macro photography of red petaled flowers

Por Marco Contreras

Friedrich Schroder Fritz se encontraba relajado paseando a su perro en el parque, ya habían pasado dos semanas desde que las clases en la universidad habían terminado, y él ya había entregado los cuadros con las calificaciones de los alumnos que habían aprobado y los que no.

Al regresar a su casa, pensó que sería una buena idea ordenar la biblioteca de su estudio, le sirvió agua al perro, y después se dirigió al estudio, él vio con orgullo el gran librero que había detrás de su escritorio. Su biblioteca personal, contaba con más de mil libros, en los que había desde una primera edición de la trilogía del señor de los anillos, hasta una Biblia manuscrita del siglo XIII. Al final, le llevo más de lo esperado, pero lo logró, sacudió los estantes, desempolvó los libros y los ordenó en orden alfabético. Eran las cinco y media cuando terminó, y la tarde hubiera seguido con normalidad de no haber sido por lo que encontró.

En la parte de abajo de su librero, había una colección de periódicos y revistas de ciencia, arte e historia, a la par de esos documentos, encontró un maletín de cuero con unas iniciales, “A.S”, las iniciales de su abuelo “Alphonse Schroder”, el maletín era demasiado viejo y tenía algunas cosas en su interior, rápidamente lo llevó a su escritorio y revisó el maletín y su contenido. Adentro había: Un cuaderno con empastado azul demasiado deteriorado con las iniciales “A.S”, una pluma fuente, una lupa, una brújula y varías fotografías en blanco y negro de una montaña y una casona vieja.

Friedrich recordó a su abuelo Alphonse, en su abuelo había encontrado la inspiración para convertirse en arqueólogo al igual que él, pues gracias a su abuelo y a las historias que le contaba, desde pequeño sabía que esa era la vida que quería tener. Siempre hubo una fascinación por la historia y cosas antiguas, sin embargo, cuando él tenía ocho años, su abuelo le comentó de una investigación que haría en Japón, una investigación de la cual nunca regresó. Habían pasado treinta años de eso, sus padres le dijeron que su abuelo había extendido su exploración hasta que fue un poco más grande, y le contaron la verdad, que su abuelo, había desaparecido y se le había dado por muerto.

Revisó el diario, estaba muy viejo y maltratado, pero aún se podía leer el contenido de este, aunque después de darle una hojeada, se dio cuenta de que tenía varias hojas arrancadas. Puso el diario sobre el escritorio, abierto en la primera página y empezó a leer, el diario decía lo siguiente:

22/04/1969
Me encuentro en un hostal de la prefectura de Gunma, de parte de la universidad se me ha pedido investigar los terrenos de una familia ya extinta, la familia Kadenokoshi. La historia de esta familia se remonta desde la época del Japón feudal, donde el samurái Kazan Kadenokoshi, quien rigió como el shogun de Gunma por 40 años, y su familia se hizo con los terrenos del Monte de los espíritus, para investigar los pasadizos y catacumbas que la mansión de la familia tiene, al igual que se me pidió examinar las diferentes reliquias qué puedan haber en la casa. Mi equipo consta de cinco personas, un fotógrafo, mi asistente, una guía, un guardia y mi persona. En este diario seguiré escribiendo mis avances.

23/04/1969
Son las 7:00 AM estamos emprendiendo el rumbo al monte de los espíritus, la guía nos explicó que la montaña se llama así, pues los locales del Japón feudal pensaban que en esa montaña se encontraban las puertas del infierno, y según me cuenta, la familia Kadenokoshi tenía la tarea de realizar ciertos sacrificios y rituales que mantendrían las puertas cerradas por periodos de 10 años, las puertas del infierno no debían ser abiertas, pues de hacerlo terribles cosas pasarían, Japón es un país rico en leyendas, aun así es increíble el parecido que tienen sus leyendas con otras del mundo.

24/04/1969
Llegam0s ayer al mediodía, ya no tuve tiempo de escribir lo que hicimos el día de ayer, pero en resumidas cuentas, dimos un recorrido general a la mansión, a burdas cuentas la montaña, se encuentra a 1819 metros sobre el nivel del mar, la mansión, creo que se encuentra a la mitad de la montaña, los terrenos de la casa, refiriéndome a la mansión y sus jardines, deben ser aproximadamente 500 metros cuadrados, la mansión es de tres niveles con cuatro recamaras en la planta baja, cinco en el segundo nivel y en el tercer nivel , una parte del techo está destruido, sin embargo hay una especie de estudio con varios pergaminos y rollos bastante antiguos, me sorprende ver lo bien conservados que se encuentran a pesar de todo este tiempo. La mansión se encuentra construida sobre unas catacumbas, no sabría decir con exactitud las profundidades de estas, sin embargo, me parece que también sirvieron como tumbas de la familia, tienen algo escrito en las paredes, algo parecido a mantras y oraciones, exploraremos estas más tarde.

27/04/1969
No había podido escribir hasta el día de hoy, algo extraño ocurrió, cuando investigamos las catacumbas, el ambiente se hizo pesado, el aire se hizo en extremo frio, todos nos desmayamos, al despertar, todos teníamos en las muñecas unas marcas que semejaban a algún tipo de flor, han pasado tres días de eso, pero estas marcas se han extendido por todo mi brazo, en mi abdomen en la espalda y en las piernas, cada día van creciendo más, y cada vez que crecen es un dolor inimaginable, la señorita sen, nuestra guía no soportó el dolor, al segundo día de que aparecieran las marcas, ella rompió una ventana, tomo un cristal y se abrió el cuello, el guardia, intentó escapar, pero al pasar la puerta del jardín se desplomo mientras que por sus ojos y oído salían grandes cantidades de sangre; murió, solo quedamos mi asistente, el fotógrafo y yo, no sabemos qué está pasando, estamos ahora en las catacumbas buscando algo en los escritos que hay en las paredes, algo que explique esto.

29/04/1969
Cada día que pasa, el dolor se hace más grande, lloramos sangre, cada 12 horas, nuestras extremidades parecen estar en algún tipo de necrosis. El camarógrafo tomó unas fotografías de lo que nos ocurre, pero hay algo, una sombra aparece en una fotografía, no sabemos qué es esto, en las paredes no se explica que es esto. Estamos en el estudio donde se encuentran los rollos y pergaminos. Espero encontrar la respuesta a esto. Espero poder vivir.

30/04/1969
Me duele sostener la pluma, mis manos no quieren responder, el camarógrafo se suicidó de la misma manera que nuestra guía, tal vez sería sensato hacer lo mismo, pero por alguna razón aun me aferro a la vida, leyendo los textos del estudio, al parecer lo que nos ocurre es una especie de maldición, la maldición del lirio carmesí, no se tiene nota de que es lo que la ocasiona, pero a la primera persona que le ocurrió esto fue a una mujer de la familia Kadenokoshi que se rehúso a realizar un ritual, no sé cómo pararla y tal vez ya es demasiado tarde, no quiero morir, en los textos dice algo, al parecer esa mujer se…

Así terminaba lo escrito en el diario, pues la parte final de la hoja estaba desgarrada, y el diario tenia hojas que habían sido arrancadas y tenía manchas de sangre.
¿Qué significaba esto? ¿Cómo había llegado ese diario ahí?

Rápidamente Friedrich reviso su biblioteca y tomo un libro de la historia de Japón y varios almanaques de ese país. Reviso la historia de la prefectura de Gunma, la historia del monte, pero no encontró información alguna de esos lugares.
Pasó una hora pensando, recordó a su abuelo, efectivamente, antes de que su abuelo viajara a Japón, fue la última vez que lo vio. Recordó que antes de que su abuelo se fuera, le pidió una espada japonesa, como las que usaban los samuráis, su abuelo riendo le prometió regresar con una espada para él, pero jamás regresó de ese viaje.

