José Andrés Franco / Opinión /
El mes de febrero de este año electoral ha comenzado y les pregunto: ¿Ya enviaron un mensajito a Zury Ríos expresándole cómo debe de ser un “gobierno diferente”? ¿Ya invitaron a Javier Hernández a su comunidad? ¿Ya escucharon el inspirador video en donde Jimmy Morales explica por qué está en la política? O aún mejor, ¿ya participaron en una de las rifas de motocicletas que realiza el partido LIDER en el interior del país? Planteo estas preguntas porque cada vez es más evidente cómo se estarán llevando a cabo las campañas políticas aunque la convocatoria esté establecida hasta el dos de mayo, según el artículo 196 de la Ley Electoral y de Partidos políticos.
Desde hace más de un año tanto los candidatos como los partidos en sí, han expresado más allá de sus intenciones de participar en las elecciones, la forma cómo piensan persuadir o comprar a la población de que les brinden su voto.
Los videos publicados desde redes sociales u otras plataformas, que presentan discursos inspiradores en donde ciertamente no se mencionan ni aparecen logos ni colores de algún partido político, pero presentan claramente sus intenciones, son las primeras evidencias que tenemos sobre los discursos que se manejarán este año. Se platean como personas que buscan el “gobierno diferente” que te invitan -con fondos e imágenes- a la “reflexión”, a “pensar diferente”, a decirte que “un buen plan de trabajo o discurso lo compra cualquiera”; y como buscan que te involucres tanto en su causa que quieren que les envíes un mesajito expresándote, porque claro, ellos se tomarán el tiempo de leer cada uno de ellos, así como los comentarios que se dejan en los videos o se publican en sus fanpage, y los tomarán en cuenta para sus planes de trabajo.
Pero lo más interesante de estos mensajes de nacionalismo o ciudadanía (en donde se llega al punto de citar la biblia), es que todos coinciden al utilizar la palabra cambio, y me llama la atención porque no están haciendo nada nuevo o diferente en sus “mensajes al pueblo de Guatemala”. Se quedan en un conjunto de palabras y mensajes románticos, en donde se presentan como personas diferentes, mencionando todos los valores que la clase política actual no posee, planteándose como los guatemaltecos que más se identifican con los problemas de la población. En pocas palabras, ellos son los guatemaltecos ideales para gobernar.
Pero lo verdaderamente lamentable (pero a la vez gracioso) es que son candidatos diferentes repitiendo los mismos discursos de todos los demás.
Y no solo los discursos se repiten, también se desarrollan las mismas formas de solidaridad o labor social, que se pueden nombrar de diferentes maneras, según sea la que más convenga, pero que se pueden resumir en dos palabras: clientelismo político.
Claro que todas estas prácticas de clientelismo se han desarrollado en el país desde hace varios procesos electorales, pero se ha vuelto cada vez más común dentro de los partidos políticos, desde repartir bolsas con víveres o sillas de ruedas hasta “rifar” motocicletas como una forma de hacer política partidista, en donde se busca atraer la mayor cantidad de gente posible. Recordemos el accidente del año pasado en la aldea La Ceiba, Santa Catarina Ixtahuacán, en el departamento de Sololá, en el que un niño murió por buscar un número para la “rifa”, en donde estaba presente Manuel Baldizón.
En esta columna, mas allá de señalar a los actores de siempre, de quienes conocemos muy bien sus prácticas y estrategias para conseguir un cargo público o para mantenerse en él, señalo a las personas que se anuncian como “diferentes”, a las personas que están reproduciendo las deficiencias de nuestro sistema político, al repetir las mismas prácticas en este país, de las cuales, sinceramente, ya estoy bastante harto.
Si alguna vez apareciera una persona que busque hacer la diferencia dentro de nuestro país, será alguien que no repetiría los discursos y las prácticas comunes en los partidos políticos guatemaltecos, será alguien que por medio de la verdadera discusión y debate, sin importar los prejuicios que se desarrollan en el país, buscará construir verdaderas políticas públicas que beneficien al país.
Así que no propongo que ignoren algunas de sus invitaciones.
Por ejemplo, si están pensando en invitar a Javier Hernández a su comunidad, invítenlo para enseñarle los problemas sociales que tienen que soportar todos los días y que, desde su conocimiento profundo sobre administración municipal, proponga soluciones para estos; envíeles un mensaje a Zury Ríos pero para pedirle que mas allá de anuncios en la zona uno, en la Antigua o tomando un café, empiece a presentarnos cuál es o al menos cómo se va a orientar un plan de trabajo, porque yo sé que un plan de trabajo “lo compra cualquiera”, pero un buen plan de trabajo pocos lo logran llevar a cabo. Y si alguno de ustedes logra hablar con Jimmy Morales, por favor díganle que los problemas del país no se pueden comparar con el desempeño de la selección nacional de fútbol.