Andrea Villagrán/Corresponsal/
Para poder comprender una situación sin haber tenido una experiencia previa, la mejor forma es por medio de anécdotas, cuentos, fabulas, etcétera. De acuerdo a Jorge Bucay[1], con ello se logra tener una clara representación interior simbólica del suceso. Así pues comenzaremos con un pequeño cuento para poder adentrarnos en un ejercicio reflexivo…
Disfruto del aire, del sol, de los pájaros
y del placer de que mis pies me lleven
por donde ellos quieran.
A un costado del camino,
encuentro a un escalvo durmiendo.
Me acerco y descubro que está soñando,
de sus palabras y sus gestos adivino…
Sé lo que sueña:
el esclavo está soñando que es libre.
La expresión de su cara refleja paz y serenidad.
Me pregunto…
¿Debo despertarlo y mostrarle que solo es un sueño,
y que sepa que sigue siendo un esclavo?
¿O debo dejarlo dormir todo el tiempo que pueda,
disfrutando aunque sea en sueños
de su realidad fantaseada?
Tan solo ayer (29 de julio) el observatorio 24-0 del Ministerio de Gobernación, reportó 17 muertes violentas de las cuales el 65% fueron ocasionadas por armas de fuego; qué va, si la vida vale un celular o menos, Q.300 cobra un sicario por matar a un piloto y qué decir sobre la desnutrición crónica, los abusos sexuales, el trabajo infantil, las extorsiones, la trata de personas… Difícil terminar de enlistar la gran cantidad de tipos de violencia que ahogan a nuestro país. Los medios de comunicación, como mencionan Badillo y Hernández[2], funcionan como intermediarios de la población y las instituciones, por ello la importancia de los mismos en tratar temas de relevancia nacional que promuevan el diálogo y la participación ciudadana. No obstante, la manera en cómo los medios muestran las noticias son una forma de fomentar y legitimar la normalización de la violencia de nuestra sociedad. Un reciente estudio, titulado “Los niños como suceso” del Programa de Opinión Pública, realizado sobre el abordaje de los medios de comunicación al tema de abuso sexual infantil, evidencia la poca importancia que le brindan los medios de comunicación escrita al análisis y reflexión de este tipo de violencia.
Una terrible realidad, idónea para dormir y fantasear…
Regresando a la pregunta que provocó el relato sobre el esclavo, ¿lo despertarías o lo dejarías seguir en su sueño?, ¿verdad o engaño?, mi respuesta a un amigo sería: acércate, y si ves que el esclavo soy yo, ¡despiértame por favor! Pues creo en la búsqueda de la verdad y la autodeterminación como fuentes liberadoras de la esclavitud y que solo despiertos podemos tratar de cambiar nuestra realidad. Del sueño, se puede rescatar la concretización de metas a las que queremos llegar pero hay que tener presente que por adormecernos tanto tenemos una sociedad en donde el hombre se ha olvidado de ser humano. Comprendiendo que cada quien es libre de elegir qué es lo mejor -estar despierto o dormido-, debemos toma en cuenta que en ambos estados, el esclavo sigue siendo esclavo. ¿Debo despertarlo y mostrarle que sólo es un sueño, y que sepa que sigue siendo un esclavo?