José Castillo/

Apuntes de una discusión

Como un intento de comprender (superficialmente, claro está) la historia de Guatemala, decidí comenzar con discutiendo “La patria del criollo” de don Severo Martínez Peláez. Un ensayo sobre la época colonial que sienta las bases para entender la construcción de la sociedad guatemalteca y de cómo esta estructura se reproduce hasta nuestros días.

Para continuar con el cronograma, centré la discusión en un la época de la Revolución Liberal (1871). El libro escogido para este efecto no pudo ser mejor.El sueño de los justos, una magistral novela de Francisco Pérez de Antón, nos traslada a la segunda mitad del siglo XIX en Guatemala. Conservadores contra liberales. Progreso contra tradiciones. En resumen, una Guatemala fraccionada desde la Independencia.

Para la discusión de julio, tuvimos el privilegio de contar con Francisco Pérez de Antón; un hombre sabio y sumamente modesto que compartió su experiencia como escritor.

El mismo autor hace énfasis en que su novela no es de carácter histórico, sino que es una historia ubicada en un período determinado.

Nos contaba el autor, que desde que escribe novelas se encuentra comentarios como “fulanito (personaje) es mi tío bisabuelo, estoy seguro”. Sin embargo, insiste que no es así. Aunque estos comentarios lo halagan, pues ponen de manifiesto su capacidad de representar fidedignamente a un habitante de determinada época.

Pérez de Antón, decidió ambientar su historia en la época de la Revolución Liberal, pues considera que es un período fundamental, el más importante quizás, de la historia del país. Fue a partir de 1871 que el país comenzó a modernizarse política, económica y socialmente.

Sin embargo, esta modernización está muy lejos de los ideales “liberales” de aquella época. Y en esto se centra el libro. No en los personajes fundamentales de la revolución (Barrios y García Granados), sino en los ciudadanos de a pie, con sus sueños, anhelos, ideales y contradicciones con un destino al que tuvieron que hacerle frente inevitablemente. En cómo estos querían una nueva Guatemala y sus ideales fueron traicionados por la instauración de un régimen dictatorial, el de Justo Rufino Barrios.

Está claro que el 30 de junio de 1871 es un parteaguas en la historia del país. No obstante, cabe preguntarse ¿qué tan liberal fue la revolución? Es cierto, se modernizó la economía, convirtiéndonos en uno de los principales exportadores de café a nivel mundial; se terminó el poder desmesurado de la Iglesia, se crearon instituciones clave que aún persisten en nuestros días. Pero, ¿nos modernizó a todos? ¿Caminamos hacia una sociedad más inclusiva? ¿O simplemente los explotadores eran ahora liberales y ya no conservadores? ¿Dónde quedó la libertad? ¿Fue simplemente un sueño?

De ahí que Pérez de Antón diga que el título del libro es una analogía. La Revolución era el sueño de los justos, de quienes que creían que hacían lo correcto, pero fue precisamente Justo (Rufino Barrios) quien dejó todo en un sueño, convirtiéndose en un dictador.

Porque, como bien apunta el autor, “está claro que unos son quienes hacen la revolución, pero siempre son otros quienes la administran.”

Para agosto, discutiremos El dictador y yo. Un testimonio de Carlos Samayoa Chinchilla, que trabajó para Jorge Ubico Castañeda y nos relata las luces y sombras del dictador.

Compartir