Esta semana escuché un podcast, en donde la invitada fue una cantante mexicana bastante reconocida. En una parte de la conversación, los participantes platicaron sobre el significado que tienen los discos para los compositores y cómo estos son más que un conjunto de canciones, letras o melodías y que realmente cada proyecto musical es como una huella en la que el artista plasma quién es, qué piensa y cómo ve el mundo en un determinado punto de su vida.
De hecho, el anfitrión del programa hizo referencia al hecho que para el artista, los discos y las producciones musicales pueden ser vistos como fotografías y que como tal, contienen elementos temporales y espaciales que hacen alusión a un episodio de la vida del autor.
Hace unos años, escribí una columna en donde mi intención era explicar que todos en la vida somos artistas. Para mí, el arte va más allá de la música, la pintura o cualquier otra disciplina que de forma automática, se relaciona con una actividad artística. Creo que el arte es uno de los tantos fenómenos que tiene manifestaciones en todos los ámbitos de la vida, la cultura y la sociedad.
Dicho esto, considero que todos en la vida contamos una historia que ocurre en un determinado tiempo y espacio, que está conformada por personajes principales y secundarios que interactúan entre sí, para formar anécdotas y experiencias que pueden ser transmitidas de muchas formas. Lo que nos diferencia de los compositores y las personalidades que vemos en los medios y en las redes sociales, es que esas personas emplean elementos musicales y líricos para contar esa historia.
Volviendo a la analogía de las fotografías, creo que en tiempos como los que vivimos, las redes sociales son una especie de álbum fotográfico que todos tenemos. Quizás no lo pensamos así porque nos enfocamos en el día a día, pero cada pensamiento, idea, recuerdo o experiencia que vamos compartiendo y exponiendo a los demás, poco a poco va conformando un relato que muchas veces no tiene secuencia lógica, pero que al fin y al cabo es una representación de nuestra historia.
Podemos hacer el ejercicio buscando nuestras publicaciones de hace 5 años y con ello podríamos tener una fotografía de cómo pensábamos en aquel entonces y qué era lo que nos daba cierta convicción que incluso estábamos dispuestos a compartirlo y exponerlo en algo tan abierto y complejo como el Internet. Yo mismo a veces leo las columnas que escribía hace unos años y no me gusta la forma y el fondo de muchas cosas que expresaba, pero no soy duro conmigo mismo, sino que entiendo que mi historial de columnas es una colección de fotografías que atienden a un contexto específico y que lo importante es que en el presente soy capaz de ir hacia atrás para evaluar y poner a prueba lo que quería compartir y a partir de ello, ir ejerciendo el pensamiento crítico a nivel interno.
En lugar de avergonzarme, simplemente lo veo como un álbum de fotografías que tiene historias, recuerdos y experiencias, que en un momento dado, eran importantes.
Si bien es cierto, no es lo mismo compartir una publicación que parece pasajera y superficial en Facebook, que escribir y producir un disco, creo que la idea central permanece: todos tenemos una historia que contar y que podemos compartir con las personas a nuestro alrededor y cada quien determina los medios adecuados para hacerlo.
Me gusta tanto esta idea, que creo que la vida misma se puede resumir en que es una secuencia de fotografías en el tiempo, en donde cada pieza contiene emociones, expresiones, personas y lugares que de forma conjunta, explican una situación que forma parte de nuestra huella en el mundo.
Tal vez los compositores tienen el talento de convertir la vida cotidiana en canciones, otros se esmeran en crear un perfil en Instagram visualmente atractivo, otros son cautelosos con lo que deciden compartir en Facebook y otros quizás simplemente corren riesgos y se exponen tal cual.
Todos estamos compartiendo nuestra historia y eso es lo importante.