Brújula/
Guatemala es el país donde se sobrevive sin noticias. Se sobrevive sin las transacciones monetarias pactadas abajo de la mesa, sin el arma del asesino, sin el llanto de la familia del niño desnutrido. Se vive sin nada nuevo que contar.
El país se encuentra lleno de noticias viejas; pareciera que es un país abandonado por los narradores de una novela dramática. Como la película animada francesa Le Tableau, donde el pintor abandona un cuadro y deja a los personajes a media elaboración, Guatemala pareciera muchas veces estar en la misma situación. Se olvidaron de colocar finales felices dentro de nuestra historia: los niños que sufren diaramente hambre, finalmente mueren; los narcotraficantes que negocian con vidas ajenas finalmente quedan fuera de rejas; y los jóvenes que migran hacia el norte en búsqueda de una nueva oportunidad, nunca llegan. Se quedan en el camino, en manos del crimen organizado o en el peor (¿o mejor?) de los casos, duermen para nunca despertar.
Las noticias viejas se logran camuflajear perfectamente entre los medios de comunicación, dando una apariencia de sucesos nuevos y frescos, listos para ser consumidos. Los robos millonarios en las instituciones públicas se esconden detrás de modalidades diferentes a las convencionales, saltando de institución en institución. Así, un día es dentro de la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala (CDAG), otro día dentro del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) y un día más, se esconden dentro de cuerpos de diputados negociando bajo la mesa cuotas para la elección de magistrados al Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Y así como los robos millonarios, la inseguridad alimentaria, la pobreza que expulsa a muchos a migrar, el racismo con el cual viven día a día muchos guatemaltecos, la inseguridad ciudadana y la corrupción, son noticias viejas.
Sin embargo, el verdadero engaño de esta película guatemalteca es el no lograr ver precisamente eso. Que las noticias que día a día “nos sorprenden” son finalmente males antiguos, estructurales, cíclicos. Es perverso ver cómo ya no nos sorprendemos con noticias como robos, asesinatos y muertes infantiles a causa de la desnutrición, pero nos indignamos cuando un nuevo escándalo político de plagio sale a la luz, sabiendo que como ese líder existen muchos más, y que esto es simplemente resultado de un sistema político y de partidos políticos débil, poco exigente y permisivo.
No nos gusta conocer la historia de nuestro país, sufrimos de amnesia colectiva y es por eso que nos dejamos sorprender con las noticias viejas. Retemos al sistema y dejemos que la juventud que corre por nuestro cuerpo se conecte con nuestra mente. Exigamos noticias nuevas, exigamos al gobierno que los problemas estructurales del país sean realmente trabajados y no únicamente re-calentados mediáticamente. Tengamos presente que los sucesos dejarán de ser antiguos conocidos cuando nosotros tomemos conciencia de ello y empezos a actuar sobre los mismos.
Volvamos a tomar el lápiz y papel; seamos los propios escritores de la historia de nuestro país. No dejemos que otros sigan escribiendo historias a medias y relatos inconclusos de nuestra Guatemala. Ya no queremos noticias viejas.