Ubico

José Castillo/ Colaboración/

Apuntes de una discusión

“En tiempos de Ubico la vida era más tranquila, la gente podía dejar su casa sin llave, su reloj tirado en la acera y estaba segura de que nadie le iba a robar”.

Es frecuente escuchar frases como esta en las sobremesas con los abuelos. Pero no todo en tiempos de Jorge Ubico (presidente de Guatemala entre 1931 y 1944) fue color de rosa. De hecho, el tema de la discusión de este mes fue si existió algo rescatable de un gobierno donde innegablemente se violaron los derechos humanos y los principios democráticos. ¿Cómo se puede añorar una época de represión? ¿Tan poco exigimos los guatemaltecos por tener calles limpias y seguras?

El libro, además de ser una fuente de primera mano sobre la personalidad de Ubico, está escrito armoniosamente, es fácil de comprender y lleva un hilo conductor bien elaborado. Carlos Samayoa Chinchilla, su autor, además de ser funcionario público, también dedicó su vida a escribir.

El título no es casualidad.

Jorge Ubico Castañeda fue un dictador sin más. Samayoa Chinchilla, colaborador de Ubico durante más de una década, expone el día a día del presidente, la forma en la que actuaba, la manera tan propia en que concebía la justicia y la inmensa cuota de poder con la que contaba.

Como aciertos de su gestión, además de la tan elogiada y añorada seguridad ciudadana (basada en un sistema sumamente represivo), se mencionan la justicia, impartida por un solo hombre y la infraestructura. Durante el gobierno de Ubico se construyeron, entre otros, el Palacio Nacional, el Edificio de Correos y más de mil kilómetros de carreteras (que únicamente servían para conectar las fincas de los terratenientes afines al dictador con los puertos y mercados del país). Toda esta obra de infraestructura fue posible empleando un buen número de trabajadores no asalariados.

La Ley fuga y el reglamento de jornaleros, aplicados con vehemencia en este período, son claros ejemplos de un retorno a las estructuras coloniales durante el gobierno de Ubico. Más de 100 años después de la Independencia, la mayor parte de la población seguía marginada, excluida y explotada aun cuando constituía el motor productivo del país.

En resumen, el gobierno de Ubico fue magnífico para quienes quisieron mantener el statu quo, para quienes no querían dejar de vivir en la época colonial, sometiendo a los indígenas a la servidumbre en el campo, pagando salarios de hambre y obligándolos a trabajar. A setenta años de su derrocamiento, este personaje aún desata pasiones, discusiones y enfrentamientos. Resulta difícil juzgar sus acciones desde nuestra época. Guatemala y el mundo eran distintos a los de hoy. Sin embargo, existen acciones (atentar contra la dignidad humana) que en ninguna época y en ninguna coyuntura son justificables.

Una vez leído y analizado a conciencia este libro, se puede concluir que el único legado que deja un personaje como este es el de la reflexión, es el de reconocer que las dictaduras no son la salida ideal para nuestros problemas.

Está claro que Ubico no gobernaba para las mayorías y esto se vio reflejado en el proceso revolucionario del 44, donde diversos sectores de la sociedad se unieron para exigir la renuncia del dictador. Este controversial y fascinante período se abarcará en la próxima discusión con el libro “La esperanza rota” del Dr. Piero Gleijeses, el sábado 6 de septiembre en Sophos.

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