Entonces Friedrich recordó a su amigo Koichi Yamaoka, un estudiante de economía que había conocido en la universidad por un programa de intercambios, se habían conocido en una clase de filosofía y se agradaron de inmediato. Tal vez él podría saber algo de aquella montaña y de esa mansión, por mínimo que fuera sería de ayuda.

Revisó su libreta donde guardaba los números de sus conocidos, al encontrarlo rápidamente llamó, el teléfono sonó por unos instantes hasta que del otro lado de la línea se oyó una voz.

— Hola, ¿Quién es?

— Hola Koichi, viejo amigo, soy Friedrich.

— ¿Friedrich Fritz?

— Exactamente.

— Hola amigo mío, ¿Cómo estás?

— He estado bien gracias, las clases en la universidad terminaron la semana pasada y he estado descansando esos días.

— Me alegra mucho eso, amigo mío.

— Espero no estar molestando, la verdad te llamaba para pedir tu ayuda, ¿acaso sabes algo de la prefectura de Gunma, o del monte de los espíritus?

— Mmm, la verdad no se mucho de esos lugares, bueno, de hecho en la prefectura de Gunma vive un amigo mío, un monje budista, y según se esa prefectura es de granjeros y campesinos, básicamente cultivadores de arroz, ¿Por qué el interés en ese lugar?

— Verás, encontré un diario de mi abuelo, no sé cómo llegó acá, pero en el menciona su viaje por ese monte, quisiera saber más de ese lugar.

— Entiendo, como te dije un amigo mío vive en esa prefectura, podría pedirle ayuda si te parece bien.

— ¿Crees que podría recibirme?
— ¿Vendrás a Japón?
— Así es, tengo preguntas que deben ser respondidas. — ¿Pero qué fue lo que pasó?

— Verás, el diario de mi abuelo, en lo poco que tenía escrito, dijo que él dirigió una investigación en ese monte, pero ni él ni su equipo salió vivo de ahí, debo investigar qué fue lo que paso en ese lugar.

— Entiendo, ¿Cuándo vendrás? — Espero estar ahí en tres días. — ¿Tan rápido?
— Así es.

— Escucha amigo, quisiera acompañarte, suena a una buena aventura, pero en la empresa, estamos por cerrar un negocio multimillonario con una compañía de Inglaterra, no creo poder acompañarte, pero me pondré en contacto con el amigo que te dije, le hablaré de tu situación, tal vez te pueda ayudar.

— Gracias amigo mío, te debo una.

— Qué tal si me la pagas trayendo una botella de ese whiskey que bebíamos en aquel bar, con eso me conformo.

— Jajajajaja. Creí que estabas demasiado ocupado.

— Creo que podría librarme de la oficina cinco minutos para ir a saludarte amigo mío. En fin, me pondré en contacto con mi amigo, te llamaré mañana por la tarde.
— Muchas gracias, espero podamos vernos pronto.

Al día siguiente, Friedrich fue a comprar su pasaje de avión, habló con su vecina para que pudiera cuidar a su perro unos días mientras el regresaba de su viaje, en su casa, preparó su maleta, y recibió una llamada.

— ¿Hola?— Dijo Friedrich.
— Hola viejo amigo, ¿Cómo estás?
— Koichi, amigo mío, bien gracias y tú, ¿qué tal?

— Todo bien gracias, escucha, hable con mi amigo, dijo que sí, ese monte sirve más que todo como atracción turística obviamente, sin embargo desde el 71, se prohibió la entrada a esa montaña para hacer actividades como alpinismo y demás, habían dos entradas, una por el norte y otra por el oeste, las dos fueron bloqueadas y tienen puestos de seguridad, la razón se desconoce, pero dicen que fue porque varíos turistas perdieron la vida ahí, otros dicen que fue porque la montaña fue adquirida por un millonario de por acá, pero no se sabe a ciencia cierta, sobre la gente de esa prefectura, hacen unos tipos de oraciones a horas específicas del día, a las siete en punto de la noche, y a las siete de la mañana, pues los pobladores creen que en la montaña hay un espíritu o dios del bosque, y esas oraciones lo tranquilizan.

— Gracias por la información, ya es algo. — ¿Aún piensas venir?

— En efecto, solo que me iré de aquí en dos días, no conseguí boletos para el día que preví.

— Mi amigo dice que el irá a buscarte al aeropuerto si vienes. Y que él puede acompañarte.

— No por favor, no quisiera ponerlos en molestias.

— Tranquilo, lo mismo le dije pero el suele ser demasiado, ¿cómo decirlo? “servicial” jajaja, entonces, su nombre es Okita Miyamoto, le diré que viajarás.

— Perdón por las molestias.
— Tranquilo, para eso son los amigos, además, sé que se llevarán bien, y él dice que puedes ayudarlo a practicar el idioma, ¿Qué día vendrás?

— Llegaré a Japón el viernes por la tarde – noche.

— Entiendo, le diré eso a Okita, viaja con cuidado, y espero estar libre para poder verte. Friedrich, te deseo buen viaje, viejo amigo.

— Espero poder tomar unas copas contigo amigo mío, hasta entonces.

Ambos colgaron, y pasaron los días. Friedrich llegó al aeropuerto, tomo el vuelo, y fue un viaje de lo más normal, al bajar del avión y llegar a la terminal, vio a lo lejos a quien supuso (y no se equivocó) al amigo de Koichi, sin embargo no era lo que esperaba.

Okita Yamamoto, era un joven monje budista, no pasaba de los 25 años, y medía poco más de 1.60, y vestía con una túnica roja y una especie de capa naranja, con un rosario rojo enrollado en su mano derecha, y sostenía un cartel que decía:

“PROFESOR FRIEDRICH SCHROEDER FRITZ” — Hola buenas tardes— dijo Friedrich acercándose al joven.

— ¿Profesor Friedrich?— Dijo el Joven.

— Así es, tú debes de ser Okita, ¿no es así?

— A su servicio— dijo el joven mientras hacía una reverencia.

— Gracias por esperarme, ¿Cómo ha estado el viejo Koichi?

— Se encuentra bien, me pidió que le informara al momento de su llegada a Japón.

— Muchas gracias.

— ¿Puedo comentarle algo profesor?— Preguntó el joven.

— Desde luego.

— Sinceramente, esperaba que usted se pareciera un poco más a Indiana Jones, ya sabe por ser arqueólogo.

— Jajajajajajajajaja— Fridrich rio, no era la primera vez que se lo decía—, Me lo han comentado, lamento decepcionarte.

— Perdón por haberlo dicho, no era mi intención molestarle— Dijo Okita mientras volvía a hacer una reverencia.

— Tranquilo chico, la verdad tú también, te me haces muy joven para ser un monje budista.

— Jejejeje, bueno aun no hago mis votos de monje, por lo cual soy digamos un civil con túnica budista—. Después de decir eso los dos rieron, Koichi tenía razón, se llevaron muy bien.

— El señor Koichi, nos proporcionó una reserva de hotel para pasar la noche hoy, y un transporte que nos llevara de aquí al hotel, y mañana a las 7:30 nos llevarán a la prefectura de Gunma.

— Entendido, la verdad hubiera preferido iniciar hoy el viaje a Gunma, pero el viaje por avión fue un poco más desgastante de lo que esperaba.

— Entiendo, si, es desgastante, pero tranquilo, de aquí a Gunma nos haremos aproximadamente dos horas, bueno tal vez un poco menos, no creo que haya mucho tránsito a la hora de nuestra partida.

