Enrique Velasco/
Un lápiz escribiendo,
Un corazón latiendo.
Una lágrima del cuerpo huyendo,
No se escucha lo que va diciendo.
El sol levanta,
La mañana aparece.
Los ojos esclarecen,
Lo que la boca espanta.
Como todos los días
Se dibuja una cruz al despertar.
La fe para él no es cosa sencilla,
Pasan días y es difícil creer que un cambio va a llegar.
Con solo 12 años cargo responsabilidades,
Más de las que imaginas
Al verme actuando por las calles.
A pesar de esto al verme me ignoras,
Y mi reflejo en tu ventana cuando ni una mirada das.
No se cómo hacerte entender…
Tengo bocas que alimentar.
No me queda más que mi cara pintar,
Y mientras pueda un par de monedas recoger.
Camino a tu destino,
Te topas con mi oficina.
Para muchos un trabajo clandestino,
A mí me ha dado de comer toda la vida.
Prefiero esto que volverme un asesino,
Con 12 años creo que no existe otro camino.
Hay gente que pregunta “¿Y este niño al mundo a qué vino?”
A veces pienso que mi futuro ante Dios pasó desapercibido.
El sol que quema mis anhelos.
El agua corre el maquillaje.
La verdad a veces surgen celos,
Y es que en mi vida ha habido poco aprendizaje.
Pero justo antes de quebrar en llanto,
Y terminar con esta historia.
Recuerdo una voz dulce que al regañarme parecía canto.
Y el hecho que dependa de mí, bruscamente asalta mi memoria.
Te miro y te conozco,
Incluso más de lo que me reconozco.
En donde vivo no hay espejo.
Y si me miro es porque un charco me regaló su reflejo.
Después de cinco horas actuadas,
Me gustaría decir que disfrutadas…
Uno a uno voy contando,
Apenas empiezo y estoy terminando.
Leer ha de ser como volar,
A veces imagino a mis ojos la tinta navegar.
¡Qué no daría yo por letras apilar!
¡Qué no daría yo por ver letras y escuchar!
Tal vez de esta forma sería yo el que escribe esto.
Y no alguien inventándose mi historia creyendo que es honesto.
Es que si fuera yo escribiendo de mi vida,
Podrías llegar a pensar que Dios olvida.
Pero desde ya te digo: eso no es cierto,
Me lo ha enseñado el tiempo.
Hasta el más rico tiene algo que pedir,
Y hasta el más pobre algo por que sonreír.
Me dicen El niño de las luces.
Dicen es un nombre que me luce.
Si me buscas me encontrás en cada cruce.
Es tan amargo que la rutina lo hizo dulce.