Isaias Febrero 1

Isaías Morales / Opinión /

El bien común es la excusa perfecta de los radicales, burócratas y populistas para convencer a las masas. Esto no puede ser más claro que se trata de una ideologización porque polariza las intenciones de promover un bienestar social justo y equitativo para cada persona sin restricción alguna.

Y no es un invento de la declaración de los Derechos Humanos o un artículo constitucional manipulado, sino una clara politización de esta garantía que los ciudadanos poseen, quienes son los encargados de reconocer lo que para todos es una garantía que el Estado garantiza.

Para los de extrema derecha, es más importante la prevalencia del individuo por encima de cualquier interés colectivo, así que toda justicia social debe cumplirse e ir en función del sujeto. Mientras tanto para la izquierda radical, tiene más importancia el interés colectivo por encima de las garantías individuales. Al parecer para ambos se le resta importancia la persona, como factor central para comprender que valen tanto intereses colectivos como individuales para alcanzar una justicia social y que los mismos sean representados de forma equitativa.

Las ideologías por sí solas han distorsionado el concepto que protege a la persona para alcanzar la plenitud y que posea por sí misma una vida digna.

A lo cual se anteponen primero a los intereses particulares en donde se atenta contra la voluntad e incluso contra la libertad misma. Hay garantías contenidas en la Declaración de los Derechos Humanos, los cuales no son reformables dentro de las propias constituciones que reafirman la importancia de preservar el bien común.

Una de las funciones más claras e irrevocables de toda Carta Magna, es la promoción y protección del bien común, ya que si los ciudadanos actúan en el marco de Estado de Derecho, este mismo debe velar para que se les garantice la seguridad, la vida digna, la paz social e inclusión para lograr un mejor desarrollo. Sin embargo, por más necesario que parezca no es prudente obligar o ignorar a los ciudadanos para alcanzar la plenitud en cada una de las formas que se persiguen para desarrollar condiciones idóneas en un Estado democrático, representativo y republicano.

La polarización que se ha logrado por parte de actores políticos ha logrado que muchos ciudadanos pierdan credibilidad en la institucionalidad como una de las vías para que desde ahí se promuevan estas garantías que son necesarias, para que tanto a nivel colectivo como a nivel social se alcancen y así lograr un mejor desarrollo.

La sociedad dividida no puede trabajar en promover una sociedad más equitativa, la cual no es lo mismo que igualitaria, pues aunque todos merezcan condiciones de vida favorables, se debe actuar de forma justa para perseguir un bien común posible mediante la promoción de darle a cada quien lo que se merece para bien o para mal.

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