Señor Friedrich, él es el chofer, llegó el momento de irnos. Friedrich tomó su maleta y Okita su mochila, ambos agradecieron a la mesera sus servicios y la comida, y se retiraron del hotel, al salir, subieron a una camioneta roja, y emprendieron el viaje, ambos hablaron un poco de todo, desde la similitudes entre religiones de occidente y oriente, hasta algunas leyendas urbanas de sus países, la verdad, a Friedrich le sorprendió tanto lo bien informado que estaba Okita de todos los temas de los que hablaban, y fue tan amena su compañía, que el viaje de dos horas se sintió como de una hora.

— Hemos llegado a la prefectura de Gunma— anunció el Chofer— Pasaremos la entrada principal, y los dejaré en frente de un hostal que hay acá.

— Muchas gracias por todo— dijo Okita.

— Muchas gracias por traernos— Dijo Friedrich.

Llegaron pasar por la entrada, vieron un pueblito con casas antiguas con diferentes cultivos al lado de cada casa, había niños jugando con sus mascotas, y a lo lejos, se lograban divisar cultivos de arroz, y detrás de estos, imponentemente, estaba el monte de los espíritus, con una corona de niebla en la punta del monte, y se divisaba una casa abandonada a la mitad de la montaña, sin duda, aunque se veía lejos, la casa tenía un aspecto demasiado tétrico.

— Ese es el monte, siempre tiene ese halo de niebla independientemente de la época del año en la que nos encontremos—. Comento Okita a Fridrich.

— El hostal está aquí—, Dijo el chofer mientras le daba a Okita una tarjeta— Ese es mi número de teléfono, por favor, llamen un día antes de que decidan irse, o pónganse en contacto con el señor Koichi, así vendré por ustedes a buena hora.

Friedrich y Okita agradecieron al chofer, después vieron cómo se retiraba del lugar, levantando tras de sí una nube de polvo.

Los dos se encontraban frente al hostal, era una casa verde de dos niveles, con los marcos de las ventanas pintados de rojo, y un amplio jardín con dos mesas con sombrilla, en una había una pareja de novios tomando el té, al entrar vieron un pasillo con el piso hecho de bambú, con un espejo en la pared izquierda y una pintura de una geisha en la pared derecha, al final había un escritorio, con una anciana tejiendo detrás de este, los dos llegaron hasta donde estaba la anciana, quien al verlos, dejo su tejido y los recibió amablemente.

— Buenos días honorables caballeros— dijo la anciana haciendo una reverencia— mi nombre es Tamayo, ¿en qué puedo servirles?

— Buen día— dijo Friedrich— Estaremos aquí por dos o tres días, y quisiéramos hospedarnos aquí por favor.

— Desde luego caballero, tenemos dos habitaciones disponibles en el segundo nivel — Respondió la anciana— ¿está bien para ustedes?
— Perfecto— Dijo Friedrich— Muchas gracias.

— De acuerdo— Dijo la anciana mientras tomaba las llaves de los cuartos y se las entregaba— Pero antes, quisiera saber ¿desean que les brindemos los tres tiempos de comida mientras permanecen aquí?

— Mmm, tomaremos la cena de hoy, los tres tiempos de mañana y el desayuno del próximo día por favor—, respondió Friedrich.

— Entendido,— Susurró la anciana mientras apuntaba las instrucciones que Friedrich le había dado en una libreta— Caballeros, antes que suban a sus habitaciones, debo decirles, el desayuno se sirve a las 9:00 am, el almuerzo a las 14:00 pm y la cena a las 20:00 pm, sin embargo, les sugiero que de las siete a las 7:00 y 7:30 de la mañana, no salgan de sus habitaciones, de igual manera a las 19:00 a las 19:30 pm, por motivos de religión, a esa hora nosotros en el pueblo realizamos nuestras oraciones, espero puedan entender.

— Entendemos, muchas gracias— dijo Friedrich— Disculpe, le tengo una pregunta, ¿El paso a la montaña, sigue estando bloqueado?

— Así es joven— respondió la anciana— está prohibido entrar a ese lugar maldito. — Gracias— dijo Friedrich.

— Muy bien— Respondió la anciana— Ahora, mi nieta los llevara a sus habitaciones. Sayuuri, ven por favor.

Al cabo de unos instantes, llego una chica de veintiún años, vistiendo un kimono rosa, con el pelo recogido con dos palillos. Hizo una reverencia hacía su abuela, y después hacia Friedrich y Okita.

— Sayuuri, querida, lleva a los huéspedes a su habitación por favor— dijo la anciana. — Entendido— dijo la chica— por favor, síganme.

Y los llevó al segundo nivel, donde había un pasillo con ocho puertas a los lados, cuatro al lado izquierdo y cuatro al lado derecho.

— ¿Has vivido aquí toda tu vida?— Preguntó Friedrich a la chica.

— Así es, mis padres murieron cuando tenía tres años, por lo cual mi abuela se ha hecho cargo de mí—.Dijo Sayuuri.

— Lo siento mucho— Dijo Friedrich.

— No se preocupe, ellos fueron de las últimas personas en subir el monte, con un alpinista escoces, mis padres eran algo así como unos guías turísticos, dos años después del accidente se decidió que el monte era demasiado peligroso, y por eso cerró—.

— ¿Y sabes algo acerca de lo que las personas dicen de ese lugar?—

— Si se refiere a las leyendas, pues dicen que un “Oni” baja de la montaña para llevarse a los niños que no hacen sus oraciones o que no se duermen temprano, la verdad al final, son solo cuentos de terror para asustar a los niños.

— ¿No crees lo que dicen por acá?—

— Bueno, para serle sincera, la gente de aquí es demasiado vieja, después de los diez niños que hay en este lugar, yo soy la más joven del pueblo, el resto de personas tienen de cincuenta años o más, por lo cual creo que por ser tan viejos, siguen con sus pensamientos arcaicos de realizar oraciones, yo las hago solo por mantener contenta a mi abuela, sin embargo cuando cumpla veinticinco, me iré a vivir a Tokio—

— Ya veo, espero cumplas tu sueño— Dijo Friedrich mientras se rascaba la cabeza— Y disculpa ¿No tendrías un mapa de la montaña? Digo para estudiar su cartografía.

— Mis padres tenían muchos, yo conservo algunos, permítame unos minutos y se los traeré.
— Gracias eres muy amable—

Pasaron unos minutos mientras Friedrich y Okita se acomodaban, sus habitaciones eran simples pero acogedoras, tenían su cama, una mesa de noche, una lámpara, un espejo y su baño privado, además, las dos tenían una ventana que les permitía ver al monte. Después de diez minutos, Sayuuri regreso con dos mapas, uno para Friedrich y otro para Okita.

— Aquí están, perdonen la demora, los tenía en medio de mi desorden jajaja, si necesitan algo más por favor avísenme, estoy para servirles—. dijo Sayuuri haciendo una reverencia.

— Así será, muy amable— dijo Friedrich.

Él invito a Okita a pasar a su habitación, atrancó la puerta con la silla de cuarto y extendió un mapa sobre la mesita de noche.

— Este es el monte, entonces las dos entradas estaban en el norte y en el oeste— Dijo mientras sacaba su brújula— creo que tendré que ir a explorar por el sur, ver si puedo entrar por ahí.

— ¿Está esperando entrar al monte?— dijo Okita sorprendido.

— Así es, Okita, me agrada tu compañía, pero esto lo debo hacer solo, es muy peligroso.

— ¿Y qué espera encontrar ahí?

Friedrich lo vio un momento, y después de pensarlo por unos instantes decidió contarle el motivo de su viaje, le contó sobre la última vez que vio a su abuelo, sobre el viaje que este había realizado a Japón hacía veinte años, y de cómo encontró su diario.

— Ya veo, pero su abuelo entonces… ya se encuentra muerto. ¿No es así?

— Así es.

— Entonces ¿que desea encontrar en ese monte?

