En los últimos años Guatemala ha sufrido huracanes, inundaciones, erupciones volcánicas, derrumbes, deslizamientos y terremotos; desastres naturales que han cobrado la vida de miles de personas. Guatemala, por su elevado índice de pobreza, su densidad poblacional y la poca voluntad políticas de las autorizadas, es colocada como el quinto país en el mundo con mayor riesgo a desastres naturales, según un estudio realizado por el Fondo Mundial para la Reducción y Recuperación de Desastres (GFDRR, por sus siglas en ingles) y el Banco Mundial (MB).

El reporte realizado por GFDRR publicado en el 2007, nos explica los fenómenos naturales a los que se enfrenta el país cada día, los cuales son: inundaciones fluviales urbanas y costeras, terremotos, desprendimiento de tierra, tsunamis, erupción volcánica, ciclones, calor extremo e incendios forestales.

La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) mapea cada año las zonas que se encuentran en alto riesgo, para prevenir cualquier catástrofe, ya que en Guatemala decenas de familias viven en las riberas de los ríos, asentamientos ubicados en laderas o barrancos y en viviendas que no cuentan con una construcción sólida, propensas a sufrir cualquier fenómeno natural.

Uno de las principales desastres naturales son las erupciones volcánicas, debido a que nos encontramos rodeados por 37 hermosos volcanes, los cuales representan un alto índice de riesgo para las personas que viven en las faldas de los 3 volcanes más activos en el país, los cuales son: el de Fuego, Santiaguito y Pacaya.

La erupciones volcánicas son eventos con los cuales los guatemaltecos debemos de convivir y no podemos hacer nada para escapar de ello. Únicamente se puede trabajar con organizaciones e instituciones tanto nacionales como internacionales para implementar estrategias y reducir la vulnerabilidad del país, ya que el Estado ha puesto poco interés en el tema. De esta forma se evitaría la muerte y sufrimiento de miles de personas expuestas al peligro de estos fenómenos.

Cada vez que ocurre una catástrofe, como la erupción del Volcán de Fuego del pasado 3 de junio, lo que más se evidencia es la falta de compromiso y voluntad política por parte del gobierno.

Por su parte, el deslizamiento del Cambray II en octubre 2015, cobró la vida de 253 personas, esto según cifras del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) y este desastre pudo evitarse si las autoridades hubieran atendido a tiempo las advertencias sobre el peligro y reubicado a las personas del lugar; y podría seguir mencionando cada uno de los eventos que nuestro país y connacionales han vivido en los diferentes departamentos.

Para poder contrarrestar los efectos de estos riesgos y reducir la vulnerabilidad, es necesario que el Estado promueva una campaña de información y sensibilización a nivel nacional, para que los guatemaltecos comprendan que el país, por su ubicación geográfica, siempre estará en riesgo y que la mayoría de eventos naturales son impredecibles. Esto nos ayudará a tener la capacidad de anticipar, enfrentar, resistir y recuperarse del impacto.

Además de una cultura de prevención, se necesitan políticas de ordenamiento territorial, principalmente en las áreas de mayor vulnerabilidad y si el Estado no toma medidas para revertirlas el riesgo a que sigan sufriendo tragedias es aún mayor.

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