Edson Alvarado/ Opinión/

Con estas palabras el sociólogo y filósofo esloveno de izquierda, Slavoj Zizek, propone realizar una crítica hacia quienes se consideran opuestos y combatientes al sistema imperante1.   Es así como Zizek señala mediante un chiste cruel, que los disidentes han caído en la futilidad de la protesta, esto es llevar a cabo acciones con poco o ninguna importancia.  Esta crítica  podría aplicarse en cualquier país del mundo sin que por ello pueda generalizarse que todos los progresistas o disidentes actúan según este “hedonismo”.

Podemos decir que un disidente es quien está total o parcialmente en contra de un orden o sistema establecido en la sociedad. Por hedonismo entendemos la búsqueda del propio placer y satisfacción.

La contrariedad radica en que los disidentes “piensan que dan grandes golpes al sistema, que están haciendo algo terriblemente subversivo”, cuando en realidad solo generan poco o ninguna incomodidad a este.

Zizek señala además, que para “lograr su pequeña victoria narcisista ignoran el sufrimiento de los demás”. Estos intelectuales o activistas progresistas se sienten satisfechos al manifestar su descontento hacia el orden establecido, desafiándolo a través de sus discursos o acciones, pero dejan a su suerte a quienes verdaderamente sufren las consecuencias negativas que dicho orden produce.

Tomemos como pequeño ejemplo un salón de clases, en el cual el profesor busca que los estudiantes compren su libro. Habrá un pequeño grupo de alumnos que se muestren en contra de dicha presión, reúnan firmas y hablan con las autoridades de la escuela. Dicha situación termina en que el profesor ya no vende sus libros a los alumnos, pero más de la mitad de la clase pierda el curso. Es ahí cuando los alumnos en principio disidentes proclaman con orgullo y gozo que se opusieron a un acto injusto.  Estos disidentes tienen razón al oponerse a la presión por comprar el libro, pero ignoran o no les interesa que más de la mitad de la clase haya perdido el curso.

Considero que el punto que nos quiere ilustrar Zizek es el no caer en este hedonismo de creer que estamos participando en “la lucha”, cuando en realidad lo que verdaderamente hacemos es utilizar causas justas para satisfacer nuestro ego y vanagloriarnos.

El fin de la crítica de Zizek es tomar conciencia de que la verdadera disidencia no es realizar acciones que si bien en apariencia proclaman el interés por los demás, su verdadero fondo es la satisfacción personal, sino más bien ayudar desinteresadamente a quienes sufren las consecuencias del sistema.

1 Conferencia “Qué significa ser un revolucionario hoy”. Slavoj Zizek, Londres, 2009. Extraída del siguiente enlace.

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