Ana Raquel Aquino/ Opinión/
“Herir a un hombre en su dignidad es un crimen.” – Antoine de Saint-Exupéry
La trata es un fenómeno que afecta la dignidad humana en todos los niveles. El Procurador de los Derechos Humanos ha dicho en la entrega del Informe de la Trata de Personas en Guatemala 2015 que es uno de los peores crímenes contra la humanidad. Instituciones y organizaciones a nivel mundial consideran este delito de lesa humanidad.
¿Qué es la trata? Es la captación, el transporte, el traslado, la retención, la acogida o la recepción de una o más personas con fines de explotación. Una persona solamente debe llevar a cabo una de estas acciones, con el fin de explotar a otra persona para ser considerada tratante.
La trata es un problema de fondo, no por nada se le denomina la “esclavitud del siglo XXI”. En las charlas y capacitaciones sobre el tema los expertos intentan sensibilizar al público antes de empezar a explicar la situación sobre la trata. Se empieza hablando del proyecto de vida de cada persona, de sus sueños, aspiraciones, metas. Después de ese momento, el capacitador pregunta algo como, ¿de niños, qué querían ser cuando fueran grandes? ¿Qué quieren ser ahora que ya son “grandes”? Por supuesto que las respuestas van desde cantante hasta astronauta pero nadie responde -nunca- ser parte de una red de trata y trabajar sexualmente para alguien más.
La trata de personas destruye el proyecto de vida de sus víctimas, aniquila sus sueños porque después de la trata no hay nada. Su vida ES la trata y las redes. El deterioro del espíritu de las víctimas es permanente. Según la experiencia de la Defensoría de Personas Víctimas de Trata (PDH), muchas veces después de ser rescatadas las víctimas de sus tratantes, estas vuelven a ser explotadas por otro tratante. La razón explícita de por qué sucede esto: no conocen una vida sin trata. No hay seguimiento ni atención a la víctima, no hay el famoso “resarcimiento de daños” que no confundamos, daños con dinero sino con orientación, aspiraciones y metas, con vida.
Posibles víctimas de trata de personas
2010-2015
De acuerdo con los datos que maneja la institución del Procurador de los Derechos Humanos, entre el 2010 y el 2015, el Ministerio Público detectó a 2,756 posibles víctimas de trata de personas. Se dice posibles, porque el sistema de justicia guatemalteco no las define como víctimas sino hasta que se ha probado la trata de personas ante un juez. Sin embargo, la ONU dice que por cada víctima que se detecta, hay 30 más que aún están siendo explotadas.
Como en el 2015 se detectó a 673 posibles víctimas, se predice que hay un aproximado de 20,190 víctimas que no han sido encontradas.
La mayoría de las víctimas de trata son mujeres de las cuales el grupo más vulnerable corresponde a las adolescentes. Según UNICEF, cada día 33 niñas son víctimas de trata. Todas ellas conforman el 45% de las víctimas de ese sexo, seguidas por las mujeres adultas entre los 18 y los 40 años de edad quienes conforman el 31%. Las mujeres generalmente son víctimas de explotación sexual, pornografía infantil y explotación laboral. Esto demuestra -una vez más- que en Guatemala no hay nada más peligroso que ser mujer.
Posibles víctimas de trata de personas: por edad y sexo mujer
Sin embargo, la trata de personas no discrimina y también los hombres son explotados. En este caso, son los niños y adolescentes los más vulnerables y generalmente son víctimas de explotación laboral, mendicidad, explotación sexual y pornografía infantil. Los adultos generalmente son víctimas de explotación laboral, especialmente, los migrantes.
¿Qué pasa y qué no cuando encuentran a una víctima de trata?
Una vez las víctimas son detectadas y rescatadas deberían ser atendidas por un equipo especializado que sepa abordar el tema de trata de personas. Sin embargo, los albergues especializados en Guatemala son escasos: tres albergues privados financiados por ONG’s y tres albergues del Estado. Ninguno de estos albergues es para mujeres adultas pues el único que se encontraba disponible fue cerrado el 31 de diciembre de 2015 por supuesta falta de financiamiento de la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia. Gracias, de nuevo, a Maldonado Aguirre y su gobierno, menos mal, transitorio.
El sector justicia tampoco ha sido benevolente con las víctimas. Para empezar, no se les considera víctimas sino hasta que se haya condenado a un tratante. No importa lo que las personas hayan vivido, mientras no se encuentre al responsable, no son víctimas. Al momento de dictar sentencia, los jueces no toman en consideración la destrucción del proyecto de vida de las víctimas por lo que ni siquiera se les refiere a una forma de apoyo psicológico o trabajo social (¡Vaya reparación digna!). Finalmente las remuneraciones económicas nunca llegan a sus manos, pues aunque el juez resuelva que se debe entregar una cantidad de dinero a las víctimas, los tratantes nunca cumplen con el pago y el Estado de Guatemala tampoco ofrece ningún tipo de ayuda.
Sentencias en casos de trata de personas 2015
Si se compara el año 2014 con el pasado, Guatemala presenta un aumento en el número de sentencias del 94%. Si se compara el número de denuncias recibidas con el número de sentencias condenatorias dictadas, estas últimas representan tan sólo el 9% de las primeras. Esto quiere decir que estadísticamente el Estado de Guatemala logró resolver satisfactoriamente el 9% (37) de las 394 denuncias que el Ministerio Público registró en el 2015.
Buscando soluciones con un nudo en la garganta…
Como siempre, el conocimiento siempre ha sido el arma fundamental de la civilización sobre la barbarie y la ignorancia. En la medida que la población esté consciente de este grave delito y de sus consecuencias (entre 2010 y 2014 unas 48 mil 500 personas fueron víctimas de trata), es menos posible que sean víctimas de este fenómeno. La denuncia es otro factor importante, pues la denuncia de una persona puede significar el rescate de una o más víctimas. Sin embargo muchas organizaciones e instituciones consideran que “sin clientes, no hay trata”, por ello sostienen que la solución más eficaz es que las personas procuren no formar parte del fenómeno: no ser clientes de víctimas de explotación sexual, impedir la explotación de las trabajadoras domésticas, apoyar los derechos de los trabajadores del área rural, rechazar la pornografía infantil y evitar dar limosna a los niños, niñas, adolescentes y personas mayores.
Hay mucho mal que erradicar más vale conocerlo bien para saber dónde atacar.
*Infinitas gracias a Dino Villalta (coautor de este artículo) quien aparte de contarme sus experiencias en materia de Trata y compartir datos actualizados, es Defensor de los Derechos Humanos en la Unidad de Trata de Personas de la Procuraduría de los Derechos Humanos de Guatemala.