— Deseo saber qué fue lo que realmente paso. Es por eso que no puedes acompañarme.

— Pero lo acompañaré de todas formas, si logra entrar al monte sería algo asombroso. No me lo perdería por nada, además le prometí a Koichi acompañarlo en su estadía por Japón. Y yo siempre cumplo mi palabra.

— De verdad, no dejare que…— Okita lo interrumpió antes de que pudiera acabar — Mi palabra ya fue dicha, lo acompañaré sin importar nada.

A Friedrich no le quedo más que aceptar, pero no le molestaba, al contrario, le sorprendió la lealtad de Okita y su determinación para ir.

— Está bien, como gustes— dijo Friedrich— Te lo agradezco mucho. — Es un placer— respondió el monje.

— Muy bien, entonces, deberíamos ir e inspeccionar el terreno ahora, vamos a la parte sur, creo que de aquí para allá, es una media hora o cuarenta y cinco minutos, vamos.

Ambos emprendieron el viaje al área sur de la montaña, iban platicando, pero no de la manera en la que lo habían hecho las últimas veces, ahora comentaban la diferente vegetación que había en el área, las aves que se escuchaban y el sonido de unos riachuelos que se encontraban cerca. Ellos esperaban que al llegar a la montaña estos sonidos se amplificaran, sin embargo, cuando llegaron al área sur, no había nada, solo un silencio sepulcral, además, del monte bajaba una neblina demasiado espesa, lo cual era demasiado raro, ya que en su camino hacia la montaña había un clima bastante agradable, mientras que en las faldas del monte, se sentía un frio que helaba hasta la sangre.

— ¿Ves alguna entrada?— pregunto Friedrich a Okita.

— No veo nada, además, la ladera está demasiado empinada para subirla sin un equipo especial.

— Eso veo— dijo Friedrich lanzando un suspiro.
— ¿Qué tal si vemos el lado este de la montaña?
— Eso mismo iba a decirte— dijo Friedrich— Sígueme, es por aquí.

Mientras más se acercaban a la montaña, más frío sentían los dos, llegaron al lado este de la montaña, y tuvieron suerte, pues había un sendero, que no estaba cercado ni nada por el estilo, únicamente había una especie de garita abandonada con un letrero que decía: “ Prohibida la entrada”.

— Bingo— exclamo Friedrich.

— Lo logramos—.Dijo Okita—. ¿Empezaremos el ascenso ahora mismo?

— No sería conveniente, alguien pudo vernos, además para el ascenso necesitaríamos agua y unas revisiones, vendremos mañana antes de que se despierten los pobladores, ¿te parece?

— Está bien, entonces regresemos y comamos algo, después tratemos de dormir lo mejor posible.

Ambos emprendieron el viaje de regreso al pueblo, mientras más se alejaban de la montaña, menos frío sentían, y más seres vivos lograban volver a escuchar, al llegar al poblado pasearon como turistas visitando un pueblito mágico, conocieron a algunas personas y charlaron entre sí. Las horas pasaron y a las seis de la tarde se encontraban cada uno en su respectiva habitación. Friedrich estaba estudiando el mapa, no se dio cuenta pero ya eran las siete de la noche, y afuera, de súbito se escuchaban a los pobladores en unísono recitando las oraciones. No sabía si se habían reunido en un lugar para hacer esto, o si estaban tan bien sincronizados, pero se escuchaba como un coro, como una sola voz, sin embargo también se escuchaba demasiado tétrico. A Friedrich le resulto muy incómodo, no entendía lo que las personas decían, su japonés no era malo, pero no lograba descifrar las palabras que los pobladores decían, le incomodó tanto que mejor decidió apagar su luz y dormir unos instantes. A las ocho de la noche, alguien llamaba a su puerta, era Sayuuri.

— Señor Friedrich— Decía, mi abuela dice que ya está la cena, lo está esperando el señor Okita

— En un momento bajo— Dijo Friedrich adormitado.

— Entendido— dijo Sayuuri.
Friedrich se levantó, se puso los zapatos y bajó hacía donde estaba Okita, en su mesa ya se encontraban los platos con la cena, que consistía en una sopa de fideos con un pedazo de pollo asado. Ambos agradecieron por la comida y cenaron en silencio. Friedrich quería preguntarle a Okita si sabía lo que las personas estaban diciendo en sus oraciones, sin embargo esperó hasta que terminaron de comer. Al finalizar, Friedrich invito a Okita a pasar a su habitación, atrancó la puerta, y sin más pregunto:

— Okita, ¿Entendiste que eran esos rezos?—

— La verdad esperaba que fueran solo mi imaginación, pero si, las escuche.

— ¿Entendiste lo que decían?

— Solo una parte, me pareció que pedían misericordia y protección por algo. Pero para serle sincero, no sé a qué le rezaban o por qué.

— Bueno, en el monte encontraremos las respuestas a esto.

— Lo mismo pienso, creo que lo mejor sería levantarnos a las cinco y media, de esta forma podríamos evitar ser vistos.

— Me parece bien, descansa, nos veremos mañana.
Al decir esto, tocaron la puerta, ambos se pusieron nerviosos. — ¿Quién es?— pregunto Friedrich.

— Soy Sayuuri— se escuchó su fina voz del otro lado de la puerta— mi abuela me pidió traerles estas cobijas. Para la noche, ya que en la madrugada hace bastante frío.

— Oh Sayuuri, muchas gracias— Dijo Okita— Ahora mismo las recibimos.

Rápidamente quitaron la silla que estaba atrancando la puerta, y recibieron las dos cobijas rojas que llevaba Sayuuri.

— Les deseo una feliz noche— dijo la joven haciendo una reverencia. — Igualmente— respondieron los dos.
— Feliz noche Friedrich— Dijo Okita.
— Descansa amigo— dijo Friedrich.

Ambos tuvieron un sueño reparador, A las cinco con quince minutos Friedrich se encontraba despierto, se puso su ropa, tomó su abrigo y su maleta, Sayuuri tenía razón, estaba helando, era un frío similar a cuando estuvieron en la montaña. Friedrich salió de su habitación, cuando se disponía a tocar la puerta de Okita, el abrió y salió, sobre su túnica llevaba la cobija que Sayuuri le había dado, y su capa naranja.

— Buenos días señor Friedrich— dijo
— Hola Okita— dijo Friedrich— ¿Estás listo?

— Así es, vámonos ya—.Dijo Okita— En mi mochila llevo agua y las galletas que le compramos a la mujer de la dulcería ayer.

— Perfecto— dijo Friedrich. Espero logremos regresar antes del mediodía.

Ambos emprendieron en silencio su viaje hacia el lado este del monte, Friedrich Encendió su lámpara justamente al azar por el riachuelo entrando por donde empezaba la falda del monte, de alguna manera por todo el camino no había niebla, sin embargo al llegar a la parte baja de la montaña, se habían encontrado con la más densa niebla que habían visto en su vida. El frío calaba los huesos, y había un silencio sepulcral.

— Este lugar— dijo Friedrich— Debí suponer que si a mediodía era tétrico, de madrugada o de noche iba a ser doblemente aterrador.

— Lo mismo pensaba yo— dijo Okita.

Pero algo a sus espaldas llamo la atención de los dos, escucharon unas ramas crujir, entre la niebla, había una luz, que los seguía.

— Mierda— pensó Friedrich— nos siguieron, alguien nos vió

Mientras la luz se acercaba, Fridrich abrió su maleta, y saco su navaja, Okita lo vio con preocupación, pero agarró una rama grande que había tirada en el suelo. Sin embargo su sorpresa fue mayor, cuando se dieron cuenta que la persona que los siguió era Sayuuri.

