Cuando era niña vivía en el país de las maravillas, todo era tan hermoso, lleno de colores donde las personas no podían sentir dolor, frustración ni nada que pudiera lastimarlas. En mi hogar somos tres hermanas, nos llevamos muy poco en edad, tanto así que parecíamos trillizas.

Nos criamos básicamente con empleadas domésticas, mamá y papá debían trabajar mucho para podernos dar “todo” lo necesario para nuestra subsistencia y para algunas cositas más. Para ellos era muy necesario que las niñas tuvieran de todo y asistieran a buenos colegios y posiblemente a muy prestigiosas y costosas universidades.

Mi madre siempre confió más en las trabajadoras domésticas que en sus propias hijas. Particularmente recuerdo a una de ellas con mucho dolor y confusión, tal vez era en la que mi madre confió más y era a todas luces su preferida. Ella supo ganarse su simpatía y confianza a tal grado que mi mamá nos dejaba a su cuidado cuando disponían con mi papá hacer viajes fuera del país. Realmente tenía una fe ciega en ella.

La parte más triste de esa situación fue que esa persona abusó muchísimas veces de mi hermana menor y de mí durante la ausencia de mis padres.  Éramos unas pequeñas niñas de escasos cuatro y cinco años.

Al regreso del viaje de mis padres, mi hermana menor le contó lo sucedido a mamá y ella minimizó la situación diciéndole que todo era parte de su imaginación, que no podía ser, luego me preguntó a mí, pero después de ver la reacción de mamá negué todo, el miedo se apoderó de mí. Los años pasaron y mi madre murió, jamás admitió este hecho, ahora pienso que era más cómodo y menos doloroso el negarlo, aunque en el fondo de su corazón ella sabía lo que había sucedido con sus dos pequeñitas. Mi hermanita se fue haciendo mayor al igual que yo y llegó esa hermosa época de las fiestas de quince años, donde se llegaba a bailar y a socializar. Era alegre y la pasaba muy bien con ella.

Al principio no me había dado cuenta de su inclinación por la bebida, cada vez salía más ebria de las fiestas, la sacábamos en calidad de “tanate” (como se dice popularmente) con ayuda de unos amigos y compañeros, yo solía meterla por la parte trasera de mi casa, la bañaba, le preparaba cafecito, le secaba su cabello y luego la ponía a dormir.

No recuerdo cuánto tiempo pasé haciendo lo mismo. En la universidad la cosa se me fue de control ya que ella estudiaba una carrera muy diferente a la mía, con horarios y compañeros muy distintos, ya casi no compartíamos amigos.

Me sentía tan responsable de la vida y del comportamiento de ella que ya no tenía cabeza para nada más, yo era el apéndice de mi hermanita.

Un día de desesperación me metí a un sitio web para pasar el tiempo y ocupar mi mente en algo que no fuera otra cosa que el alcoholismo de mi hermana. Y como si fuera magia, un designio o no sé qué, el sitio me llevó a una página llamada Grupos Familia Al-Anon de Guatemala y eso me llamó la atención. Había cortos relatos de la ingobernabilidad en que se puede convertir la vida de una persona no alcohólica por intentar cambiar algo que no se puede cambiar, me gustó mucho lo que leía y luego aparecían teléfonos y directorios de grupos en el país.

Me armé de valor y agarré mi dolor, frustración, mi idea de ser traicionera y llamé. Me dirigí a uno de los grupos que me sugirieron, el más lejano de mi casa, para que nadie me conociera, y decidí que escucharía y sería disciplinada asistiendo a “esas reuniones”.

Un joven más o menos de mi edad, contó un relato tan parecido a mi vida que quedé sorprendida de la semejanza de nuestras situaciones.  La persona que me dio la bienvenida me explicó que todo lo que allí se dice es confidencial, que siguiera asistiendo por lo menos unas nueve sesiones, que me diera esa oportunidad. Así lo hice y mi dolor se hizo menor, hasta pienso que ya está desapareciendo… Y solté el sufrimiento, me hacía mucho daño y no quería que se convirtiera en algo enfermizo.

Mi hermana buscó ayuda y estoy muy feliz por eso, pero igual comprendí que mi responsabilidad soy yo antes de cualquier otra persona, por mucho que yo crea amarla.

Oli

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