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Iván Palma/ Habitat para la Humanidad/

He decidido vivir como si cada día fuera un milagro, reconocer cada esfuerzo como si fuese un récord olímpico, dejarme asombrar por cada detalle del paisaje, aunque éste se encuentre en pleno tránsito vehicular, he decidido ser de los que proponen, de los que no juzgan más que sus intensiones, de los que promueven el cambio. He decidido ser voluntario.

Ser voluntario no es trabajar de gratis, es recibir la mejor de las retribuciones por nuestro trabajo, no se alimentan los bolsillos, sino algo más importante: el corazón.

Se gana más que dinero, un abrazo sincero y agradecido de esos que son casi una reliquia en muchas oficinas. Como voluntarios tenemos la oportunidad de cambiar momentos, situaciones, vidas y hasta la historia de un país. Independientemente de la causa que se apoye, no se requieren mayores conocimientos previos más que la mejor actitud de aprender a trabajar.

El pasado 13 de agosto celebramos el Día Internacional de la Juventud en Hábitat para la Humanidad, y no pudimos haberlo hecho de otra manera que construyendo una mejor Guatemala. Apoyamos la construcción del primer bloque de 4 viviendas para las familias sobrevivientes del deslave en el Cambray II, luego de muchos meses de espera y con el apoyo de más de 500 voluntarios a lo largo de 12 semanas de construcción, pudimos entregar la primera vivienda a doña Eugenia Aguirre y sus hijos quien lamentablemente perdió a su madre en el desastre del pasado octubre.

Esta vivienda es de particular valor para muchos de nosotros, pues además de estar construida cumpliendo con todos los estándares nacionales y el uso de materiales de alta calidad, fue cimentada en la pasión de más de 1000 personas involucradas entre donantes y voluntarios de empresas y universidades locales e internacionales.

Para algunos voluntarios fueron solo horas de trabajo, sin embargo para las familias que están por mudarse a estas primeras viviendas fue la reconstrucción total de sus vidas.

Para nosotros en Hábitat, fue una celebración con jóvenes voluntarios, pero para ellos fue un milagro volver a ver con sus ojos una vivienda en la cual pueden descansar cada noche y es que realmente eso sucede cuando eres voluntario. Cada día puede convertirse en un milagro, una sonrisa y un abrazo pueden realmente traer esperanza y cambiar vidas.

Los voluntarios somos los que madrugamos, los primeros en sonreírle a la vida, tenemos las manos llenas de cemento, porque estamos construyendo un mejor país. No nos importa enfrentarnos al dolor si en nuestra debilidad se fortalece nuestra gente. Nuestros esfuerzos no son noticia, pero son los mejores recuerdos en los corazones de las familias que hoy tienen un mejor lugar para vivir.

Somos los voluntarios, los que construimos, los que soñamos y trabajamos para que todos en Guatemala habitemos en una vivienda adecuada.

En Hábitat, promovemos la inclusión de las acciones de los jóvenes para generar desarrollo, motivamos a los interesados en fomentar el voluntariado juvenil, empresarial y universitario tanto a nivel nacional y regional, a través de grupo comunitarios porque reconocemos que los voluntarios constituyen una fuerza poderosa en la búsqueda de la paz y la igualdad. Y a través de la juventud es en quienes podemos cimentar la construcción de una mejor Guatemala que garantice el desarrollo humano para todos sus habitantes.

Imagen: Habitat para la Humanidad

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