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José Ochoa/ Opinión/

Una encuesta del diario El País –sesgada desde el medio, pero clarividente en sus cifras- indicó que más de la mitad de las y los españoles considera como un derecho el elegir si la monarquía es la forma de gobierno más indicada para la nación.

El artículo surgió luego que el rey Juan Carlos I anunciara su abdicación al trono. La encuesta, al final, reflejó a la enorme cantidad de personas que días antes se citaron en la Puerta del Sol, en Madrid, para exigir la oportunidad de decidir si Felipe de Borbón debía continuar con esa forma de gobierno. Poder elegir el continuar con una monarquía o no.

En la plaza madrileña reaparecieron las banderas republicanas. Los colores amarillos, azul y rojo, en tres barras horizontales, identifican a aquellos que piden que sus gobernantes se elijan desde las urnas y no por herencia.

Si hace 30 años se enteran que una camiseta pide el fin de la monarquía, difícilmente se viviría para contarlo. Hoy son otros tiempos -para bien y para mal de algunos- y está a la venta la camisola republicana para que se siga apoyando a la selección pero, a la vez, se rechace a Felipe VI.

Ya a España le encajó cinco Holanda, un país en el que está la figura del rey aunque la percepción de la ciudadanía es otra. Lo cierto es que para parte de la afición la Roja no significa lo mismo.

Al menos no como a Chile, que se ha convencido como nación de que el color rojo les pertenece. Ambas selecciones de enfrentarán en Brasil con pocos antecedentes y rencillas, pero sí la anécdota que, en cuanto a representar a un país se trata, identificarse es algo difícil.

En su primer partido España optó por el blanco.  Es probable que cambiar el color de la camiseta no sea la solución. Pero en casa se lo piensan.

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