es muy importante compartir el mensaje,

así que cuando tengo la oportunidad de servir, de compartir el mensaje, lo hago con gusto.  Los programas de Doce Pasos son una guía, un camino espiritual para todo aquel que busque recuperarse de cualquier situación. Para quien busque una mejor manera de vivir. Es un programa que funciona si lo hacemos funcionar…

Compartir