La Semana Internacional contra el Acoso Callejero (del 2 al 8 de abril) es una iniciativa de Stop Street Harassment, que actualmente se replica a nivel mundial y cada vez ha sumado más aliados en diferentes partes del mundo, que buscan sensibilizar sobre el tema. Guatemala no es la excepción y se ha unido a la causa. Una de las organizaciones que ha asumido el reto es el Observatorio Contra el Acoso Callejero Guatemala que forma parte de la red internacional fundada en Chile. El objetivo es unir fuerzas para llevar a la luz un tema que muchas veces tiende a ser invisibilizado.

Frente a distintas posturas sobre el acoso, se ven argumentos que lo justifican como algo común que debe ser aceptado, principalmente sobre los muy conocidos “piropos”. Cuando escuchamos los famosos piropos en la calle, lo único que nos genera es temor y la urgente necesidad alejarnos. Nadie tiene el derecho a opinar sobre nuestros cuerpos sin nuestro consentimiento. El acoso sexual comienza desde los chiflidos, piropos, metida de mano hasta llegar a las violaciones sexuales.

Es una cadena de patrones de violencia.

Generalmente el acoso ocurre de hombre a mujer, explicándose desde el concepto de cosificación social de la mujer, en donde el hombre se siente con derechos sobre la misma. Es decir que somos vistas como objetos que se utilizan para dar placer sexual, y no como seres racionales que merecen ser tratados bajo las mismas normas de respeto y dignidad que los hombres.

Sin embargo, la sociedad utiliza cada vez más a la mujer como instrumento de mercadología. Al parecer para vender cualquier producto es necesario que aparezca una mujer semi desnuda, con su figura remarcada; principalmente en los productos que se venden a hombres. Lo que esto hace es reproducir y acentuar el discurso de ver a la mujer como un objeto.

¿El acoso callejero es parte de la cultura del guatemalteco? Claro, es el reflejo de una cultura violenta, machista, y no por eso es justificable bajo cualquier circunstancia. Tenemos el derecho a vestir como nos plazca, a las horas y en los lugares que sea, y esto debe dejar de ser una “justificación” del acoso. Nada justifica la violencia.

El acosador es el problema, no nosotras.

Debemos abordar esta problemática para promover el respeto en las calles. Una legislación que regule este tipo de situaciones de acoso en espacios públicos es necesaria, aunque compleja. Países como Chile comprenden la problemática y están en proceso de aprobación de la Ley de Respeto Callejero que busca sancionar el acoso. Necesitamos lugares seguros, en las que podamos sentirnos cómodas y tranquilas de transitar. ¡Las calles también son nuestras! #EndSH

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