“Es imposible vivir sin fallar en ocasiones, a menos que vivas tan cautelosamente que no estás viviendo en realidad, en cuyo caso, fallas por defecto” – J.K. Rowling
Cae. Pierde. Esa carta de rechazo, ese examen cuya nota mantiene baja tu zona; esa presentación en la que te trabaste al hablar; esa pregunta en la que te bloqueaste en el parcial y no puedes dejar de recordar.
Cae. Pierde. Llora si es necesario, ahoga las penas en McDonald’s o en una bolsa grande de Tortrix o en helado. Releyendo tu libro favorito o viendo esa tragicomedia que has visto mil veces.
Llora viendo Grey’s Anatomy o Stranger Things por enésima vez.
Haz maratón de Netflix.
Ve a cortarte el cabello o quédate en pijama un día entero.
Sal a correr o duerme todo el día.
Cae. Pierde. Grita. Ríete de ti mismo. Llora.
Haz lo que tengas que hacer, pero después de un tiempo vuelve a intentar porque fallar es inevitable.
Nos han condicionado a competir, competir y competir; a ser todo o nada, a ser los mejores, a siempre tener o hacer más, más y más. A consumir más para encajar con las modas o con la sociedad, a saltar de cosa en cosa efímera para no quedarse atrás y postear una selfie en el proceso.
Pero la vida es eso que pasa mientras estamos teniendo ataques de pánico por no ser lo que todos esperan de nosotros.
La vida es eso que pasa mientras hacemos cosas para complacer a los demás y entrar en el cuadro de una “vida normal”; en la imagen de tener un plan a largo plazo para la vida. En esa ilusión de mantener la creencia en Instagram que tenemos toda la vida resuelta y podemos disfrutar de un frappucino al mismo tiempo que hacer mil tareas, pagar todas las cuentas, ir al gimnasio, mantener un trabajo y una casa limpia, un promedio altísimo, una dieta balanceada, salir todos los fines de semana con amistades y subir stories de los cinco libros que leemos a la semana; las series que vemos, todo al mismo tiempo; como si no hubiera un límite; como si fuéramos Superman o Supergirl; como si no nos cansáramos, como si alcanzara el presupuesto, como si no fuéramos humanos con malos momentos.
Pero sí somos humanos. Y vamos a fallar de vez en cuando. Y vamos a necesitar reponernos. Y no hay absolutamente nada de malo en eso.
Como mencionaba J.K. Rowling en un discurso de graduación impartido en Harvard en el 2008: fallar es inevitable y de todos los fracasos (y errores) se aprende, por lo que de tener un giratiempo, le diría a su versión joven de veintidós años que la vida no es el currículum o calificaciones perfectas, que la vida es difícil, complicada y fuera del control de cualquiera.
El reconocerlo es lo que nos ayuda a sobrevivir y seguir adelante.
“It’s okay to stop and rest.
If you need a break, it’s okay to say you need a break.
This life – it’s not a contest, not a race, not a performance, not a thing you win.
It’s okay to slow down.
You are here for more than grades, more than a job, more than a promotion, more than keeping up, more than getting by.
This life is not about status or opinion or appearance.
You don’t have to fake it.
You do not have to fake it.”
Jamie Tworkowski (del poema ‘There is still some time’)