Mónica Mazariegos /Estudiante de Escuela de Ciencia Política / USAC /

Iniciemos diciendo que el conflicto armado interno fue una guerra civil entre el Ejército de Guatemala y el Estado enfrentados contra organizaciones civiles de distintos estratos sociales –entre ellos estudiantes universitarios y de institutos públicos, sindicatos, población indígena, campesinos, trabajadores, entre otros muchos-. Por puro formalismo se dice que fue un período de 36 años transcurridos entre 1960 y 1996.

Las causas de esta lucha son la cruda pobreza, la injusticia social, la carencia de educación y los sueños frustrados de una generación que vivió ante la intromisión de Estados Unidos en la primavera democrática de este país; aunque está claro que las causas no se limitaron a éstas. Internacionalmente podemos ubicar este conflicto en la Guerra Fría, proceso en el cual se enfrenta EUA y la URSS dividiéndo el mundo en dos bloques: países capitalistas y países comunistas y/o socialistas.

El número de muertos ascendió la cifra de 200,000, innumerables poblaciones indígenas arrasadas, y otro tanto de exiliados que huyeron de la represión del país. La violencia y crueldad sufrida por la población es inimaginable. Si buscamos una causa inmediata, directa y cercana de la violencia que hoy vivimos los guatemaltecos, allí la encontramos.

Ahora bien: si lo pasado es pasado, ¿por qué debemos seguir hablando de esto? ¿En qué nos interesa? ¿En qué nos ayuda?  Ésta es la pregunta esencial.

La construcción del futuro es la realización diaria y cotidiana del hoy. El futuro del ayer es nuestro presente. Si no nos gusta nuestro hoy, hagamos algo distinto hoy.

Considero que el conocimiento de nuestra realidad y pasado no debe detenerse jamás, aunque pasen siglos debemos seguir hablándolo. El primer hecho lamentable es que NO todos conocemos nuestra historia, por la tanto no demos por sentado que todos la conocemos.  Hablar sobre el conflicto armado interno nos propicia una ventana de discusión y diálogo sobre un hecho determinante para todos los guatemaltecos y guatemaltecas. Hoy se nos permite hablar lo que hace décadas fue silenciado, lo que fue prohibido; hoy hablamos libremente lo que a muchos les costó la vida.

Conozcamos, informémonos y hablémoslo sin cesar. Hablar sobre nuestro pasado fortalece la democracia y el futuro del país.

Ahora bien, ¿Qué nos corresponde hacer con el conflicto armado interno como nueva generación? Considero que las causas del enfrentamiento continúan vigentes hoy, no estamos lejos de esas mismas condiciones, las vivimos cotidianamente.

Como jóvenes debemos hacer algo por cambiar estas condiciones en que nos heredan a Guatemala. No somos culpables de lo que ocurrió, pero somos responsables de lo que ocurrirá.  ¿Nos conocerán como aquellos que iniciaron una transformación, o como indiferentes que no hicieron nada para heredar una mejor Guatemala?

Vivimos en una coyuntura particular. La necesidad de cambio es evidente en toda la población y sociedad. Todos clamamos por un cambio, todos nos cansamos de vivir como hoy vivimos, todos esperamos que pase algo.

Nuestra generación esta envuelta en una pasividad, un letargo e indiferencia. Por lo tanto nuestra lucha inmediata es que este ciclo sea roto y todos podamos ver nuestra realidad. Despertar las “ganas” de hacer algo y cambiar lo que nos aqueja como pueblo. La responsabilidad es de cada uno de nosotros y nosotras.

Tal vez al conocer el conflicto armado interno y hablar al respecto nos despierte la conciencia y se generen las “ganas” para hacer algo, algo que cambie nuestro entorno y nuestra realidad (por las vías pacificas, nadie está buscando otro enfrentamiento bélico).

La radiografía de Guatemala no es muy prometedora si como generación no tomamos el lugar que nos corresponde y actuamos. Si algo nos enseñaron los mártires de nuestra historia es a no morir sin haber dado la vida en la lucha de una mejor Guatemala, ¡ES HORA DE ACTUAR!

Hablemos del Conflicto Armado Interno.

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