Isaias Morales / Opinión /
La democracia guatemalteca atraviesa el 49º gobierno tras la renuncia de Otto Pérez Molina y las carencias que posee la población siguen siendo las mismas. El Estado crece y a medida de los años existen pocas soluciones conforme asume el nuevo gobernante cada cuatro años. En este escenario, muchos conocedores de la historia añoran un mandatario como Jorge Ubico, cuya personalidad y estilo de gobernar condujeron al país a una de las épocas más prósperas de su historia.
La misma actualidad ha borrado la memoria de quienes heredaron la historia de los años 30, contada en voz de sus abuelos. Recuerdo que mi abuelo contaba con tanta exaltación y seguridad sobre la etapa en que gobernó el General durante 13 años y con seguridad a nadie se le olvida este importante capítulo de la historia. Primero porque supuso el rescate del Estado y la plena confianza en la seguridad; luego el crecimiento económico se evidenció como nunca antes y se cumplieron a cabalidad muchas de las normas que la misma constitución establecía, cosa que hoy se añora.
El historiador Carlos Sabino plantea una postura bastante debatible sobre la historia de Guatemala previo a 1,944, de la cual se habla muy poco y se puede tomar un criterio tan esencial sobre uno de los capítulos más importante de esta etapa en el país. Claro, si se considera que derivó en una serie de acontecimientos que marcaron y determinaron la historia hasta nuestros días. Y es cierto, que no siempre se puede conocer los hechos a cabalidad, porque cada historiador cuenta su propia versión, pero es posible relacionar todo tipo de relatos y llegar una conclusión y considero que este es uno de los logros del autor.
Se ha acostumbrado que los gobiernos tiendan a ser asistencialistas, y lejos de beneficiar solo aumenta la pobreza.
No se trata de estar en contra de ello, pero el desarrollo de las funciones del Estado se debe enfocar en la simplicidad y el sacrificio de ciertas libertades, debido a los niveles de corrupción e inseguridad que atraviesa el país actualmente.
Actualmente existen múltiples organismos internacionales que no permitirían a un gobierno que busque concentrar el poder y reducir las funciones básicas del Estado, sin beneficio alguno para la sociedad guatemalteca. Muchos tendremos un dilema –por la época en la que nos encontramos- a estas alturas del partido considero válido cuestionarnos sobre el modelo de Estado que nos conviene o no, por la misma desconfianza que existe hacia nuestras instituciones. La refundación del mismo es una tarea necesaria y urgente.
Hay una frase cierta y considero que encaja en todo este dilema que enfrenta la sociedad y dice que “no se puede juzgar el pasado con ojos del presente”. Esto es válido al retomar el tema de Ubico, ya que necesitó de mucha inversión en infraestructura y seguridad. El país atravesó dos terremotos, de los cuales no se podía recuperar y era importante avanzar en este tema de inversión ya que el mundo entero se estaba recuperando de la gran depresión de los años 30 ocurrida en los Estados Unidos. Además, tampoco se contaba con la tecnología que se tiene ahora y esto era lo que muchos no estaban de acuerdo y se tuvo que dar el cambio que se originó posteriormente.
Nuestra sociedad no necesita un Jorge Ubico, porque eso sería imposible con los tiempos de la actualidad donde imperan los derechos humanos. No obstante, sí requiere de una figura política, consciente que el país necesita soluciones ejecutadas por los propios ciudadanos y que ellos mismos contribuyan a que el país pueda sentirse con una figura política y estadista similar a Jorge Ubico. Hay grandes legados que dejó dicho mandatario y aunque la crítica sea masiva hacia su ambición al poder, él mismo reconocía que aunque se sintiera dueño de Guatemala, no buscaba su beneficio personal -como lo hacen ahora muchos funcionarios-, sino que buscaba oportunidades para todos; todo lo que hacía era para el pueblo y de la misma preocupación que tenía por su país murió de tristeza.
El país olvida lo bueno tan pronto, pero lo malo siempre lo recuerdan y para muestra de ello, podemos ver juicios que hacen alusión a la “memoria histórica”, que se ha distorsionado. Parece un capítulo de resentimiento y de poca reconciliación, en vez de superar esta fase y enfrentar problemas mucho más graves que agobian a la sociedad día a día.