Ángel Ramírez/ Opinión/
Mientras me sumerjo en el mundo de la política como parte de mi vida laboral y profesional, voy enfrentándome a una serie de situaciones que me demuestran porqué es tan difícil encontrar incentivos para que una mayor cantidad de personas se involucren y formen parte de una nueva clase política en el país, una más enfocada a la democratización y que le apueste al desarrollo humano como la principal vía para mejorar al país.
La lógica empresarial, considero que ha logrado calar en la forma como entendemos que deben de funcionar las instituciones: eficaces, veloces, reduciendo costos y maximizando ganancias. Es claro que el Estado de Guatemala no funciona así y las probabilidades que este lo haga, cada vez las vemos más lejanas. Hacer que el Estado de Guatemala de un paso adelante, es como tratar de mover un gran elefante con un solo dedo; más aún cuando es para propiciar políticas o leyes que no se encuentran en la agenda partidaria de las grandes fuerzas legislativas o son de interés especial para el Ejecutivo.
De esta forma, parece casi irremediable que si no se hacen cosas distintas, lograr mover el andamiaje institucional del Estado de Guatemala en función del desarrollo humano a través de políticas sociales, de una matriz productiva más democrática, de una estructura fiscal progresiva y de una planificación presupuestaria en base a indicadores, es casi imposible.
Por lo tanto, ¿hasta dónde habría que experimentar con la política para que la toma de decisiones sea distinta?
Digo experimentar, porque en política no hay recetas mágicas para arreglar todos los problemas de la noche a la mañana, ni siquiera una revolución lo ha logrado. Lo que quiero decir es que hay ciertos cambios institucionales que deben de realizarse en el sistema político, sin caer en un reformismo vicioso, para que este pueda generar los resultados más aptos para mejorar las condiciones de todos los guatemaltecos.
Llegado este punto, voy a proponer algunos experimentos que yo haría en nuestro sistema político y lo invito a usted lector que también se ponga creativo. ¿Cómo experimentaría con la política en nuestro país? ¿Qué otras formas de elección podríamos aplicar en nuestro país? ¿Qué mecanismos propondría usted para evitar la corrupción? ¿Cómo dignificaría la función representativa parlamentaria? ¿Cómo fiscalizaría a nuestros gobernantes y dirigentes políticos? ¿Qué papel le daría a los partidos políticos? ¿Qué funciones le asignaría a éstos?
He aquí mi lista:
– Modificar la organización administrativa del Estado en función de la lengua materna.
– Establecer distritos electorales según otros parámetros distintos a la cantidad de población.
– Refundar el Estado de Guatemala, conviertiéndolo en un Estado Plurinacional.
– Que cada grupo étnico reconocido en el país tenga representación ante el ejecutivo, a través de gobernaciones específicas.
– Modificar la forma de descentralización y regionalización del país en función de índices sociales y económicos (pobreza, PIB per cápita, alfabetización, desnutrición, etc)
– Impulsar sistemas de producción locales, enfatizando en el consumo local y la comercialización según las capacidades productivas de cada región.
– Permitir candidaturas independientes a diputados.
– Financiar los partidos políticos según su planificación programática a realizar durante los períodos entre elecciones.
Los experimentos y las opciones pueden ser infinitas, solamente hace falta un poco de creatividad y pensamiento crítico para pensar más allá de lo tradicional.
Los exhorto a que no se limiten en exponer sus experimentos. Por compartirlos y socializarlos con los demás no se harán realidad, pero nos dejarán la satisfacción de saber que podemos ser críticos con la realidad. Esto nos hace más conscientes de lo necesario que es una reforma del Estado y de la responsabilidad que tenemos como jóvenes de buscar los mecanismos para proponer alternativas.
Debo aclarar que este es un esfuerzo de gran dificultad por mi formación politológica; la cual no me deja separarme de la rigurosidad teórica compartida dentro de los principales paradigmas científicos de la Ciencia Política, pero contra la cual estoy luchando (por esta vez). Por lo tanto, puede que sus propuestas sean mucho mejores y más creativas que las mías, por lo que sería de sumo interés poder leerlas.