Han pasado momentos muy difíciles con esto del encierro por la pandemia, estoy todo el día en casa con alguien a quien ya no conozco. Ese desconocimiento se aplica tanto al enfermo alcohólico como a mí misma, situación de la que puedo sacar ventaja si aplico y trato de vivir lo que escucho compartir en una reunión por otras personas; tengo presente que el programa de Al-Anon me invita a realizar las lecturas diarias y a trabajar en mí, a través de un examen personal profundo, como el que se hace en el Cuarto Paso, o utilizar una revisión diaria rápida, sugerida en el Décimo Paso. Ante todo, es clave el mantenerme enfocada en mi serenidad y buscar la calma en las situaciones tensas, una vez no me vea amenazada por algún tipo de violencia física, así como tener un plan de escape por si fuera necesario o llamar a una amiga del grupo en una crisis, sin importar si el alcohólico está activo o no.
Revisando mis pensamientos, descubro que mi mayor deseo era que él dejara de beber. Al ya no hacerlo, tenía la seguridad que todo cambiaría para bien, volveríamos a ser felices, mis hijos ya no pelearían tanto entre sí, serían más obedientes y mejorarían sus notas en el colegio. Nuestras familias nos llamarían para vernos y compartir en las celebraciones, nuestros amigos nos volverían a invitar a cenar y seguramente planearíamos algún viaje para cuando se levantaran las restricciones de movilización. ¡Y qué decir de los cobradores, a quienes ya no estaría evitando y no estaría pensando constantemente en qué mentira decir para excusar las irresponsabilidades cometidas por mi esposo, al estar alcoholizado!
Hoy veo que todo este paquete de sueños me pertenecía cuando yo desconocía completamente el Programa; ahora entiendo que lo que sucede fuera de mí y de mi control, le corresponde a alguien más y esas personas deben hacerse responsables de sus decisiones, acciones y cambios. Lo único que yo puedo controlar es mi vida y respetar la de los demás, permitiéndoles vivir las consecuencias que ello conlleva.
Después de tanto esperar e idealizar la sobriedad, se hizo presente. El alcohólico entró en una crisis emocional que lo llevó a buscar el apoyo de los Alcohólicos Anónimos, lo hizo de forma voluntaria y sin intervención alguna de mi parte; en la literatura Al-Anon se explica claramente que la familia no debe presionarlo ni obligarlo para que busque ayuda, el interés debe salir de él y la familia puede complementar este momento teniendo conocimiento de los grupos de apoyo y profesionales de la salud que existen a su alcance.
La asistencia a las reuniones virtuales del Programa de Doce Pasos de AA, hizo que se empezaran a respirar otros aires en el hogar; pero siendo muy franca, no eran los que yo esperaba, no eran los que yo imaginaba. ¿Qué estaba pasando? Reconozco que me dominaba la incredulidad, ante la posibilidad de un cambio y también había angustia, reconozco que me olvidé de buscar la respuesta a mi pregunta, en las experiencias de quienes ya pasaron por este momento. Al platicar con mi madrina, siempre me sugiere leer el libro “Viviendo con un alcohólico sobrio”, así como los folletos Al-Anon, que se enfocan en la sobriedad y por ello es que vino a mí la certeza que la sobriedad no es fácil para el alcohólico y tampoco lo es para la familia.
Hay muchos ajustes por hacer por parte de cada uno de los miembros y así poner su granito de arena, para que el proceso de sobriedad sea permanente en el enfermo alcohólico y el proceso de sobriedad emocional de la familia también se manifieste. Entiendo que el bebedor fue una persona que perdió sus derechos en la dinámica familiar y que hoy está trabajando por su sobriedad; debo ampliar mi criterio, para darle oportunidad a lo nuevo que está por venir.
El compartir experiencias en Al-Anon me ofrece escuchar ideas de lo que a alguien más le funcionó y lo que no es aconsejable hacer. Descubro que es posible armar una nueva vida, no será la que yo recordaba o deseaba, sino será una mucho mejor, basada en la aceptación y respeto mutuo; las guías serán los programas espirituales, un Poder Superior y los nuevos amigos del grupo. Por esto tengo la seguridad que con Al-Anon se hace más fácil el camino hacia la sobriedad.