Por Ioannen Pérez Castillo
Coordinador Voluntariado Landivariano
Los artículos de la presente edición están elaborados en su mayoría por coordinadores del Voluntariado Landivariano y giran en torno a la celebración de la Semana Santa en Guatemala. Pero salta a la cabeza las preguntas de ¿cuál es sentido de la Semana Santa?, ¿cómo se relaciona ésta con los voluntarios?, ¿cuál deberá ser la reflexión central para un voluntario en esta semana? Intentaremos, sin ser teólogos ni pretenderlo, ensayar algunas respuestas a estas interpelaciones.
En la Semana Santa se conmemora la sublimación del amor de Jesús hacia la humanidad por medio de su Pasión, Muerte y Resurrección. Sin embargo, los hechos que conmemoramos durante la Semana Mayor no son hechos aislados, sino que son la consecuencia de su evangelio puesto en práctica. En todas sus predicaciones y acciones, Jesús de Nazaret hizo manifiesta su opción preferencial por los pobres, los marginados, los empobrecidos, los que no cuentan para la sociedad (Mat 5, 1-12). Los llama, además, bienaventurados, e invita a todos a practicar la solidaridad cristiana y humana exhortándonos a ocuparnos de sus pequeños (Mat 25, 34-40).
Pero este ocuparnos de los más pequeños de nuestras sociedades no se limita a actos de caridad aislados, debe ser integral y como tal debe ir de la mano de una lucha constante por erradicar las estructuras sociales, políticas y económicas que generan pobreza, injusticias y subdesarrollo. Es aquí donde el voluntariado se une con el sentido de la Semana Santa; es justamente en esto donde deben encontrar el verdadero sentido de su ser voluntarios. La celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, es también la conmemoración de la apuesta de Jesús por un cambio en las sociedades, para que éstas sean más humanas, inclusivas y justas, es decir más cristianas.
De aquí que ser voluntario es elegir el proyecto de Jesús, que Él llevó con coherencia hasta las últimas consecuentes. Precisamente se es voluntario porque no se está de acuerdo con el hecho de que hay excluidos. En otras palabras, ser voluntarios es optar claramente por un cambio social, en la línea de la promoción de la justicia. Es necesario darle ternura a un niño enfermo; dar reforzamiento escolar o tutorías a jóvenes y adultos para que consigan su título de diversificado; o acompañar a un anciano, confinado a un asilo en el otoño de su vida; pero ello sólo merece la pena si es un paso más en la erradicación de las causas de la marginalidad y del sufrimiento innecesario.
Esto nos lleva a nuestra tercera cuestionante, sobre cuál debería ser la reflexión central para todo voluntario en ésta Semana Santa. En primera instancia, el voluntario debe buscar un cambio significativo de su propia existencia, no habrá una verdadera acción voluntaria que no afecte el modo de ser y de estar ante esta sociedad concreta.
La reflexión y evaluación de la acción voluntaria debe cuestionarnos sobre las acciones concretas y las decisiones que tomamos en el día a día; y ver en qué medida son consecuentes con el proyecto de Jesús de Nazaret. Debemos preguntarnos sobre cuál es la motivación última de las acciones voluntarias que realizamos y si éstas forman parte coherente de nuestro proyecto de vida. Debemos cuestionarnos sobre nuestra entrega y apuesta por una Guatemala libre de injusticias y marginación, por una Guatemala verdaderamente humana; por un país donde reinen los valores cristianos.
Ahora bien, no debemos olvidar que los cambios serán graduales, que lo importante es empezar a generar ese cambio. Que esta Semana Santa sea, pues, un espacio para reflexionar nuestras acciones, teniendo como ejemplo la vida de Jesús, pero también un espacio para recargar las baterías, ya que aún hace falta mucho por hacer.
Sería un error si nos quedamos únicamente la reflexión de la Pasión y Muerte de Jesús, que se recrea día a día en nuestra sociedad, y nos olvidáramos de Su Resurrección. En última instancia es precisamente la Resurrección la que le da el verdadero sentido a nuestra fe, que es el motor que nos mueve cada semana en nuestro voluntariado. Es la Resurrección de Jesús la que nos permite animarnos a soñar, a ser unos idealistas incurables y asumir la nada fácil tarea de continuar lo que Él no hizo más que empezar.