— ¿Qué estás haciendo aquí?— Dijo Friedrich con la navaja aun en mano. — ¿Para que el cuchillo?— dijo la chica
— Nos diste un gran susto, era para defendernos— Dijo Friedrich.
— Oh, lo siento—

— Sayuuri, que bueno verte— dijo Okita.

— Igualmente, ¿Esa rama era para golpearme no?— Preguntó Sayuuri mientras señalaba la rama que sostenía Okita.

— No, no, no— Dijo Okita sonrojado— La estaba usando como bastón.

— Sí, claro— Dijo Sayuuri con una risilla.

— Aun no me respondes— Dijo Friedrich molesto.

— Los escuché anoche, cuando fui a dejarles las cobijas, la verdad me picó la curiosidad, y quise acompañarlos.

— Tú sabes perfectamente bien lo que se dice de este lugar, vete a casa.

— No lo creo, escuche, ese letrero lo pusieron las personas del pueblo, y la verdad hace unos meses vinieron unos ingleses que intentaron colarse por este lado de la montaña, los pobladores los vieron y los golpearon y se los entregaron a los guardias, así que o me llevan con ustedes o le diré a mi abuelita lo que están haciendo.

— Escucha niña— dijo Friedrich— Nosotros tenemos nuestros motivos para ir a ese monte, tu no, ahora vete con tu abuela.

— Yo también tengo un motivo para subir, mis padres murieron ahí, quiero ver si puedo encontrarlos, o al menos encontrar alguna pista de lo que pasó. Ya les dije, o me llevan con ustedes, o le digo a mi abuela.

— Ya, ya, ya, está bien ven con nosotros, será divertido— Dijo Friedrich en un tono sarcástico.

— ¡Muchas gracias!— dijo Sayuuri con una reverencia— además traje un jugo de naranja con mandarina, unas galletas de chocolate y manzanas.

— ¡Que rico!— dijo Okita.

— Sigamos— Dijo Friedrich enojado.

Ahora contaban con la lámpara de Friedrich y la lámpara de gas de Sayuuri, ya tenían dos fuentes de luz, Okita hablaba con Sayuuri, le contaba historias del mundo y leyendas, al ser jóvenes, obviamente se iban a llevar demasiado bien, y a Friedrich, en cierta forma le agradaba la compañía de ellos dos, sin embargo sus cálculos fueron erróneos, No regresaron al mediodía como esperaba, al mediodía apenas habían logrado entrar al jardín de la casa.

— Hemos llegado— a la mansión— pero nos llevó más tiempo de lo esperado. Escucha niña, deberías regresar, no sabemos lo que hay aquí.

— Únicamente encontraremos lobos, zorros y algún oso, nada más que eso— dijo Sayuuri— Ya le dije, que esos cuentos de fantasmas son solo para aterrar a los niños.

— Es la una de la tarde, pero con esta niebla parece que aun fuera de madrugada—. Dijo Friedrich Ignorando a Sayuuri—. Pero ya llegamos a la mansión, hay que entrar. La mansión aunque se encontraba en ruinas y tenía un aspecto lúgubre, aun así transmitía un aire de imponencia. Y era tal como la había descrito su abuelo en su diario. Al entrar, había polvo en todo el piso, y la niebla se colaba por todos lados.

— Hay más alegría en un cementerio— dijo Sayuuri.
— El ambiente aquí se siente demasiado pesado— Dijo Okita. — Deberíamos comer algo ahora—, dijo Friedrich.
— De acuerdo— respondió Sayuuri animada.

Todos se movieron al área del comedor, en el primer nivel, la mesa estaba llena de polvo, y a varias sillas les faltaban o las patas o el respaldo, sin embargo lograron limpiar un poco la superficie, y se sentaron a comer los onigiris de Sayuuri en silencio.

— Escuchen— dijo Friedrich— Al terminar ustedes dos busquen cualquier cosa que nos pueda brindar información, yo iré al estudio, empezaré a leer los manuscritos y pergaminos que hay allí.

— Está bien— Respondió Okita— Gracias por la comida Sayuuri. — Un gusto— Dijo Sayuuri— Y ¿por dónde empezamos?

— Solo busquen cualquier información en esta área y el segundo nivel, si nos da tiempo revisaremos las catacumbas.

— ¿Catacumbas? ¿Hay catacumbas aquí?— dijo Sayuuri con un brillo en sus ojos. — Pero iremos después, todos juntos, por el momento hagan lo que les dije.

Sayuuri y Okita asintieron, y se levantaron y fueron juntos a investigar habitación por habitación, mientras que Friedrich sabía muy bien por dónde empezar, por el estudio, por lo que entendía, esa fue la última habitación donde su abuelo estuvo.
Al llegar, vio que gran parte del techo ya se había derrumbado, sin embargo, a pesar de todo los textos y rollos se encontraban perfectamente conservados, como si el paso del tiempo jamás hubiera pasado por ahí.

Friedrich empezó revisar los rollos sin embargo no sabía exactamente que buscar. Los rollos contenían información de la familia, desde que se establecieron los primeros miembros de la familia en ese lugar. Sin embargo, al revisar un pergamino, Friedrich se topó con algo interesante, el pergamino relataba por qué la familia Kadenokoshi habitaba en ese monte, lo que decía el pergamino era lo siguiente:

“Mi nombre es… este es el año… de la era Taisho, soy el patriarca de la familia desde que mi padre murió el año pasado, este año se realizará el ritual de la caza del demonio, el ritual consiste en que todas las mujeres de la familia, que actualmente son diez, donde la doncella ciega, o sea una mujer de la familia que haya participado antes en este juego deberá encontrar al resto de las jugadoras, mientras estas se esconden de la doncella ciega, la primera mujer en ser encontrada, será la nueva doncella ciega, y quien sea la última en ser encontrada, se convertirá en la doncella de los lirios carmesí, hasta este momento todo parecerá solo un juego, sin embargo después de realizado este ritual, se empezara otro, el ritual de la ceguera, donde varios hombres de la familia participaremos, participan el líder de la familia, o sea yo, y otros cuatro hombres, quienes utilizan máscaras especiales en todo momento del ritual, y ellos llevan por nombre “sacerdotes sin cabeza” , ellos se encargan de sostener a la próxima doncella ciega mientras yo utilizo la máscara de la ceguera, una máscara que tiene púas en la parte de los ojos con la finalidad de quitarle la vista a la persona que se la ponga, esto se hace con la intención de debilitar a los espíritus que se encuentran del otro lado de la puerta de los infiernos, y de esta manera, tendremos a una nueva doncella ciega para realizar el ritual en el futuro, ahora bien, la última mujer en ser encontrada, es considerada la más poderosa de todas, pues es quien escapó por más tiempo a la doncella ciega quien posee un oído maravilloso, también puede hacer uso de poderes espirituales para completar la tarea de encontrar a las participantes del ritual, así que la última mujer, será la doncella de los lirios carmesí, quien se encargará de sellar a la maldad,, ofreciéndose voluntariamente como un sacrificio. Así que después de designar a estas doncellas, la mujer que sea designada como la doncella de los lirios, deberá permanecer en la mansión, con el fin de que su única misión, su única meta y único objetivo, sea sellar las puertas del infierno, y lo hacemos de este modo, para que las mujeres se desapeguen del mundo exterior. Espero con ansias saber quiénes serán las nuevas doncellas”

Friedrich entonces comprendió lo que sucedía, la familia Kadenokoshi hacía este ritual para mantener contenidos espíritus malignos que según ellos habitaban esa montaña, siguió buscando información de ese ritual, de cómo proseguía y quienes habían sido las mujeres que representarían a la doncella ciega y a la doncella del lirio carmesí. Pero mientras la buscaba escuchó que alguien se aproximaba, eran Sayuuri y Okita.

