Soy María y siendo una niña que tenía un padre alcohólico, viví y presencié dentro de la familia muchas agresiones físicas, emocionales y espirituales, que me llevaron a guardar sentimientos de vergüenza y negación; tanto así, que mi comportamiento era de desconexión en el caso de los golpes físicos. Con el abuso, aprendí a reprimir mis sentimientos, perdí el contacto con ellos y no pude desarrollar la capacidad para aceptarlos y poder procesarlos para mi beneficio.
Habiendo vivido este daño espiritual y emocional, aprendí muchas actitudes que no ayudarían para mi crecimiento personal para ser una adulta sana y equilibrada, tales como el esforzarme muchísimo para lograr algo, aguantar situaciones inapropiadas e indignantes y en otros casos, defenderme usando conductas reactivas que me metían en más problemas por no poder hacer una pausa; considerar mis sentimientos y las opciones para luego elegir lo que me beneficiaría.
Mi ‘Poder Superior’ a quien yo le llamo “El Creador” (o el Dios de mi entendimiento), me llevó a salir de la oscuridad a través de buscar ayuda para un familiar amado. El ambiente afectuoso que respiré en la reunión del grupo familiar Al-Anon (de Doce Pasos) a la que llegué, me llevó a quedarme sin darme cuenta ni proponérmelo; pienso que en inconsciencia, inicié este valioso camino de autodescubrimiento de mis comportamientos, al permitirme ser vulnerable y a la vez escuchaba las experiencias ajenas, que me sorprendían en extremo al ver que esos sentimientos y emociones eran muy parecidas a las mías. Aprendí a caminar cada paso del programa de Al-Anon, con la ayuda de una paciente, respetuosa y amorosa madrina, ella me orientó en el trabajo que tenía que realizar y me enseñó la forma como ella aplicaba los lemas, en las diferentes circunstancias que se le presentaban. Me sugirió que hiciera lo mismo en mi vida, con la hermandad que conocí y aprendí a vivir en Al-Anon; me fui abriendo emocionalmente, venciendo cada vez más la tremenda desconfianza que traía desde mi niñez.
El trayecto no ha sido fácil, ya que he pasado por situaciones muy críticas como fue la separación en mi matrimonio, la partida de casa de un hijo a muy prematura edad, cuatro veces mi casa fue vaciada por ladrones, la quiebra de mi empresa de muchos años, la visita del cáncer en un órgano importante y los fuertes y agresivos tratamientos para erradicarlos, la pérdida total de dicho órgano a través de cirugías, el aprender a responsabilizarme de mí misma, dándome los cuidados necesarios en la nueva oportunidad de vida que tenía y que debía ser de una forma diferente.
Nunca estuve sola, ya que a la par de cada uno de estos acontecimientos descubrí y desarrollé un nuevo concepto de ese ‘Poder Superior’ del que hablaba el programa: amoroso, incondicional (lo que jamás había conocido) y que me ha acompañado, guiado, protegido, sanado, levantado, fortalecido, respetado y que pacientemente me ha permitido tener y vivir mi tiempo para abrirme emocional y espiritualmente, reencausándome en el sano aprovechamiento de los atributos que tengo y que desperdiciaba por no conocerlos o por usarlos equivocadamente, al reaccionar explosivamente en lugar de accionar. Sigo aprendiendo poco a poco, es un aprendizaje que nunca termina pero lo hago con un esfuerzo amoroso. Busco tener espacios de silencio (en lugar de mi antiguo hábito de atiborrarme de algarabía y bulla, que me permitía tener distracciones y no entrar en mi interior) y así lograr hacer contacto conmigo misma y por lo tanto con mi creador incondicionalmente amoroso, en el tratamiento del cáncer.
El alcoholismo de mi padre dejó una gran huella en mí, pero al compartir en las reuniones de Al-Anon, he logrado superar muchas situaciones, he aprendido a quererme, cuidarme y respetarme, eso lo demuestro en la enfermedad del cáncer, donde se requiere mucho compromiso conmigo misma y sobre todo amarme incondicionalmente y saber que no estoy sola, tengo a mis compañeros de Al-Anon y a un ‘Poder Superior’ que se manifiesta en mi vida, cuando le permito hacer su trabajo en mí.