Días atrás escuchaba cómo un grupo de personas charlaba sobre un sistema de salud “ideal”, y me pregunté en ese momento ¿cuál es?. En algún instante de nuestra vida hemos pensado, cuál es la fórmula secreta o qué se necesita para que este sea, de alguna forma, “perfecto”. Sin embargo, es un aspecto muy relativo. Depende de muchos factores, ya sea la posición económico-social, el estado de salud, la posición en la que la persona se encuentra, entre muchos otros.
Si le preguntamos a una persona enferma cuál es el sistema de salud ideal, es muy probable que responda que es aquel que le permita dejar de estar enfermo y que lo haga de una forma rápida; para un persona de escasos recursos, seguramente afirmará que es aquel que sea gratuito; para el ministro de salud o para alguna persona de alto rango a nivel público, es probable que diga qué es el sistema aquel que tenga un menor gasto económico; y un médico, quizá afirme qué es aquel sistema que disminuya la cantidad de personas que se enfermen.
Lo llamativo de todo esto, es que cada una de estas opiniones está en lo cierto. El sistema de salud ideal es aquel que engloba las necesidades de todos, no de la mayoría. Pero algo interesante, es que la construcción de este sistema ideal, no es solo trabajo de los altos funcionarios o del gobierno: es el trabajo de todos. ¿A qué me refiero con esto? Para esta respuesta, dos palabras son muy importantes: promoción y prevención de la salud. Cada uno de los guatemaltecos somo responsables de cómo cuidamos nuestro cuerpo, recalco en esto pues la mayoría de las enfermedades y muertes en Guatemala se consideran prevenibles y evitables, por ejemplo: neumonía, infarto, diabetes, entre otras. Por lo tanto, si mantenemos estilos de vida saludable, nos informamos, vamos al médico y no solo cuando estamos enfermos o en una situación crítica, ciertamente mejoraremos este sistema.
La educación también es fundamental; al educar a la población sobre cómo llevar un estilo de vida que evite enfermarnos, disminuiría la cantidad de personas enfermas, los costos en salud se reducirían, los hospitales no estarían tan saturados, los médicos dejarían de ser explotados y la tasa de morbilidad y mortalidad presentarían una mejoría. ¿Ven cómo el trabajo en equipo es fundamental en este tipo de casos?
Muchas personas se escudan tras la típica frase “es que somos un país pobre y por eso nuestro sistema de salud colapsa”. Pues como vimos, precisamente no es únicamente por esto. Hay muchos factores además del dinero. Así que, si cada uno de nosotros pone de su parte, esto que en algún momento se ve “utópico”, podría convertirse en realidad. Cómo jóvenes debemos de representar el cambio que queremos ver, ser la iniciativa y no solamente críticos espectadores. De esta forma empezaremos a ver la Guatemala que alguna vez soñamos.
–El médico del futuro no dará medicamentos, sino que interesará a sus pacientes en el cuidado del marco humano, dieta y en la causa y prevención de la enfermedad. -Thomas A. Édison.
Madeline M. Arriola
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