— Hola señor Friedrich— dijo Sayuuri— ¿Logró encontrar algo de utilidad? — Me parece que sí, ¿y ustedes?—

— Encontramos esto— dijo okita mientras sacaba algo de su mochila— estaban esparcidas por las habitaciones, de seguro te interesaran.

Okita colocó en el escritorio unas hojas de papel que habían sido arrancadas de algún cuaderno, y varias fotos viejas.

— Estas son— Friedrich respiro profundamente— Las hojas del diario de mi abuelo.

— Y también varias fotos feas— dijo Sayuuri.

Friedrich revisó las hojas, en efecto, era la letra de su abuelo, y estaban manchadas de sangre. Rápidamente, buscó en su maleta el diario de su abuelo y empezó a leer para tener un poco más de información, sin embargo, cuando estuvo por empezar, el aire se tornó más frío de lo que ya estaba, la habitación donde estaban se volvió más oscura, y el ambiente se tornó en extremo pesado, después se escuchó un grito. Friedrich, Okita y Sayuuri se desplomaron.

Pasaron seis horas, hasta que Okita despertó y levanto a Sayuuri y a Friederich — ¿Qué paso?— Preguntó Friedrich casi somnoliento.

— No lo sé, fue un desmayo en conjunto, nos pasó a todos. — dijo Okita mientras le daba una galleta de chocolate a Friedrich.

— ¿Dónde está la chica?— pregunto Friedrich.

— Ella está allí— dijo Okita señalando a un rincón de la habitación— subí unas sillas y la coloque ahí, a ti te coloque sobre el escritorio

— ¿Cuánto tiempo dormí?—

— Creo que cinco horas.

— ¡No puede ser!— dijo Friedrich asustado— ¡¿Cinco horas?!

— Sí, yo dormí tres horas.

— ¿Por qué no me despertaste?

— Ese no es nuestro mayor problema ahora— dijo Okita con pesadez— Mira tus muñecas.

Friedrich obedeció, lo que vio lo dejo impactado.

En sus muñecas tenía unas marcas que asemejaban a unas flores rojas, parecían lirios, sabía lo que esto significaba, él ya tenía las mismas marcas que su abuelo había descrito en su diario, las marcas con formas de lirio ya estaban es su cuerpo. Friedrich entró en pánico, no quería morir.

— ¡Okita, tenemos que hacer algo!— exclamó.

— Lo sé, lo sé, en lo que tú dormías, estuve estudiando los pergaminos, encontré información que puede ser de utilidad, sin embargo tendremos que investigar las catacumbas también.

— Despertemos a Sayuuri.

— Espera— dijo Okita—, tú y yo debemos decidir qué hacer, ella se asustaraácuando vea estas marcas. Por eso aún no la he despertado.

— Está bien, está bien— dijo Friedrich— Dime qué descubriste.
— La familia Kadenokoshi, realizaba ciertos rituales, creo que ya lo leíste. — El ritual de la doncella ciega, y el ritual de la caza del demonio.

— Exacto, sin embargo, realizaban un tercer ritual, ven deja que te explique, pero será más fácil si lo lees.

Friedrich se levantó del escritorio, y Okita colocó un pergamino sobre este

— Léelo tú, yo iré a ver a Sayuuri.

Okita fue al rincón donde se encontraba Sayuuri, mientras Friedrich esforzaba sus ojos para leer el documento que tenía enfrente con la poca luz que había. El texto decía lo siguiente:

“Mi amada hermana Kanae, fue la elegida para ser la doncella del lirio carmesí, limitaremos sus actividades diarias para que no salga de la mansión, el ritual de los lirios carmesí se celebra muy pronto. Mi hermana está más que honrada por llevar a cabo esta tarea, con su sacrificio mantendremos a las sombras a raya por los próximos años, su sacrificio servirá para la protección de la aldea y de nuestra familia.”

“Mi amigo poeta Kokushibo… le pedí que viniera a la casa, para que escribiera sobre la historia de mi familia, y sobre el sacrificio que realizaría mi hermana, sin embargo pasó algo que no estaba previsto, ese maldito conoció a mi hermana, ella suele frecuentar el árbol de cerezos que hay en el jardín, y Kokushibo iba a ese lugar a inspirarse, allí la conoció, y ambos se han enamorado, esto evita que mi hermana sea objetiva para el ritual, debo impedir que su relación florezca, ese maldito no evitara que se lleve a cabo el ritual, no seré yo quien sea el único en no realizar el ritual, haré lo que sea necesario”

“Los sacerdotes sin cabeza, se han encargado de Kokushibo, mi hermana, no puede tener lazos estrechos con nadie, debe mantenerse pura y objetivo para con la familia, y su sacrificio debe ser voluntario. Los sacerdotes eliminaron a Kokushibo, pues descubrieron que tenía la intención de llevarse a mi hermana, traté de ser razonable con ellos, les expliqué la situación, sin embargo, decidieron desobedecerme viéndose a escondidas, por esa razón los sacerdotes sin cabeza lo tuvieron que eliminar, y le dijeron a mi hermana que Kokushibo había escapado, mi hermana se encuentra triste, sin embargo nadie ha muerto por un berrinche, ya lo va a superar, su misión es honorable y ayudará a la familia, debe sentirse feliz y honrada, espero lo entienda.

“Esto es malo, subestimé los poderes espirituales de mi hermana, ella logró hacer contacto con Kokushibo desde el más allá, él le dijo lo sucedido, que fue asesinado, ahora mi hermana está sumida en una tristeza demasiado profunda, pero el ritual está próximo a realizarse, ella podrá encontrarse con ese maldito en el más allá.” “Esto empeoró, el ritual salió mal, fue mi culpa, los sacerdotes sin cabeza, me informaron que mi hermana no estaba en condiciones para realizar el ritual del lirio carmesí, yo no obedecí y proseguí con el ritual, Pero el ritual falló, pues mi hermana no estaba dispuesta a realizar el sacrificio, ya que sus convicciones habían cambiado, el ritual del lirio carmesí, la doncella debía voluntariamente ofrecerse en sacrificio, todos los miembros de la familia, los sacerdotes sin cabeza y yo debíamos acompañarla a la catacumba más profunda de la mansión, donde debíamos hacerle una herida que la desangrara para que su sangre tiñera de un hermoso rojo carmesí los lirios blancos que florecen en esa catacumba, de esta forma, su sangre protegería al pueblo y traería abundancia a la familia, pero como mi hermana murió con dolor, rabia y resentimiento, ocurrió todo lo contrario, ella intensifico los espíritus malignos de la montaña, y resto la calamidad sobre nosotros”

“Todo esto ha sido mi culpa, hubiera podido detener al espíritu vengativo mi hermana, si el espejo del alma no hubiera sido destruido, en cada miembro de la familia, han aparecido estas marcas con formas de lirio, es muy tarde para mí, ahora tendré que ver la extinción de mi casa, la extinción de mi sangre, he fracasado con mi misión.”

Al terminar de leer eso, Friedrich Entendió lo que había que hacer, el espejo del alma era la clave, pero ¿dónde estaban sus fragmentos?

Okita regresó a su lado con Sayuuri, Friedrich les explicó la situación.

— Escuchen, mi abuelo se enfrentó a la misma situación, tenemos siete días, antes de que esto nos mate— dijo señalando las marcas en sus muñecas.

— ¿Y qué debemos hacer?— pregunto Sayuuri asustada.

— Hay aquí algo que nos puede servir, se llama el espejo del alma, debemos encontrar sus fragmentos, y unirlo.

— ¿Y después de eso?— Pregunto Sayuuri.
— Ya veremos, lean otros pergaminos, en ellos están las respuestas.

Mientras Sayuuri y Okita leían pergaminos y rollos, Friedrich Leyó las hojas del diario de su abuelo.

