Mi madre recuerda que El Reducto ya estaba desde que ella estudió en la década de los ochenta. Los días viernes es necesario presentar carnet de estudiante para entrar al Parqueo No. 5 a partir de casi medio día. En el primer receso de la mañana es común la frase “¿me acompañas a las granizadas?”, y por supuesto, después de exámenes nunca hace falta la prometedora propuesta de “¿vamos al R, muchá?”; y en lo personal, la primera pregunta que me hicieron amigos de otras universidades en mis primeros días en la Landívar fue, “y vos, ¿ya fuiste al Reducto?”
Probablemente seamos mayoría los que hemos pasado al menos un momento memorable dentro de esas paredes, ¿pero realmente lo consideramos parte de nuestra identidad como estudiantes? ¿Cuántos hemos visitado realmente El Reducto? ¿Estamos de acuerdo como estudiantes en que existan El Reducto y otros bares en la entrada de la universidad? Han sido estas dudas las que despertaron nuestra curiosidad y nos llevaron a preguntar a estudiantes de ambas jornadas qué opinan al respecto. Los resultados son los siguientes:
Como se muestra en las gráficas, los resultados de las encuestas muestran que la mayoría de los encuestados han visitado El Reducto, una leve mayoría es indiferente ante su presencia en la entrada de la universidad, y la mayoría no lo consideran parte de la identidad landivariana. Pero hay más a estas respuestas que un sí o un no. Hay quienes comentaron que sus visitas a El Reducto consistían principalmente en comprar las famosas granizadas, a comprar cigarrillos, a comer shucos, entre otras. Aquellos que estaban de acuerdo con la presencia de El Reducto y otros bares en la entrada de la universidad se enfocaban en la conveniencia de su cercanía, el bajo riesgo al salir de la universidad, y el hecho de tener un lugar donde pasar el tiempo libre. Por supuesto, hubo opiniones en contra, entre las cuales destacaron la música a alto nivel, la distracción que crea para los alumnos, los problemas que llegan a causarse en el lugar, y porque le da una mala imagen a los alumnos y a la universidad como institución educativa. Por último, queda el tema de si los estudiantes consideran El Reducto como parte de su identidad landivariana. La gran mayoría respondió de forma negativa, argumentando que va en contra de los valores de la universidad y es ajeno a la misma, así como también promueve una mala imagen a la universidad y no se asocia con la educación ni la institución misma. Aquella minoría que si asoció El Reducto con la identidad landivariana opina que es uno de los elementos que se reconocen externamente al pensar en la universidad, y muchos de los estudiantes landivarianos concurren él (aunque no está de más mencionar, como dijo alguien que respondió negativamente, no son exclusivamente los estudiantes de la Universidad Rafael Landivar quienes frecuentan el lugar). Por supuesto, otro punto interesante que podría concluir de forma distinta nuestra duda sería la opinión de la institución misma respecto a El Reducto y los bares vecinos (que si bien recordamos, se intentaron cerrar por ciertas autoridades de la universidad), y también la opinión de personas ajenas a la universidad. Tal vez ése sea un tema para una próxima edición.