«Muchos podrán estar perdidos en tu inmensidad
Cautivados por aquel escaso brillo
Qué por alguna razón ver no es sencillo
Otros solo querrán recorrer aquellos vertiginosos caminos
Qué quizás se merecen algo más que ser víctima de los impulsos más lascivos.
Y no faltará de aquel que se haya enamorado de aquellos huracanes de colores
Ojos de tormenta que esconden miles de motivos ulteriores
Y qué incluso el ojo más apto admira, pero jamás descifra.
Entonces, creo que por fin estoy yo
Con aquel oscuro pero brillante color
Cómo mi más apasionante afición
Más aún, cuándo es golpeada eficazmente por el sol.
Pero he de confesar, que no termina ahí… No.
No es únicamente mi parda pasión
Son todos los motivos expuestos, anteriormente, en estos desabridos versos.
El poder observar y mantener esa estrella
Qué en fotografías muy poco muestras
Son las ganas de recorrer tus caminos
Llegando a rozar incluso lo impío
Aún si eso significa que el infierno no será suficiente castigo
Es mi amor a tus contrastes y matices
Qué lienzos en blanco bendicen.
En fin, es un amor de lo más platónico
Del caos que en ti se encierra
Pero de forma agridulce al cosmos lleva»
— Angel Almeda.