“Esa mujer se… vengó de su familia después de muerta, pero su ira y rencor intensificaron la maldad del monte, y ella se convirtió, junto otras delas almas de sus familiares en espíritus vengativos. Ahora lo que me trajo aquí, el espejo del alma, fue roto, sus fragmentos se encuentran en la mansión, logré reunir seis de los diez pedazos, los esconderé en el tronco seco que hay en el patio, no logré encontrar los últimos cuatro, deben estar en las catacumbas, sin embargo uno de esos pedazos, los tiene ese espectro, pero he fracasado, me hubiera gustado ver a mi nieto una última vez, llevarle la espada que me pidió, he fallado”.

A Friedrich le salieron lágrimas que recorrieron sus mejillas, pensó en su abuelo, y tal vez él tendría el mismo destino. Pero el pelearía hasta el último minuto por sobrevivir.

— Escuchen –dijo— Friedrich— En el patio están la mayoría de los pedazos del Espejo, solo debemos encontrar cuatro más, creo que se encuentran en las catacumbas, debemos averiguar exactamente dónde.

— Muy bien— Dijo Okita— vamos allá.

Los tres fueron hacía el jardín, donde se encontraba el tronco seco, Friedrich dedujo que ese era el árbol de cerezos donde Kanae y Kokushibo solían reunirse, y en efecto, dentro del tronco estaba una caja con seis cristales muy bien conservados.

— Los tengo— dijo Friedrich— ahora debemos ir a las catacumbas, pero es peligroso, ese es el lugar más malvado del monte.

— ¿Por qué debemos ir allá?— Preguntó Sayuuri—

— Porque ahí se encuentran los últimos pedazos del espejo, los necesitamos para romper la maldición, debemos ir todos juntos para abarcar más espacio.

— ¿Y tienen alguna idea de cómo llegar ahí?

— Sí, encontrar un pasadizo que se encuentra en el primer nivel, ahí habrán unas puertas de piedra al abrirlas, estaremos en las catacumbas.

— Muy bien vamos allá.

Los tres emprendieron el rumbo, eran aproximadamente la siete de la noche, pero no se veían ni la luna ni las estrellas, solo la densa niebla,

Fueron a la habitación santuario, donde se encontraba la puerta de piedra, Okita y Friedrich La empujaron hasta abrirla, era más pesada de lo que esperaban. Al abrirla, se encontraron con una oscuridad absoluta, y de una forma demasiado rara una corriente de aire helado escapo por la puerta.

— Tengan cuidado— Dijo Friedrich— No sabemos que hay acá.
— Está bien— dijo Sayuuri
— Pensé que habías dicho que esto solo eran cuentos inventados— — Después de lo que pasamos, cualquiera creería en fantasmas.

Los tres ingresaron en la oscuridad, iban alumbrados por la lámpara de gas y la linterna de Friedrich, descendieron por las oscuras gradas de piedras, en las paredes había escritos de lenguas antiguas tallados en la piedra.

— ¿Qué dice ahí?— Preguntó Sayuuri.

— Hablan de la historia de esta familia, de los rituales que realizaban y de unas deidades benignas y malignas.

Al llegar abajo, se encontraron con tres pasadizos.

— Mi instinto me dice que hay un fragmento del espejo en cada pasadizo— Dijo Okita.

— ¿Cómo lo sabes?— Preguntó Sayuuri.

— Así es siempre en las películas— dijo Okita.

— Diablos, esto no es un película— Dijo Friedrich.

— Pero es lo más seguro— Dijo Okita, no será tan fácil, Creo que debemos separarnos, cada uno debe ir por un pasillo y así abarcaremos más espacio.

— Okita, no estoy seguro de esto, no sabemos a qué nos enfrentamos, digo…—

— Es la mejor opción Friedrich, no tenemos opción

— Está bien— Dijo Friedrich, reunámonos acá en una hora— Por favor no mueran.

— No tengo planeado morir hoy— dijo Sayuuri mientras se internaba en el túnel central.

— Iré por el derecho entonces— Dijo Okita.
— Ve con cuidado,
Los tres se internaron en su respectivo túnel.

Friedrich cuya única compañía era ahora la luz de su linterna no veía más que un camino largo y al fondo una eterna oscuridad, mientras pensaba en su abuelo, Ojalá hubiera tenido la oportunidad de decirle cuánto lo admiraba, cuánto lo amaba. Después de caminar por un largo rato, sintió que había algo detrás de él, al voltear, algo lo empujó. Y lo que lo empujo se manifestó en un espíritu de un hombre sin cabeza. Friedrich palideció, al ver eso, el espíritu lo atacó y él no podía moverse, una vez más, el espíritu lo empujó y el salió volando, lo hubiera atacado una tercera vez, de no haber sido porque otro espíritu se manifestó, era el espíritu de su abuelo.

— Friedrich, rápido, sigue avanzando, lo detendré por un momento, pero solo por un momento, avanza, hay una espada a pocos metros de acá, eso lo herirá.

Fuertrás de él, al voltear, algo lo empujó. Y lo que lo empujo se manifestó en un espíritu de un hombre sin cabeza. Friedrich palideció, al ver eso, el espíritu lo atacó y él no podía moverse, una vez más, el espíritu lo empujó y el salió volando, lo hubiera atacado una tercera vez, de no haber sido porque otro espíritu se manifestó, era el espíritu de su abuelo.

— Friedrich, rápido, sigue avanzando, lo detendré por un momento, pero solo por un momento, avanza, hay una espada a pocos metros de acá, eso lo herirá.

Friedrich no lo podía creer, era su abuelo. — Abuelo, yo. — tartamudeo Friedrich.
— ¡Corre hijo, ya hablaremos!

Una fuerza invadió las piernas de Friedrich, y emprendió una carrera para llegar al final del túnel, allí, en un altar estaba el pedazo de espejo, y una espada con empuñadura blanca, la espada que le dijo su abuelo. Friedrich rápidamente tomó el pedazo del espejo y se dio cuenta que el espíritu ya se encontraba a pocos pasos de él, Friedrich tomo la espada, la desenvainó y agitándola hirió en el pecho al espíritu, este retrocedió y se desvaneció frente a los ojos de Friedrich. Él no lo podía creer, se desplomó en el suelo, pero despertó, pues frente a él estaba otra vez su abuelo.

— Mi muchacho— dijo el anciano— Cuánto has crecido.

— Abuelo, yo, yo—,Las lágrimas corrían por su mejilla— Lo siento mucho, si no hubiera sido porque te insistí en que te fueras a ese maldito viaje, te hubiera…

— Shh— lo calló el abuelo— no hay nada que perdonar, esto era lo que tenía que pasar, y me alegra que estés aquí, para poder decirte que siempre fuiste mi orgullo y felicidad, pero rápido, debes ayudar a tus amigos.

— Abuelo, no quiero que te vayas— Dijo Friedrich mientras su voz se quebraba.

— Hijo mío, yo siempre estaré aquí y aquí, siempre estaré contigo— Dijo mientras señalaba su corazón y su cabeza— ahora corre, yo te sigo.

Friedrich se levantó, sintió un calor en su pecho y una mano en su hombro, sabía que su abuelo estaba con él, y que le daría fuerza cuando la necesitara.

Mientras tanto, Sayuuri, llegó al final de su túnel; había una especie de fosa al final de este, y logró ver en una estatua de algún tipo de dios uno de los fragmentos del espejo. Se acercó para tomarlo, pero una fuerza hizo que incrementara la gravedad, hizo demasiado pesado el ambiente como para que ella pudiera caminar, eso le provocaba dolor en todo el cuerpo de Sayuuri; frente a ella se manifestó el espíritu de una mujer que no tenía ojos, y este espíritu emitió un grito espeluznante, a Sayuuri le dolieron los oídos por eso, y sintiéndose impotente comenzó a llorar, pero entonces del suelo donde estaba dos espíritus la levantaron, eran sus padres.

