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Mgtr. Melissa A. Lemus/ Colaboración/

Viene de Suicidio, parte I

¿Existe suicidio en niños y adolescentes?

Las estadísticas reflejan que en la niñez también se presentan los actos suicidas. En la infancia los factores de riesgo se han detectado en el ambiente familiar. Un estilo de crianza negligente, donde no son cubiertas las necesidades afectivas en el menor; la sobreprotección, en donde se anula la individualidad, o bien una personalidad muy controladora de los padres pueden ser algunos de los factores.  Perez Barreno (1999) indica que una enfermedad psiquiátrica, como la depresión materna, el alcoholismo paterno o la esquizofrenia, son factores que pueden predisponer el suicidio en los hijos.

Entre algunas conductas que caracterizan a un pre adolescente o adolescente que intente un acto suicida pueden ser los sentimientos de inadecuación, malestar, molestia, irritabilidad, agresividad y hostilidad, así como manifestaciones de un trastorno del control de los impulsos. Manifestar poca tolerancia a la frustración, sin capacidad de postergación, presentar una gran demanda de atención pero sobre todo afecto también pueden ser características predecibles.  También son personas que presenten haber tenido intentos suicidas previos, manipuladores, que se victimizan, con emociones profundas asociadas a celos por los hermanos, muy susceptibles y rencorosos; podrían o no expresar ideas de morir o suicidas.

Otras  personalidades opuestas como ser rígidos, meticulosos, ordenados y perfeccionistas; tímidos, con pobre autoestima, pasivos, etcétera también pueden ser características de una persona con ideas suicidas.

Por ello, el ambiente donde se desarrolla y educa en emociones a la persona puede ser crucial para prevenir intentos suicidas.  Muchos jóvenes y adultos toman la decisión al sentirse bajo cierta presión que sobrepasa su capacidad de afrontarlos; por ello conocer el ambiente familiar, escolar y laboral es crucial para entender los factores que intervienen en esta decisión deliberada de la persona.

Perez Barreno (1999)  indica que entre algunos de los motivos más frecuentes que llevan al acto suicida en la niñez, están:

  • Presenciar acontecimientos dolorosos (divorcio, separación, muerte de un ser querido).
  • Problemas con las relaciones paterno-filiales (estilo de comunicación,  disciplina, patrones de crianza).
  • Problemas escolares (acoso escolar, rechazo, aislamiento).
  • Llamadas de atención de padres o maestros con carácter humillante (ridiculización, excesivo control, manipulación, abuso y maltrato infantil).
  • Búsqueda de afecto y atención (baja autoestima, desvalorización, negligencia).
  • Agredir a otros (ciclo de la violencia).
  • Deseos de reunirse con un ser querido fallecido.

En el Informe Mundial sobre la Salud en el Mundo (OMS, 2013) se estimaba que los intentos de suicidio están en una proporción de 20 a 1 respecto a los suicidios, y de los adolescentes que tienen una conducta autoagresiva, únicamente un 50% solicita atención. A nivel de país, únicamente se cuentan con aproximaciones muy cercanas a la realidad sobre esta temática;  estudios de vigilancia epidemiológica instalados en las salas de emergencias de hospitales generales han permitido una aproximación a la conducta suicida (intentos de suicidio y suicidios consumados)

La recopilación de una tasa real y fidedigna de suicidio para el país es difícil, ya que lo que se ha logrado recopilar es obtenido de las emergencias de hospitales y de la información que brindan los  familiares.

Como es una situación que rompe con todo los valores y creencias religiosas, es una información manejada con mucho recelo y  secreto. El dato más cercano es que en Guatemala la tasa fluctuó de 1.8 en 1990 a 3.3 en 2004 (Herrera, Solorzano, Aparicio y Caldera, 2009). Así también en la comparación por género  se encontró que en 1990 se encontraron tasas de suicidio en los hombres de 2.9 y en las mujeres de 0.6. Mientras en el 2004, las tasa reportada en hombres fue de 2.85 y las mujeres de 1.04 suicidios por 100,000 habitantes.

Como país es importante que el sector de salud, tanto organizaciones gubernamentales como privados, sumen esfuerzos para implementar programas de Prevención de la Conducta Suicida, los cuales en primer lugar deben evitar el primer intento suicida, pero también su repetición y la consumación. Sobre todo concientización e información para la población en general, ya que la familia y amigos pueden ser las personas que identifiquen alguna conducta anómala y pueda ejercer una influencia positiva en la persona con ideas suicidas.

 

Fotografía: http://es.paperblog.com/

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