Foto tomada por: Rudy Herrera
Rudy Herrera / Opinión /
Hay un héroe que no ha recibido suficiente reconocimiento en las manifestaciones de las últimas semanas. Aunque no es una persona, debemos agradecerle mucho su contribución porque ha servido, literalmente, como la plataforma sobre la cual la ciudadanía logra comunicar su malestar y sus opiniones. Sin su presencia física en las ciudades guatemaltecas, la intención de manifestar y expresar nuestro descontento sería mucho más difícil. Este héroe es el espacio público.
Se le ha dado mucho reconocimiento a las redes sociales, a los grupos de jóvenes y a la iniciativa personal de unirse a una causa mayor. Hoy queremos reconocer que sin los espacios públicos la fuerza y magnitud de las manifestaciones no habría sido la misma. Para hacerlo debemos ver con más detalle el rol que juega el espacio público en eventos ciudadanos como las manifestaciones que hemos visto en Guatemala.
En realidad la definición de espacios públicos aún no es definitiva y puede llegar a ser muy amplia, en algunos casos se le llega a considerar espacio público a todo espacio social que generalmente esté abierto y accesible a toda la gente. Esto incluye las carreteras, las plazas y los parques, y a veces también los edificios de gobierno abiertos al público como las bibliotecas y centros culturales. A veces, incluso se le reconoce como espacio público a los espacios virtuales en internet.
Sin embargo, por razones prácticas para la discusión tomaremos la siguiente definición: un espacio público es un lugar de relación y convivencia de la sociedad, en donde cualquier persona tiene el derecho a circular en paz y armonía sin restricciones que, normalmente, aplicarían en espacios privados. Además nos concentraremos en los espacios públicos físicos de las ciudades guatemaltecas ya que son de suma importancia para el tipo de manifestaciones que estamos viviendo actualmente.
Desde el punto de vista legal, todos los espacios de una ciudad están divididos entre espacios públicos y espacios privados. Mientras que en un espacio privado se puede construir edificios y estructuras en donde solo ciertas personas son admitidas, un espacio público debería estar libre de construcciones con la intención de ser usado para actividades sociales, culturales o comerciales.[1] La responsabilidad del manejo de estos espacios públicos recae sobre los gobiernos locales o nacionales ya que, en teoría, los gobiernos representan a la sociedad y no a individuos específicos.
El ejemplo más común para el espacio público en Guatemala para las ciudades es el parque central. Si una ciudad tuvo un mínimo grado de planificación, podemos esperar ver un parque central rodeado de edificios con las instituciones más importantes para la sociedad. Típicamente estos edificios son una iglesia, representando el poder religiosos, los edificios de gobierno, representando el poder político (a veces también militar), y un mercado, representando el poder comercial. Esto es, en gran parte, una herencia de la planificación urbana española.
Como primera conclusión, podemos decir entonces que es gracias a la plaza hispanoamericana que en la mayoría de ciudades guatemaltecas hay un espacio abierto al público para socializar, realizar actividades culturales y eventos al aire libre. Aunque normalmente no valoramos su presencia, estos parques centrales contribuyen mucho para la sociedad y su ausencia sería percibida inmediatamente.
De hecho me atrevo a decir: sin estos parques, las manifestaciones no habrían sido tan fuertes.
Sin los espacios públicos se dificultaría la interacción social cotidiana. Expertos urbanos como Jeff Speck y Jan Gehl han realizado estudios en donde se demuestra que la calidad de vida de una ciudad es fuertemente influenciada por los espacios caminables abiertos al público; sin los espacios públicos también se dificultaría la crítica social. Jürgen Habermas, por ejemplo, ha analizado el proceso por el cuál la sociedad ocupa los espacios públicos que son administrados por las autoridades y lo transforman en espacios (virtuales y físicos) que posibilitan la crítica contra el poder del Estado.
En otras palabras, una ciudad sin espacios públicos significaría no tener un punto de encuentro para celebrar los triunfos de las/los deportistas de Guate. Significaría no tener un lugar en donde “casaquear” los domingos o donde juntarse para salir a correr. Pero lo mas importante para reconocer el día de hoy es lo siguiente: una ciudad sin espacios públicos sería una ciudad sin una plataforma física para ejercer el derecho de crítica social ciudadana.
En el resto del mundo, ejemplos internacionales también proveen de evidencia para reconocer la importancia de los espacios públicos en manifestaciones ciudadanas. La plaza Tbilisi en Georgia (2003), la plaza de la independencia en Ucrania (2004 y 2014), y la plaza de Tahrir en Egipto (1919, 1952 y 2011) son algunos ejemplos de países que iniciaron o culminaron su revolución nacional en espacios públicos. De hecho, es tan fuerte la influencia de estos espacios que en ciertos países, la forma de reprimir la protesta ciudadana fue tomando control de los espacios públicos. En el 2011, durante la primavera árabe, el gobierno de Bahrain, decidió remodelar un redondel central de la ciudad con el miedo de que ese redondel pudiera servir como punto de encuentro para protestas. En el 2013, en Turquía, la plaza Taksim fue la pieza clave para demostrar el poder. Después de haber sido ocupada pacíficamente por protestantes, el gobierno lo retomó y marcó el inicio de las caídas de las protestas.
En fin, la lista de ejemplos en donde el espacio público es el campo de batalla social continúa: La plaza de Tiananmen en China, el Zócalo en México, la Plaza de los tres poderes en Brasil, La plaza Roja en Rusia, La plaza Deera en Arabia Saudita, etc. Todos estos lugares han sido o son disputados entre sociedad y autoridades por el poder que representan.
Las protestas actuales de Guatemala son un ejemplo admirable. No lo digo por el contenido de las protestas ni por sonar partidista. Como sociedad hemos logrado manifestar nuestro descontento de forma unificada y organizada. Lo hemos hecho sin violencia y demostrando que aunque tenemos varias fallas en el sistema educativo, nuestra protesta puede ser educada y cívica. De hecho, es tan admirable la buena conducta de los guatemaltecos que la cadena de noticias BBC cubrió una de nuestras protestas bajo el título “Cómo una protesta pacífica cambió un país violento” y se convirtió en ejemplo internacional de cómo ejercer los derechos de ciudadanía que gozamos todos.
Bueno, pues todos estos logros no habrían sucedido del mismo modo sin los espacios públicos que tenemos en las ciudades. No estoy diciendo que no se hubiera podido salir a manifestar. Hubiera sido más difícil y es por eso que creo que el espacio público es el héroe al que poco hemos reconocido. Y si lo quisiéramos ver desde otro punto de vista, el espacio actual de los parques centrales nos limita la cantidad de personas que pueden participar en las manifestaciones.
No fueron más de 60,000 personas en el parque porque no es más grande el parque central.
El valor de los espacios públicos es único y debemos reconocerlo. La mejor forma de hacerlo es utilizándolos, conociéndolos y mejorándolos porque una sociedad que usa y ocupa sus espacios públicos no dejará que se le quite lo que es de todos.
Foto tomada por: Rudy Herrera
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[1] Cabe hacer dos aclaraciones: (1) los espacios públicos también pueden tener construcciones siempre y cuando su uso sea dirigido a proveer servicios al público, y (2) las actividades comerciales en espacios públicos son comunmente reguladas para evitar la proliferación de comercio en áreas no deseadas.