guatemala

Mauricio Benard/Corresponsal/

Rodeado de muchas imágenes y sentimientos que giran en torno a tanta pobreza, desigualdades sociales, delincuencia y corrupción, comencé a cuestionarme cómo deben ser los jóvenes que mi país necesita, cuáles deben ser sus aspiraciones y sueños para trabajar por un mundo más justo y humano. Es por esto que dediqué un momento de mi juventud para imaginar la Guatemala que quiero para mi generación, así como para  aquellas que vienen detrás de la mía.

Está claro que pertenezco a la generación del post conflicto pero en mi día a día se disparan más balas y hay más muertos que en el 96. Cientos de niños continúan muriendo a causa del hambre debido a que sus padres no cuentan con los recursos suficientes para asegurar su alimentación o porque el Estado no tiene la capacidad de garantizar un sistema de salud eficiente. En miles de casos, la pobreza ha obligado a mucha gente a vivir en condiciones inhumanas y sin dignidad. Estos al igual que  otros factores nos han llevado a desconfiar de nosotros mismos y a perder la fe en nuestro país, por ello me sigo cuestionando cuál debería ser el rol de los jóvenes –como yo-, para revertir esta situación a fin de transformar la sociedad tan fragmentada y dividida a la que pertenezco. Eso sí, el “no se puede” o el “es imposible”, no figuran como respuestas únicas a mis preguntas.

Aterrizando mis ideas y en lugar de proponer pasos a seguir o una receta mágica –como estamos acostumbrados a pedir-, me preocupé por las actitudes y creencias  que debemos adquirir y promover. Llegué a la conclusión  que, entre otras, la juventud de hoy debe motivarse y comenzar a enamorarse más de su país.  Que  cada vez debe indignarse más por ver a un niño en alguna esquina de la ciudad tratando de llamar su atención por ganarse una moneda o por ver a miles más lustrando zapatos para poder desayunar. Pero esta no debe ser cualquier indignación; debe ser una indignación  inteligente y tan fuerte que se transforme en acción, en principios o valores que se conviertan en formas de vida.

Hoy por hoy, tu juventud y la mía deben ir en contra de muchos adultos, incluso nuestros papás o nuestros mismos compañeros, cuando nos dicen que hagamos el mejor esfuerzo para lograr oportunidades en otro país.

Que estudiemos fuerte y trabajemos duro en búsqueda de fronteras lejanas que nos ayuden a evitar, y olvidar tanta pobreza, inseguridad, corrupción y apatía. Los jóvenes de hoy debemos retarlos –y retarnos a nosotros mismos- a creer que el verdadero desafío no es ser mejores para vivir como otros, sino en ser mejores para ser lo mejor de nosotros mismos aquí, en el país que nos vio nacer.

Debemos molestarnos cuando nos dicen que todo está hecho y planificado, que todo es un set de oportunidades a seguir y que no debemos salir de ciertos parámetros que nuestra sociedad e historia nos heredaron. No podemos aceptar que nos eduquen a no atrevernos y a creer que no podemos hacer nada para cambiar la realidad en la que vivimos. Al contrario, corresponde comenzar a confiar en que este país es un proyecto en construcción, una democracia joven -como nosotros-, que falta por formar, alimentar y cuidar;  esto se hace con compromiso, pasión y esfuerzo.

Se necesita  iniciar a reconocer que muchos problemas en nuestro país se deben a las grandes desigualdades  sociales, y que nuestro papel es revertir esta situación  dedicando e invirtiendo nuestra juventud para lograrlo. Sin embargo, para ello lo primero es creértela, que vos y yo somos un factor de cambio importante, que juntos podemos hacer muchas cosas.  ¡Imagínense que el 70% de los habitantes de Guatemala tenemos menos de 30 años y que si unimos fuerzas podemos cambiar el destino de una nación entera! Por lo tanto, ya es hora de iniciar a cuestionarse como lo hizo el poeta Benedetti y ver ¿qué pasaría si un día despertamos dándonos cuenta de que somos mayoría y si en vez de seguir divididos nos multiplicamos? Definitivamente este país ya no sería igual.

Así que mi propuesta es simple: invitar a desafiar a todo aquel que está perdiendo su fe en el país, comenzar a dedicar nuestra juventud por un ideal y un proyecto en común llamado Guatemala. Retar al sistema de una manera propositiva y sana, teniendo como estandarte el compromiso, la pasión y una indignación enfocada e inteligente.

Yo quiero ser el joven que mi país necesita, ¿y vos?

 

Imagen: www.Flickr.com

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