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Luis Arturo Palmieri/ Corresponsal/ 

Continuación de El Serranazo parte I

Por supuesto que Serrano enfureció cuando la Corte de Constitucionalidad dictó la sentencia, pero su enojo no fue suficiente para detenerlos. Resulta que el 1 de junio de 1993, el coronel Otto Pérez Molina (Director de Inteligencia del Ejército) se reunió con varios de sus oficiales y decidieron no darle apoyo a Jorge Serrano y, a contrario sensu, apoyar a la Corte de Constitucionalidad, obligando a que el Presidente renunciara. Algunos dicen que su vicepresidente Gustavo Espina trató de asumir el cargo de Presidente, pero hay otros que dicen que no fue así. Independientemente de si trató o no, al final a Espina también se le obligó a renunciar y huyó del país, al igual que Serrano.

El fallo de la Corte se publicó el 2 de junio del mismo año, lo que indicaba que ya estaban vigentes todas las disposiciones que habían sido suspendidas. Dos días después la Corte le dice al Congreso que debe proceder a designar a las personas que ocuparán los cargos de Presidente y de Vicepresidente, tal y como lo manda la Constitución en el artículo 165 incisos c) y d). Es así como el Congreso emite el Decreto 15-93, declarando vacante el cargo de Presidente y el de Vicepresidente. Y consiguientemente emite el Decreto 16-93, el cual declara electo como Presidente de la República al Procurador de los Derechos Humanos, Ramiro de León Carpio. Este último propone una terna al Congreso y son los diputados quienes eligen como Vicepresidente al entonces Presidente del Tribunal Supremo Electoral, Arturo Herbruger Asturias.

Cabe resaltar que los nuevos mandatarios fueron electos debido al papel fundamental que jugaron durante el Serranazo.

Ramiro de León, ese 25 de mayo se vio obligado a escapar de su casa por el techo ya que esta amaneció rodeada de policías. Recibió varias propuestas de asilo político de parte de otros países pero, según lo contó, les dijo que no se quería mover de su país ya que era un defensor de la Constitución y del sistema democrático y que entonces iba a trabajar desde la clandestinidad. Esta información fue publicada secretamente en Prensa Libre antes de que este periódico aceptara la censura al día siguiente. Por otro lado, Arturo Herbruger Asturias había sido el primer y único presidente del Tribunal Supremo Electoral hasta ese entonces, fungiendo desde que se creó la institución el 30 de junio de 1983 hasta el 6 de junio de 1993, cuando fue electo Vicepresidente de la República. El papel que jugó este hombre durante el Serranazo (siendo Presidente del TSE) consistió en negarse a convocar a las elecciones que pretendía Serrano para erigir un nuevo Congreso.

Posteriormente, a pesar de la salida de Serrano y de su vicepresidente, el pueblo siguió exigiendo cambios en el gobierno. La dificultad ahora radicaba en que estos cambios solamente se podían realizar a través de una reforma a la Constitución. Los artículos que se pretendían cambiar no requerían de una Asamblea Nacional Constituyente (como lo indica el artículo 278 constitucional); y por lo tanto se siguió el proceso establecido en el 280 del mismo cuerpo normativo. Para llevar a cabo estas reformas entonces había que lograr que el Congreso aprobara las mismas con dos terceras partes del total de diputados y estas no entrarían en vigencia sino hasta que fueran ratificadas por medio de una consulta popular.

Las reformas a la Constitución están contenidas en el Acuerdo 18-93 del Congreso de la República y para lograr hacer los cambios se agregaron varios artículos a la Constitución en el apartado de “disposiciones transitorias y finales”. Y es en el artículo 23 de estas disposiciones donde se ordena al Tribunal Supremo Electoral a que convoque a elecciones para diputados al Congreso de la República. Por lo tanto, iban a salir los diputados que integraban el Congreso desde el 15 de enero de 1991 e iban a entrar otros nuevos para concluir sus funciones el 14 de enero de 1996. La consulta popular realizada el 30 de enero de 1994 ratificó la reforma constitucional, y resultó impresionante que solamente el 16% del pueblo de Guatemala asistió a votar (a pesar del malestar general que había). Este cambio fue la llamada depuración del Congreso.

Cabe resaltar que de los 116 diputados solamente 75 estaban a favor de la depuración y querían que los diputados que integraban la Junta Directiva renunciaran. Los integrantes del partido Democracia Cristiana Guatemalteca estaban abiertamente en contra de esa depuración pero no contaban con mucho apoyo. Finalmente, las elecciones para el nuevo Congreso se realizaron el 14 de agosto de 1994 y ahí se hizo evidente el desprestigio y hasta cierto punto, asco, que la población le tenía a los partidos que habían tenido mayorías anteriormente. Por lo que la mayoría de diputaciones fueron obtenidas por el FRG, el PAN y la UCN. Este nuevo Congreso designó a una nueva Corte Suprema de Justicia y así fue como hubo, por fin, una renovación de autoridades. A pesar de todo esto, según Jorge Luján, “no se reflejó en el mejoramiento de la situación económica, de seguridad y de colaboración política”.

Por último, me gustaría hacer énfasis en el hecho de que el pueblo de Guatemala fue fundamental para llevar a cabo los cambios que se hicieron en la administración pública. Nuestra situación política de hoy no está muy lejos de lo que fue en aquella época. Lo que sucede es que las personas de hoy han cambiado y se han vuelto indiferentes ante tanta crisis y corrupción. Sobre todo, hemos olvidado el artículo 152 constitucional el cual nos dice con absoluta claridad que: EL PODER PROVIENE DEL PUEBLO. Debemos recordarles a los funcionarios lo que Plutarco decía: “toda magistratura es una cosa grande y sagrada, el que la ejerce debe honrarla de la manera más honrosa posible”. Y por supuesto, dándole el respeto que merecen debido a su alta investidura, también hay debemos hacerles ver que al final de cuentas ellos son única y exclusivamente los depositarios de la autoridad, la cual reside enteramente en nosotros, el pueblo.

Esta es la historia del siempre mencionado por los adultos y poco conocido por nosotros los jóvenes, Serranazo. Me despido con otras palabras de Jorge Palmieri que nos hacen reflexionar sobre nuestra situación actual: “No en vano hay muchos guatemaltecos que suspiran añorando los golpes de Estado del pasado”.

Imagen: Emisoras Unidas

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