— Sayuuri— dijo su madre— mi niña
— Sayuuri— dijo su padre— Sostente fuertemente hija mía.

Sayuuri obedeció, y su padre la cargó en la espalda como hacía cuando tenía cinco años, recordó su infancia en ese momento mientras flotaba con su padre,

— Hija, tómalo— dijo su madre— Toma el espejo, y nosotros sellaremos a esa mujer. — ¿Cómo dijo Sayuuri?—

— Retira el espejo de ahí— dijo su padre— así el espíritu será succionado por esta estatua sagrada.

Sayuuri obedeció, y con todas sus fuerzas tomó el espejo y lo jaló hasta que logró sacarlo de donde estaba incrustado, el espíritu de la mujer sin ojos, gritó otra vez hasta que su lamento se dejó de oír, pues había sido atrapada dentro de la estatua de la deidad.

Sayuuri vio su mano, se había cortado al jalar el cristal, pero eso no le importaba, al estar otra vez sobre el suelo, abrazó a sus padres.

— Mamá, Papá, los amo— dijo llorando— los amo mucho.

— Sayuuri, mi niña— dijo su madre mientras tomaba la mano herida de su hija— te amamos con todo nuestro ser, se buena, come tus verduras, obedece a tu abuela, dile que la amo.

— Hija— dijo su padre— te amamos, eres la mejor hija que podríamos desear y me enorgullece ver la mujer en la que te has convertido.

Sayuuri dejo de llorar, y sintió el cálido abrazo de sus padres, quienes lentamente desaparecían.

— Sayuuri, debes salir de aquí— dijo su madre

Y juntos sus padres antes de desaparecer de su vite le dijeron juntos: “¡TE AMAMOS, SIEMPRE ESTAREMOS CONTIGO!

Sayuuri se secó las lágrimas regresó corriendo a donde habían acordado reunirse. Sayuuri y Friedrich se encontraron, pero faltaba Okita.

— ¿Cómo te fue?— pregunto Friedrich.
— Muy bien, encontré el cristal y— Sayuuri calló— encontré lo que vine a buscar. — Igual yo— dijo Friedrich
— Debemos ir por okita— dijo Sayuuri— Debemos ayudarlo.

Ambos entraron por el túnel de la derecha, y corrieron para auxiliar a Okita, esperaban que se encontrara bien. Ese túnel era el más corto y encontraron a Okita suspendido sobre el suelo por un espíritu de una mujer con una herida en la garganta. El espíritu le acariciaba la cabeza, y le daba mimos, sin embargo, al percatarse de la presencia de Friedrich y Sayuuri, los embistió rotundamente.

Ambos salieron volando y cayeron chocando contra la pared. Fridrich desenvaino la espada, y el espíritu rió

— Jajajajajaja esa espada ya no puede herirme— dijo mientras alzaba a Friedrich por el cuello y lo lanzaba contra la pared.

Sin embargo Okita cayó al suelo, y el espectro, dejó a Friedrich y fue a socorrer a Okita.

— Kokushibo, mi amado ¿Estas bien?— Dijo dirigiéndose a Okita.

Okita no respondió, pero su mano se deslizó por el kimono del espectro, y le quito el fragmento que tenía escondido en los pliegues de su kimono, y con su otra mano, arrancó el otro fragmento que tenía en su collar, el espectro no reaccionó a tiempo, y Okita lanzó ambos fragmentos hacía Friedrich, Sayuuri los tomó, y poniendo los diez fragmentos en el suelo, estos se unieron y cuando el espectro se disponía a embestir a Friedrich y Sayuuri, el espejo del alma se puso enfrente de ellos, como un escudo, y el espectro vio su reflejo, el reflejo de su alma, vio en el espejo a la dulce jovencita que era cuando murió, la sonrisa que tenía por pasar tiempo con Kokushibo, y frente a ella, el espíritu de Kokuchibo se manifestó.

— Kanae— dijo el Espíritu de Kokushibo— Largo tiempo pasé en las sombras, esperando volver a verte, y hora aquí estas.

— Kokushibo— dijo el espectro mientras su aura de oscuridad se iluminaba— mi amor. Al fin estaremos juntos.

Y así, el alma de Kanae se libró de la oscuridad al estar reunida con su amado, y de esta forma ambas almas se desvanecieron con el beso que tantos años se había negado. Mientras los fragmentos del espejo se volvían a separar y deslomarse en el suelo

Okita— dijo Sayuuri mientras corría a auxiliar al joven— ¿Estas bien?

— Estoy bien. — Respondió adolorido— Ayudemos a Friedrich.

Ambos jóvenes fueron con Friedrich, recogieron los pedazos del espejo y los guardaron en la bolsa de Okita, después, los tres juntos regresaron a la superficie y salieron al jardín.

No sabían cuánto tiempo les llevo, pero la luna estaba en su punto más alto, y la niebla se había dispersado y vieron como varias esferas de energía se alzaban hacia el cielo.

— ¿Qué son esas cosas?— Preguntó Sayuuri.

— Las almas de quienes murieron en este monte— respondió Okita — Al fin pueden ascender al cielo.

— Bajemos mañana por la mañana — dijo Friedrich— Estoy muy cansado y adolorido

Y diciendo esto se desplomo.

Los jóvenes buscaron un poco de leña, y con un poco del aceite de la lámpara de Sayuuri hicieron una fogata, donde durmieron. A la mañana siguiente, despertaron, las marcas habían desaparecido, la maldición se había roto, por lo cual emprendieron el viaje hacía la aldea, iban despacio por las heridas de Friedrich.

Al llegar todos los aldeanos los esperaban, los tres se habían asustado, pensaron que se les castigaría por sus acciones, sin embargo, todos los pobladores se arrodillaron para hacer una reverencia y agradecer lo que habían hecho

— Ustedes acabaron con el mal de ese monte, la niebla se fue del monte y los cuervos regresan, tal como decían las leyendas.

— Nosotros no hicimos nada— Dijeron— Solo tuvimos suerte. — Rápido, atiendan sus heridas.
Y diciendo eso, los llevaron a la clínica del doctor.

— Sabes— dijo Okita estando en la clínica—, Esos rituales nunca fueron necesarios, las mujeres que murieron ahí, no salvaban a la aldea, ni traían prosperidad, simplemente alimentaban lo que había en ese monte, digamos que al hacer los rituales, el mal de ese monte, no los castigaba si no hacían los rituales, si no que los recompensaba por hacerlo, ¿me entiendes? Al liberar el alma de Kanae, el mal de ese lugar perdió su poder, por lo cual los habitantes de acá ya no tienen de que preocuparse.

— Creo que entiendo. — Dijo Friedrich.

— Y ahora ¿Qué harás?— pregunto Okita.

— Iré a visitar a Koichi, estará molesto con nosotros, pues no nos hemos comunicado con él desde que llegamos. La buena noticia, es que al fin tengo la espada que tanto quería. Dijo señalando la espada que estaba a su costado, la espada con la que se había salvado.

— Pero te tengo una pregunta, ¿Por qué ese espíritu no te lastimó?— dijo Friedrich — Solo porque me parecía a Kokushibo, me confundió con él. Dijo Okita sonrojado. — Jajajajaja— río Friedrich— Okita el conquistador.
Mientras, Sayuuri iba con su abuela y la abrazó y le contó su aventura.

— Estas jovencitas. Ya no obedecen a sus mayores, pudiste haber muerto—, decía su abuela con lágrimas en los ojos.

— Te amo abuela— dijo Sayuuri.

Y así abuela y nieta cocinaron la cena para sus dos huéspedes de honor quienes se encontraban heridos en la clínica del Doctor.

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