Mar-Octubre-1

María del Mar Leal / Brújula /

La leyenda del caballo de Troya cuenta que los griegos utilizaron un enorme caballo de madera para introducirse en la ciudad de Troya, una ciudad muy poderosa en ese entonces. El caballo fue recibido por los troyanos como un premio por su victoria y llevado dentro de los gigantes muros que rodeaban la ciudad, sin saber que dentro de este había soldados enemigos esperando el momento del ataque; por la noche salieron de la estructura, mataron a los centinelas y las puertas de la ciudad fueron abiertas, provocando la caída de Troya.

En Guatemala existen actualmente 28 partidos políticos. Siendo tantos, se esperaría que realmente fueran representativos de la población y que cumplieran con su función primordial de ser el canal de comunicación entre la sociedad guatemalteca y el Estado, escuchando y trasladando las demandas de estos. Sin embargo, en la práctica esto no sucede, se sabe que los partidos políticos únicamente son vehículos electorales que buscan llevar a un grupo al poder, sin ser una representación de ideales y valores para una sociedad.

Es lógico preguntarse entonces, ¿quién desea genuinamente adentrarse en el sistema y participar dentro de un partido político? y quienes lo hacen, ¿cuáles son los intereses reales que poseen?  A pesar de todas las predicciones, sí hay quienes desean hacerlo.  Existen personas que desean ser parte de un partido político para cambiar precisamente estas prácticas que únicamente son reales en la teoría y los libros; muchos de ellos son jóvenes que tienen como principal interés cambiar la práctica política desde adentro, desde sus bases, tal como lo  hicieron los soldados del caballo de Troya lo hicieron.

¿Es válido esperar a que el sistema cambie para participar en un partido político?

La respuesta de muchos será que sí, sería mejor introducirse en ese mundo cuando el sistema haya dado muestras de cambio, cuando los políticos demuestren que pueden trabajar genuinamente por los intereses de la población, cuando las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) se hayan llevado a cabo; en fin, cuando sea más seguro  y transparente hacerlo.

Son jóvenes urbanos, universitarios e idealistas. Jóvenes como Andrea Villagrán, Ismail Salomón, Juan Pablo González, Denis Taracena y Héctor Girón, todos menores de 30 años y quienes actualmente trabajan o son parte de algún grupo de trabajo de un partido político.  Todos ellos ingresaron al partido por medio de una invitación directa de un miembro perteneciente al mismo. A raíz de esta invitación, ¿qué pasará por la mente de un joven guatemalteco cuando se le realiza la misma y necesita dar una respuesta, positiva o negativa?

Seguramente su mente se llenará de ideas, de cosas que pueden ocurrir si acepta, de la oportunidad que puede perder si se niega, de los comentarios de las personas y así de otras cosas; es dar un salto al vacío, sin saber con certeza si caerá o no de pie, si será un actor que contribuya o un espectador de la realidad.

Conversando con ellos, consideran que es una ventaja el espacio “beneficiado” que se les brindó para participar en la política partidaria, especialmente a algún cargo público; sin embargo, este espacio no es suficiente, reconocen que deben haber más espacios que permitan el ingreso de jóvenes y de esta manera la renovación de la clase política.

Una vez dentro, el problema o barrera con el que se encuentran estos jóvenes es que no se les toma en cuenta para decisiones trascendentales como la elección de candidatos a algún puesto público, es el comité conformado por un grupo de 20 personas aproximadamente quien toma ese tipo de decisiones, excluyendo así al joven. Al ser organizaciones cerradas, centralizadas y verticales, los jóvenes tienen acceso limitado a la información y a la oportunidad de hacer un verdadero cambio al sistema; son los que tienen puestos beneficiados quienes tienen conocimiento de estas, explica Hugo Novales, investigador y politólogo guatemalteco de ASIES y quien en el proceso electoral pasó participó por un cargo público.

Andrea Villagrán corrió por un puesto de diputación por el partido TODOS y no fue electa.  Sin embargo, existen jóvenes que no competían por un cargo público, y aún así participaron activamente dentro de un partido político. Héctor Girón forma parte del equipo del Diputado Hugo Morán, Denis Taracena es parte del equipo del Diputado Juan Pablo Urrea y, Juan Pablo González e Ismail Salomón forman parte del equipo de trabajo  de Luis Enrique “Veneno” Cruz. Por ello, más allá de puestos beneficiados, existen otras razones por las cuales las personas deciden involucrarse en la política, ya sea por tradición familiar, por amistades o porque el trabajo los llama. Es cierto que el vox populi nos dice que los partidos tienen fallas y que existe un rechazo a las prácticas de la actual clase política, estos jóvenes las conocen y reconocen su existencia pero consideran que las cosas pueden cambiar. Dentro de las razones para decidir integrarse al partido político se encuentran: tener un impacto real y positivo en el país, comprometerse con las personas que más necesitan ayuda, organizar a las personas en un proyecto político digno y demás.

El reto más significativo por lograr para que estos jóvenes y otras puedan participar plenamente, es que el sistema permita que más personas se involucren en la política partidista con confianza.

Probablemente las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) pueden ayudar a ello, tomando en cuenta que es el actual Congreso de la República quien tiene en sus manos la decisión tan prioritaria y que ellos mismos, con esta decisión, pueden colocarse -o no- la soga al cuello. Causa de esto es que la función de los partidos políticos se encuentra deteriorada, “es necesario fortalecer y recuperar la función de representar el interés de la mayoría, deben ser una plataforma que lleve al desarrollo y bienestar” afirma Juan Pablo.

Además de los retos propios del sistema y de las viejas prácticas de los partidos políticos que no permiten una participación real de la juventud, el joven también se encuentra con la barrera de la experiencia y los recursos, necesita saber cómo es el teje y maneje del sistema para acoplarse sutilmente; es cierto que al partido político le conviene y valora presentarle una cara joven al electorado pero no es solamente eso, sino cuenta con los recursos económicos, la experiencia y los contactos, únicamente será utilizado y su acceso será limitado, teniendo como consecuencia conductas poco productivas. Ejemplo de ello es Manuel Giordano, explica Novales.

Con la finalidad de cambiar estas prácticas que datan de varios períodos de gobierno, muchos jóvenes parecen tomar la decisión de participar activamente en política partidista. Pareciera que pueden hacer un cambio significativo dentro de esta, tienen ideas frescas, plantean proyectos nuevos y otros puntos de vista que pueden enriquecer; de alguna manera son el caballo de Troya que está entrando al sistema. La naturaleza misma del sistema los repele pero en acciones conjuntas pueden buscar un sistema horizontal, abierto y democrático.

Son los jóvenes que recién entran a la política quienes pudiesen tener la capacidad para presionar la aprobación de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, ya que, al final, las reformas pueden impulsar los cambios que justamente ellos tienen en mente, buscando no caer en las prácticas de los antiguos políticos de siempre. Se requiere de una acción colectiva por parte de los jóvenes, logrando de esa manera una presión desde adentro los jóvenes que trabajan en el sistema y desde afuera los jóvenes organizados como CEUG; en conjunto pueden hacer grandes cosas. Unos desean cambiar la política desde adentro del sistema, y los otros desean ver políticos honestos y transparentes.

Parecieran ser una buena apuesta, ¿no?

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