Víctor Guillermo Lucas Herrera/ Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales/
*Segundo lugar concurso de Ensayos sobre Ética Profesional. Tribunal de Honor, Asociación de Estudiantes de Ciencias Jurídicas y Sociales.
Cada día las personas se despiertan y empiezan su diario vivir, esperando cumplir alguna meta o bien simplemente pasar el día sin mayor problema. Actualmente, existe un conformismo por lo que es actualmente el mundo y esto lleva a aceptar lo que hay sin decir una sola palabra.
El concepto ancestral de ética se establece ya desde los grandes filósofos griegos, empezando por Sócrates, que apelaba a la esencia del ser humano, como un ser de bondad que actuará de una manera virtuosa, es decir practicará la virtud y en consecuencia será feliz.
La ética puede ser fácilmente definida como la puesta en práctica de la moral, y esta a su vez se ve íntimamente conexa a las conductas aceptadas en general por una determinada sociedad, de tal forma que se podría decir que no puede establecerse de una forma universal de lo qué es la moral; sin embargo lo que sí existen son ideas, valores, o bien principios que a lo largo de la historia de la humanidad han prevalecido como lo son la fraternidad, el amor y la solidaridad.
La anterior explicación de las bases de la ética genera el punto de partida para poder establecer cuál es la importancia del ser un profesional ético. Un país como Guatemala necesita que sus profesionales reflexionen sobre la magnitud de su envestidura y despierten a la verdad sobre cuál es su misión ahora: servir a los demás.
Es una verdad el hecho que la situación actual de Guatemala no cambiará de un día a otro, ni que una sola persona podrá transformar todo el mal que hoy agobia al país; sin embargo también es necesario establecer que todos en este país han sido responsables de lo que hoy es Guatemala, y es por eso que se necesita cambiar de rumbo, pero más importante aún, cambiar de ideales egoístas a ideales solidarios, para entender verdades como la de un proverbio africano que dice: “Si quieres llegar rápido, viaja solo. Si quieres llegar lejos, viaja acompañado”.
Ser una persona ética en el ejercicio de la profesión implica dejar atrás los propios intereses y empezar a discernir que el conocimiento adquirido adquiere su valor en el servir a los demás.
Todo profesional debe guiar su ejercicio profesional a la práctica de valores como probidad, lealtad, veracidad y solidaridad, para así retribuirle a la sociedad el privilegio que se ha tenido de adquirir conocimiento. Valores como los anteriormente citados, se han vuelto tan escasos en la idiosincrasia de las personas, que ya no solo son reconocidos por la sociedad, sino también son valores que se encuentran reconocidos en la legislación guatemalteca, específicamente en los postulados del Código de Ética Profesional, como medio de difusión.
El derecho de una persona acaba donde empieza el derecho de los demás, pero el derecho a la felicidad al ser colectivo no empieza ni acaba en una persona u otra, más bien se disfruta en conjunto, es por eso que surge la reflexión final que dice San Alberto Hurtado: “Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien”.