Las redes sociales son, lo queramos o no, parte fundamental de la mayoría de nuestros días. Son pocas, poquísimas, las personas que escapan a su “atrape” y adicción. Incluyen una gran variedad de internautas: hombres, mujeres, niños, ancianos, personas muy trabajadoras u holgazanas.

Además de tener constantes actualizaciones que mejoran su funcionamiento, las aplicaciones tienen una rapidez increíble para aparecer y pasar de moda. Hace unos meses, por ejemplo, le tocó a  Sarahah, que se creó con la intención de brindar la oportunidad de mandar “cartas anónimas”. Gran parte de los usuarios de Instagram y un par de Facebook, la descargaron tomándolo más bien como un Ask (otra famosa red social que estuvo de moda hace algunos años) y a través de capturas de pantalla, dar respuesta a estas preguntas anónimas por la story de Instagram.

En pocas palabras se utilizó para mostrar a los guatemaltecos que “al final del día todos somos el crush de alguien”, pues animó a tus conocidos a que te “tiraran los perros” a través del anonimato.

La efímera existencia de esta red, valió de duda para preguntarme, ¿de qué forma se vive el romance hoy?, ¿qué trascenderá a las nuevas generaciones?

Por una parte, están las parejas que se conocen cara a cara y viven gran parte de su romance a través de una red social. Pero más interesante aún son las relaciones a distancia que se iniciaron por internet hace algunos diez años. Ya que hoy son muchas más las historias de personas que se conocieron a través de internet (algunas separadas por países y continentes) y que actualmente están casadas, felices y con hijos.

Relaciones que se incrementan a través de espacios como blogs que unen por intereses comunes, a internautas alejados.

En el mismo sentido, el meme de “- ¿mamá donde se conocieron con papá? -por Tinder” coincide cada vez más con la realidad. Personas que se conocen primero a través del mundo virtual y al ver que coinciden, deciden verse en carne y hueso.

Esa proximidad virtual y la importancia que las redes sociales han tomado en nuestro día a día, ha variado también la forma de vivir el amor y la sexualidad.

Se ha hecho constante, por ejemplo, la práctica del sexting, y el “nude” ha llegado a formar parte del vocabulario. Este, que integra el pack -paquete de fotos sugerentes- sean o no desnudos de una chica o un chico.

El “envíame unos nudes” es una de las solicitudes más comunes y directas en redes. Bajo las válidas advertencias de: no se mandan nudes donde aparezca tu cara; cuídate de que no aparezca tu nombre; lo que das, consigues a cambio… Aunque la primera advertencia debería ser “si lo vas a enviar, tené mucho cuidado a quién lo enviés”. Lo que se sube al internet se reproduce a una velocidad inmediata y posiblemente no desaparezca jamás.

Esta nueva modalidad va más allá de los conocidos, novios, amigos, etcétera. Es también muy popular desde el anonimato, lo mismo que se vio en agosto con la tendencia del Sarahah. Una fotografía (que puede o no ser tuya) es suficiente y a través de Tinder, Baddo, Whisper o Grinder, puedes hacer muchos contactos interesados en “algo casual” virtual o sensorial. Posiblemente después a través del tan popular Snapchat (en el que pueden verlo dos veces, no quedan guardados y si tomaran captura de pantalla te avisará) y si no estás tan informado… a través del mismo Whatsapp.

El beneficio explícito es la facilidad que ofrecen estas redes.

La mayoría de usuarios están allí por una razón sexual u amorosa. Así te ahorras un gran trecho adivinando qué busca cada quien, lo que sí pasaría en un bar o una reunión de amigos. Sin embargo, posiblemente esto perjudique aún más las relaciones que arrastran algunos millenials y algunos centennials (mucho menos reservados y temerosos frente a lo que publican en internet) que ya sobreviven en un terreno complicado en cuanto a las relaciones interpersonales.

Posiblemente nunca vas a llegar a conocer a una persona solo a través de llamadas o mensajes de texto, o tal vez sí, y la conozcas más porque ambos son más sinceros. Tal vez sea más fácil que te “usen” para un calentón en un bar un viernes por la noche… o tal vez no, tal vez lo fácil es pedir el nude.

La pequeña investigación, concluyó en que cada quién decide cómo y en qué apostar, pero las opciones son tan variadas y peligrosas independientemente de que sean o no virtuales.  Sin embargo, robando la sabiduría de un muchacho costarricense que conocí a través de una esas redes, a quien intenté convencer que usar las redes sociales para enamorar o sexualizar, no es lo correcto, porque no vas a llegar a conocer a nadie así, ¿quién dijo qué hace veinte años sí?

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